Intercambio gastronómico filipino y novohispano con la Nao de China

Martha Delfin GuillauminDesde el tiempo de Fernando de Magallanes, hacia 1521, se tuvo noticias de las islas de occidente viajando desde España y atravesando los océanos Atlántico y Pacífico, en particular de las ínsulas de San Lázaro, las que posteriormente fueron reconocidas como Filipinas. En este escrito me enfocaré en el intercambio de productos alimenticios entre La Nueva España y las Filipinas, realizado con la nao de China, que conectaba Manila con el puerto de Acapulco.

En 1521 una expedición española comandada por Fernando de Magallanes descubre las Islas Filipinas, así como Guam y otros archipiélagos del Pacífico, tomando posesión de ellos en nombre del Rey de España. Tras la muerte de Magallanes durante un conflicto con tribus nativas en Filipinas, Juan Sebastián Elcano conduce la expedición de regreso a España, culminando así la primera circunnavegación del mundo. En 1565 el Virrey de la Nueva España envía desde México a Miguel López de Legazpi al frente de una expedición para explorar y colonizar las islas Filipinas. Ese año Legazpi funda el primer asentamiento español en la isla de Cebú. En 1571 los españoles establecen Manila como capital del archipiélago, y sede de la Capitanía General de Filipinas o Indias Orientales, que abarcarían también la isla de Guam y el archipiélago de Las Marianas, Las Carolinas y Palau en el Pacífico oriental.
[…] El Galeón Manila-Acapulco, una ruta marítima inaugurada por Andrés de Urdaneta en 1565 tras el descubrimiento del tornaviaje a través del Pacífico, hizo efectivo el vínculo político de Filipinas con el Virreinato de Nueva España, con sede en México, del que dependía. También hizo posible el vínculo comercial y cultural de Filipinas con América, y a su vez con la península ibérica. El Galeón de Manila operó durante dos siglos y medio, y se encargó de transportar a Filipinas plata mexicana, herramientas, textiles, y otros productos de España y América. En el sentido opuesto, el Galeón llevaba a América productos asiáticos como especias, porcelana, oro, nácar, seda china (el mantón de Manila) y marfil, que también llegaban a España. El Galeón hizo posible la introducción de productos agrícolas en Filipinas como el café, el maíz, la patata y el tomate, desconocidos anteriormente en el archipiélago, así como varias especies animales. [1] Sigue leyendo

Historia alimenticia de la Filipinas española: el pescado.

Importante esta parte del monográfico dedicado a la alimentación y la gastronomía en las Filipinas en la época de la independencia de España, pocos años antes de 1898, porque es la base de la cocina moderna de dicho archipiélago, o como dirían los ‘pijos’ el maridaje entre la cocina oriental del sur del Pacífico y la europea, que los hay finos hasta para hablar o escribir de cosas que ni entienden.

Parece lógico adivinar que al ser unas islas la alimentación principal estaba basada en una dieta marina, como así era, de ahí el darle la importancia que merece. Como en todo habría que discernir entre los distintos tipos de alimentos de clase, porque es de razón que no debían comer lo mismo el abanico de las clases pudientes hasta la de los desheredados, algo común a todos los grupos humanos sin necesidad de entrar en ideas colonialistas, de forma que los invasores y la comparsa autóctona que los acompañaban eran los de mayor poder adquisitivo, no así los otros españoles o europeos, soldados de reemplazo, que sufrían el abandono más absoluto por parte del gobierno que los movilizaba, baste leer la primera parte de este trabajo para entenderlo, y mucho menos los indígenas, que ocupaban el último escalón social; entremedio, subiendo y bajando escalones, estaban los comerciantes chinos y japoneses que hacían ‘su agosto’ a costa de todos y que tenían hasta su barrio en Manila. Sigue leyendo

Comer carne en Filipinas en el siglo XIX, su historia gastronómica

Esta es la segunda parte dedicada a la gastronomía de las islas Filipinas que conocieron los españoles hasta la independencia de dicho país o el cambio de invasor, Estados Unidos, que la utilizaron como base para abastecer sus barcos de carbón en el comercio con China y posteriormente como emplazamiento militar en el Pacífico Sur y que hoy sufre el poder de un presidente asesino que se jacta de haber matado personalmente a seres humanos y que amenaza a otros de lanzarlos desde helicópteros.

