Historia del yogur, yogourt o yoghourt

El presente trabajo es una puesta al día de otro publicado en nuestro sitio, del mismo autor, en junio del año 2009

Ojeando la hemeroteca del diario ‘La Vanguardia’ en un ejemplar de 1911 me topé con un anuncio que me hizo recordar mi niñez y de como, cuando era pequeño, mi madre me contaba las excelencias de un producto que sólo se vendía en farmacias desde casi principios hasta la mitad del siglo XX y como mi tío, médico, lo fabricaba para darlo a comer a la familia casi a modo de medicamento que favorecía la buena salud.

Durante mucho tiempo, me refiero a años, he conservado apuntes sobre la historia del yogur o yogourt o yoghourt, que en realidad es un tipo de leche cuajada gracias a unas bacterias que facilitan el proceso y que se desarrollan rápidamente gracias al calor.

Este alimento entra dentro de los llamados podridos, hay que recordar las tres formas que los humanos tenemos de ingerir los alimentos: crudos, hervidos y podridos. 

El origen del yogur, nombre por el que se le conoce en castellano, se debe en parte al clima y en parte a la casualidad, pudiéndose estar fechado su descubrimiento entre el quinto o cuarto milenio antes de nuestra era, siendo su lugar de origen, hasta ahora demostrado, de Sumeria, región que formaba parte de la antigua Mesopotamia, la actual Irak.

La gran preocupación de la raza humana siempre fue la de conservar los alimentos, característica esta que nos diferencia de los animales, con el fin de nutrirse en épocas de escasez, ver mis otros trabajos dedicados a los salazones, los encurtidos e incluso la historia del frío en la alimentación y esta era una más de conservar la leche, en este caso antes de estropearse, como también lo era el queso.

El secreto de su fabricación estaba en agriar el producto poniéndolo al fuego para calentarlo, añadiéndole posteriormente un trocito de otro agrio, que ya contenía las bacterias, para dejarlo reposar entre cuatro y cinco horas hasta que el producto tomaba la consistencia deseada.

Pese a ser un gran invento pocos países o territorios supieron de su existencia durante miles de años, sólo los limítrofes y remotos para la civilización occidental como eran: Irán y la India al este, al sur de Rusia y Turquía al oeste y que lo tenían como uno de sus alimentos locales.

El que hoy sepamos de la existencia del yogur en todo el mundo se le debe a un judío de origen ruso ucraniano de nombre Elías Metchnikoff que fue un eminente microbiólogo galardonado con el Premio Nóbel de Fisiología o Medicina  en 1908. La historia de este gran hombre es importante conocerla para saber como el yogur tuvo tan repentina buena acogida en todo el mundo civilizado de la época.

Nacido el 16 de mayo de 1845 en la cuidad de Járkov en Ucrania estudió en las universidades de su ciudad y en la de Wurzburgo en Alemania, siendo nombrado profesor de Zoología, con 25 años, en la universidad de Odesa, puesto que dejó en el año 1882 dedicándose, durante cuatro años, a la investigación en bacteriología y patología, momento crucial en su vida, ya que formuló la teoría de ‘la fagocitosis de la inmunidad’, en 1884,  donde explicaba la capacidad del ser humano para resistir y vencer las enfermedades infecciosas. Sus estudios sobre la la sífilis, enfermedad venérea, y el empleo de los fermentos lácteos en la modificación de la fermentación pútrida del intestino, con el yogur como elemento corrector, fueron sus grandes descubrimientos de estos años.

En estos estudios tuvo conocimiento de que en ciertos pueblos del Caucaso sus habitantes tenían una vida muy longeva, lo que le llevó a estudiar su dieta alimenticia, entre otros factores, y donde dedujo que la leche fermentada que tomaban llamada yogur bien podía ser la benefactora de tan buena salud, como podemos observar un magnífico descubrimiento pero con falsas expectativas de verosimilitud, sobre todo hoy que sabemos que aquellos que toman yogur no llegan a vivir más, eso sí, lo hacen con mejor salud intestinal.

Tras dos años dirigiendo el Instituto Bacteriológico de Odesa, entre 1886 y 1888, marcha a París para convertirse en 1895 en subdirector del Instituto Louis Pasteur, con el que le unía gran amistad hasta su muerte ese mismo año.

Entre otros muchos trabajos, como fueron las disciplinas científicas de la gerontología y la tanatología y el descubrimiento de una pomada para curar la sífilis junto a Emile Roux, le es concedido el Nóbel por sus trabajos sobre la fagocitosis y la inmunidad.

Murió en París el 16 de julio de 1916 siendo un ferviente defensor de la revolución rusa y un ateo convencido.

Anuncio del primer yogur vendido en España

Anuncio aparecido en el diario ‘La Vanguardia’ de Barcelona en 1911

 Si se busca en Wikipedia nos encontraremos con un error en lo referente a cuando comercializó el yogur en España, ya que dice que tras la Primera Guerra Mundial, en 1919, es cuando un judío llamado Isaac Karasso, fundador de la casa Danone, lo empezó a vender en Barcelona, algo que desmiente el citado diario ‘La Vanguardia’ cuando, en un anuncio de 1911, ya propagaba este producto y el lugar de su venta en la calle Aviñó, 28, en una tienda que debió existir en ese lugar en Barcelona y en el Paseo de Gracia, 52 de la misma ciudad, sin duda una muy bien dirigida campaña de propaganda a favor de esta marca comercial de forma encubierta, que por cierto en su web, Danone, cuando hace referencia a su historia deja poco claro, como puede ver más abajo, si son los verdaderos pioneros en su venta, porque lo que cuentan puede considerarse casi una publicidad engañosa al no ser claros y concisos respecto a este tema, dejando entrever que si lo fueron pero sin comprometerse, algo totalmente falso por la prueba que aporto.

Sobre el referenciado anuncio, en del diario La Vanguardia, hay que hacer ciertas apreciaciones que pueden causar risa hoy día: la primera es que dice que es una leche cuajada búlgara pero pone un dibujo de un turco de Anatolia, también hay que hacer notar la inocencia de los publicistas de la época, y que hoy se tomaría como una broma, el dibujar a un anciano y poner que tiene 117 años, si se lo cree el lector pues mejor para el anunciante, lo mismo podían haber escrito que tenía 250 años o más por ejemplo. También es importante, para conocer las propiedades terapéuticas que se le atribuía, saber cual era el tipo de público que podía necesitarlo y leemos: «Alimento vigoroso desinfectante intestinal. Recomendado para los enfermos del estómago«, pero lo más importante es lo que dice de sus propiedades, las cuales resume en dar belleza, juventud y larga vida, todo lo que pregonaba y soñaba Elías Metchnikoff, el científico laureado con el Nóbel que lo dio a conocer en toda Europa.

Hoy día el yogur es unos de los alimentos mejores que podemos dar a nuestros hijos, moda que comenzó en los años sesenta y setenta del pasado siglo dando nombre a toda una generación de habitantes de este país, llamado hasta hoy, España: la generación del yogur


Anuncio de Danone contando ‘su verdad’ histórica de forma engañosa, otros falsificadores del pasado.

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