La verdadera historia de la patata y la batata.

 

A Azucena Estefanía Muñoz Romero.

El autor en el lago Titicaca en la ciudad de Puno, Perú

Gran monográfico.

Pese a sus casi 8.000 años sirviendo como alimento de subsistencia entre los habitantes de los Andes no fue hasta épocas muy recientes cuando la patata, que hoy la tenemos y usamos como indispensable en cualquier cocina mundial, ocupó, no sin ciertas reticencias, el lugar que merece dentro de la cadena alimenticia. 

La patata llegó, en Europa, a pasar de ser un alimento para dar de comer a los cerdos a ocupar el cuarto puesto de los más consumidos, tras el trigo, el maíz y el arroz. Sin ella difícilmente se habría desarrollado la llamada Era Industrial porque el crecimiento poblacional y la alimentación de las clases proletarias dependía básicamente de las cosechas, que de forma cíclica se malograban como consecuencia de los cambios climáticos y las guerras, produciendo hambrunas entre los más desfavorecidos.

Gracias a las patatas, que llegaron a sembrarse de forma intensiva desde principios del siglo XIX como veremos, la gran masa de trabajadores que necesitaba la industria tuvo un alimento indispensable y casi inagotable, así, desde los mineros de Bélgica o los de las cuencas de Rhur, los obreros de las incipientes plantas de producción de maquinarias o incluso los trabajadores agrícolas desde Irlanda hasta Rusia, se les alimentaba con un tubérculo barato, de gran producción y casi exento de enfermedades o desastres climáticos. Gracias a ella, por exceso y decremento de producción, se gestaron los movimientos revolucionarios y también los separatistas como es el irlandés I.R.A. y que posteriormente imitó E.T.A. con otra base pero con la misma ideología guerrillera urbana.

Desde que los españoles la conocieron muchos fueron los que vieron sus grandes posibilidades como alimento salvador de la humanidad, aunque la mayoría de ellos clamaban en un mundo de sordos y ante una oligarquía que poco le importaba el padecimiento de las clases trabajadoras, siendo sólo aceptada en lugares puntuales donde el hambre hacía estragos, como fueron las islas Canarias, sureste español, Irlanda, parte de Alemania y posiblemente Galicia.

La historia está en parte supeditada a intereses nacionales y políticos, por eso no debemos creernos las informaciones interesadas de los supuestos profetas descubridores de la patata porque, como iremos viendo, su consumo se le debe a muchos, desde piratas a científicos, pasando por religiosos o médicos, hombres visionarios de los que poco se conoce. Sigue leyendo

Portobelo: La historia de una feria comercial americana y su alimentación

En febrero de 2015 un lector me escribía, entre otras cosas, lo siguiente: “En el Panamá colonial se celebraban las mayores ferias del Nuevo Mundo, un intercambio de productos españoles y americanos. Estas ricas ferias (llamadas de Portobelo), según algún cronista se podía comparar solo con las de Venecia.

Traigo esto a cuento porque me gustaría que con su rigor historia nos (o me regalara) un artículo sobre esa rica feria y el intercambio de productos que allí se originaban”.

Ahora que estoy haciendo el estudio sobre la alimentación de los colonos y nativos en América, desmontando la conocida como ‘Leyenda Negra’ española, creo que es el momento de dar satisfacción a dicho lector, porque el presente trabajo entrará a formar parte, como complemento, de una larga serie que comenzó con el que lleva por título ‘Historia de los alimentos que llevaron los europeos a América’, por cierto lo más leído de nuestro sitio.

Un poco de historia.