Si en la primera parte contaba el régimen gastronómico en el viaje desde España y su posterior recomendación alimenticia hasta que el español se aclimataba, en esta la voy a dedicar a la ingesta de carnes de todo tipo, pasando por alto, en parte, la de los nativos, ya que el reducido grupo de militares destacados allí sólo dominaban las costas, dejando las partes interiores de las islas casi sin explorar, por lo que este trabajo se circunscribe a la alimentación de la llamémosle parte ‘civilizada’.

Siguiendo comentando la topografía médica del general jefe de Sanidad Militar de las islas Filipinas a mediados del siglo XIX, nos sorprende con esta primera apreciación en lo referente a los gustos nativos: «Poco escrupulosos en cuanto á la elección de los alimentos, los indígenas comen y aun aprecian ciertos animales que los europeos miran con repugnancia. La lista de las especies para ellos comestibles es muy extensa, puesto que comprende la mayor parte de los mamíferos, de las aves, de los peces, de los crustáceos, muchos moluscos, y algunos reptiles é insectos que el País produce. Hablaremos solamente de los alimentos animales más conocidos y generalizados, porque son los que interesan á nuestro objeto«. Sigue leyendo

Historia de la alimentación de las Filipinas española: El viaje.

Con motivo del estreno hace poco de la película «Los últimos de Filipinas», un ‘remake’ de otra del año 1945, que narra uno de los actos épicos más importantes de las tropas españolas en la pérdida de su imperio en 1898, reavivó en mi la curiosidad sobre el tema que desde pequeño me impresionó por el arrojo y la tenacidad de unos soldados, abandonados a su suerte, que resistieron hasta más allá del deber, y que, a su vuelta, no fueron recibidos como los héroes que eran, eso fue reconocido años después, y donde los gobiernos de turno, con su golfeo de siempre, consintieron la decadencia de un país en favor del enriquecimiento propio, al igual que en la actualidad, sin invertir en tecnología, los barcos españoles por ejemplo eran de madera contra los norteamericanos de acero haciendo que tuvieran que embarrancarlos para ser más certeros en los disparos al tener su artillería menor distancia y ser menos precisos, o el dar una alimentación a la soldadesca en algunos casos paupérrimas, lo que hacía que sufrieran más por el estrés en los combates. Sigue leyendo

La alimentación en la Biblia, una historia compleja

Este trabajo es una actualización de otro en nuestra revista titulado ‘Historia de la alimentación en la Biblia

Carlos AzcoytiaLeyendo al historiador y filósofo Jean Soler, autor de importantes investigaciones sobre el monoteísmo, llegué a la conclusión de que es cierto qué desde siempre se enfocó de forma banal el estudio de la alimentación en la Biblia; se ha buscado lo más obvio, lo fácil, ocultando o ignorando la filosofía implícita del conjunto de sus enseñanzas, despreciando el origen real de sus leyes y admitiendo dichas disquisiciones casi al capricho de sus redactores, cuando en realidad todo obedece a un pensamiento coherente y perfectamente reglado.

Igualmente, siempre que se describe un tipo de alimentación de áreas más o menos extensas, por ejemplo la cocina mediterránea, no se tiene en cuenta la influencia de la religión en las costumbres alimenticias de los pueblos, de modo que se generaliza y se patina sobre la nata sin adentrarnos en materias más complejas, justificando costumbres que, independientemente de ser más o menos acertadas, encajan dentro de la visión miope de la historia de la alimentación.

Si tenemos presente que la Biblia es la base de todas las religiones de Occidente, entiéndase entre ellas la hebraica, la mahometana y la católica, con todas sus ramificaciones y franquicias, será fácil de observar la concordancia a la hora de elegir ciertos tipos de alimentos, así como una uniformidad agronómica, ganadera y de tipos de cocción, algo que nos puede parecer lógico cuando en realidad son leyes ‘forzadas’ que aceptamos dentro de la alimentación, sin preguntarnos nada más y extrañándonos de otras costumbres fuera de nuestro entorno, por ejemplo comer carne de serpiente, cánidos o insectos en otras civilizaciones, algo que se agrava de forma especial cuando las costumbres ancestrales relacionadas con la alimentación chocan frontalmente con las enseñanzas que subliminalmente, en algunos casos, impregnan nuestra sociedad y que en otros son motivo de asco y desprecio. Sigue leyendo