Esta muy popular historia sucedió en el año  1412, cuando él poderoso Inca Pachacutec - con un magnifico sequito y un numeroso ejercito - llega al fértil valle de Ica con el propósito de anexarlo al imperio del Tawantinsuyo,  por la razón o la fuerza.

 

   No hubo ninguna resistencia, por que los inteligentes, pacíficos y laboriosos habitantes de la región decidieron que era inútil enfrentarse a 40,000 hombres perfectamente entrenados para la guerra.

 

   En la ceremonia de celebración de la paz, sucedió “el encuentro” eje principal de esta historia, el maduro y poderoso Inca diviso a una hermosísima doncella, muy joven,  cuya principal característica era una abundante y larga cabellera que lucia suelta al viento, el inca demando de inmediato su presencia.

 

   Como era la costumbre, Pachacutec pensó que la doncella se rendiría presta y feliz a sus requerimientos amorosos, el sabia por larga experiencia que no existía ninguna gloria tan especial para una mujer, soltera o casada, que él haber recibido los favores del Inca.

 

   Cuando la joven campesina entro en la habitación del monarca, había sido preparada especialmente para la ocasión, lucia una hermosa y transparente túnica roja y lucia en su impresionante cabellera una diadema de flores de mil colores diferentes, estaba realmente diáfana y espléndida.

 

   En Inca noto de inmediato un relámpago en los ojos de la hermosa Rumi Ñahui, quien desafiante pero con respeto, le dijo: “Poderoso señor, te agradezco el favor que le haces a mi familia y a mí, al haberme elegido para amarte y te corresponderé como es debido... Pero... mi corazón no puede latir por ti, por que no lo tengo, hace algún tiempo un joven campesino me lo robo y mientras miraba fijamente al soberano fue soltando lentamente las amarras que tenia la túnica en los hombros, gruesas lagrimas rodaban por sus mejillas, no solo había quedado desnudo su cuerpo sino también su alma.

 

   Pachacutec, quedo impresionado con la sinceridad y ternura de ese hermoso rostro, tomando entre sus manos las de la joven le dijo: “Queda en paz, princesa de este lugar y que nunca la niebla del dolor tienda su velo sobre el cielo de tu alma, pídeme alguna merced que, a ti y a los tuyos, haga recordar siempre la admiración que me inspirarte”.

 

   Señor, le respondió la joven mientras se vestía, nada debo pedirte, que quien favores personales recibe obligada queda, al respetarme me has hecho enteramente feliz, no quiero nada más...

 

   Pero si te satisface la gratitud de mi pueblo, ruegote que des agua a este valle,  siembra beneficios y tendrás cosecha de bendiciones. Reina, señor, sobre corazones agradecidos mas que sobre hombres que, temerosos, se inclinan ante ti, deslumbrados por tu esplendor y poder.

 

   Inteligente y bella eres, doncella de la negra cabellera, y así me cautivas con  tu palabra como con el fuego de tu mirada, solo espera unos días, y veras realizado lo que pides y por supuesto nunca te olvides de tu rey y deposito un suave y paternal beso en la frente de la muchacha.

 

   Solo unos días después de este incidente, estaba listo el canal de regadío más importante del tiempo de los incas y por expresa indicación del Inca debía llamarse Achirana, que significa... “lo que corre limpiamente hacia lo que es hermoso”.

 

   Cuando Rumi Ñahui, fue en busca de su amado para transmitirle la buena nueva, le informaron en el pueblo, que esa misma noche se  había marchado sin decir donde y  sin llevarse absolutamente nada. La joven doncella pensó... ¡ya regresara y sabrá que mi corazón nunca será de otro hombre sino de el,... y simplemente se sentó a esperar su retorno, al comienzo del canal en el pago de Tate.

 

   Pasaron los días, los meses y los años y  el  útil canal transporto las aguas del progreso y de la vida a la agricultura de la región, cuenta la historia que la joven doncella espero por veinte años el regreso de su amado, que nunca supo del real sacrificio de la joven doncella.

 

   A su muerte y como un monumental tributo de agradecimiento a Rumi Ñahui los lugareños tallaron una enorme roca que colocaron al inicio de la Achirana del Inca, el tiempo completó su obra al hacer flamear, hasta nuestros días, su cabellera al viento. Cuando me contaron esta historia tuve una gran curiosidad por ver  el monumento a esta muy especial mujer, en 1984 se presento la oportunidad de ir a la zona del canal en Ica y desde un mirador natural pude divisar a la distancia en forma nítida la inconfundible y hermosa silueta de Rumi Ñahui y lo mejor de ese muy especial momento fue que la perfumada brisa de esa tarde de primavera me trajo desde el pasado una singular misiva de fortaleza y fe de un pueblo generoso que se quedo grabado en el centro mismo de mi corazón.

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