Aunque sea someramente es imprescindible hacer una descripción del lugar, su orografía, clima, sanidad, etc. para hacernos idea de la importancia del sitio, su elección y posición geoestratégica, porque es ahí donde comenzaremos a desmitificar, como otras muchas cosas, los maravillosos tesoros y el bullicio que atraía en una ‘casi’ orgía de excesos y codicias al más puro estilo de las películas del Oeste Norteamericano, pero aquí sazonadas con tesoros escondidos, piratas rudos y sagaces que se enfrentaban a españoles que ‘rozaban la subnormalidad’ y afeminados (en el sentido peyorativo de la palabra, que soy respetuoso con todas las tendencias sexuales), robándoles lo que habían ‘hurtado’ a los indígenas y haciendo bueno el dicho de ‘quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón’, de forma que el villano se convertía en héroe y todos tan contentos, algo igual ocurre hoy, que no hay nada nuevo bajo el sol. Sigue leyendo

Historia de los alimentos que llevaron los europeos a América

NOTA: es importante leer previamente nuestro trabajo que está en https://www.historiacocina.com/es/historia-de-la-alimentacion-de-los-indios-en-las-colonias-americanas-espanolas#more-8800

Carlos AzcoytiaSe podría tomar como mal expresado el título de este trabajo que más debería llamarse ‘Historia de los alimentos que aportaron los españoles a la gastronomía americana’, porque casi todos, por no decir todos, los nuevos alimentos se llevaron desde España, cambiando toda una cultura e integrándose, con mayor o menor fortuna, en la cocina que hoy llamamos tradicional de dicho continente y que a lo sumo, en el mejor de los casos, no tienen ni cuatrocientos años entre la población nativa, no así entre los ascendientes de los colonizadores.

Cuando comencé este trabajo era consciente de la posible polémica que podría suscitar al tocar un tema del que casi todos pasan de puntillas, porque mucho se habla de los productos americanos que se integraron en las cocinas europeas y mundiales, de hecho tuve el encargo de una prestigiosa revista de gastronomía, allá por el año 2008, en su primer número y para su Editorial, que trataba sobre este tema, pero, salvo trabajos especializados, poco se sabe a rasgos generales de todo el aporte gastronómico español, muy importante por cierto, en todo el continente americano. Sigue leyendo

Historia del azúcar en Perú (complemento a la historia del azúcar mundial)

 

Carlos AzcoytiaEn nuestro trabajo dedicado a la historia del azúcar hay un apartado dedicado a un empresario peruano que fue el que implantó la industria azucarera en dicho país, ahora, en este trabajo, quiero mostrar los antecedentes de las plantaciones de caña y su frustrada elaboración, algo que muy pocos saben, ni tan siquiera los peruanos.

Encontré una carta fechada en 1804, firmada por un anónimo hacendado de Lima, que publicó el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos de fecha jueves 5 de julio de 1804, que llevaba el título: “De los medios de mejorar en Lima la fabricación del azúcar” y donde se ponía de manifiesto los problemas que tenían a la hora de conseguir tan preciado producto y su comercio en Chile, Guayaquil e incluso en Buenos Aires.

En primer lugar hacía un bosquejo de las inversiones anuales, sobre 22.000 pesos, que se gastaban en administración, sustento, vestuario, curación, etc., de los esclavos negros, diciendo que toda esa inversión se malograba por perder la producción de azúcar, por no saber cuajarla, incluso llegaba a apostillar: “Me consta la general ignorancia que hay en una materia tan importante, así en cuanto a la elaboración del azúcar como en cuanto al mejor modo de refinarlo, cuya operación nos ocasiona aquí tanta pérdida que tenemos por mejor venderlo por la mitad de su precio que refinarlo”. Sigue leyendo

Historia del tomate

Nota: El presente trabajo fue editado por primera vez en nuestra revista en febreto del año 2004, se amplió en junio de 2007 y se reunificó y actualizó en septiembre de 2012.

Si tuviéramos que hacer un ranking relativo a la historia más rara y apasionante de un alimento desde luego que el tomate se llevaría el primer puesto: es una planta que nace en un continente (América) y se hace famoso en otro (Europa) tras múltiples vicisitudes dignas de un cuento tipo Cenicienta, llegando a nuestros días como el rey de los alimentos vegetales, eso sí, con una crisis de identidad digna de estudiar y siendo el ‘conejillo de Indias‘ de todos los laboratorios que compiten por sus favores.

Pero no quiero desvelar el final de esta historia porque estoy seguro que puede pasar un rato divertido conociendo al más desconocido e indocumentado de los alimentos. Sigue leyendo