Parte segunda:

Como hemos comentado en la parte primera, el maestro Leonardo nos sorprende con su vida dedicada a la cocina, sus pinturas eran casi una obligación que le era impuesta por la corte y los que hacía eran casi a desgana la mayoría de las veces, por lo que estamos conociendo de él sabemos que le gustaba vivir intensamente sus fantasías y encontraba más satisfacción creando y estudiando que componiendo. Nos sorprende que su pintura sólo fuera para el un trampolín que le lanzaba a otras situaciones que le eran más gratificantes, sobre todo después de haber visto su Monalisa ya media decena de veces en el museo del Louvre y haber sentido un escalofrío que me recorría la espalda sólo con observarla cada vez.

Pues siguiendo con la gran afición a la cocina de éste hombre que le duró hasta su muerte contaremos algunas anécdotas que de seguro harán las delicias de nuestros lectores, que por cierto cada día son más, lo cual agradecemos y que nos hace sentirnos útiles.

En sus escritos encontramos cosas tan peregrinas como la forma de sentar a un asesino a la mesa, la forma de comportarse, el poder medicinal de los alimentos, las cualidades que debe de tener un buen repostero, las sopas de sobre o un sin fin de anotaciones, alguna de las cuales transcribiremos aquí, como por ejemplo algo que nos hizo gracia por la forma como nos lo presenta, nos referimos a la elaboración del pastel del pastor y que escribe lo siguiente: Tomas a tres pastores, limpiadlos cuidadosamente, luego hacedlos entrar en las cocinas para que elijan aquellas hierbas que sus ovejas comen en mayor medida entre sus pastos. Machacad estas hierbas muy bien para hacer una pasta con aceite que extenderéis toda ella la oveja, con suma generosidad, y y esta oveja la cocinaréis cubierta de una costra de polenta dentro de las puertas de vuestro horno. Este plato es así llamado porque, gracias a los excelentes pastores, lo que está dentro de la oveja está asimismo fuera de ella, y de esta forma no entran en pugna los sabores.

La forma de sentar a un asesino a la mesa es algo que nos deja perplejos por la naturalidad con que es contado y que por lo que sabemos no era algo tan fuera de lo común en aquella época. La forma como lo presenta es más un ritual social que algo fuera de lo normal y dice lo siguiente: Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte, y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esta persona dependerá del método del asesino, pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña. En verdad, la fama de Ambroglio Descarte, el principal asesino de mi señor Cesare Borgia, se debe en gran medida a su habilidad para realizar su tarea sin que lo advierta ninguno de los comensales y, menos aún, que sean importunados por sus acciones.

Después de que el cadáver, y las manchas de sangre, de haberlas, haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado, y en este punto un buen anfitrión tendrá siempre un nuevo invitado, quien habrá esperado fuera, dispuesto a sentarse a la mesa en este momento.

Yo preferiría pasar hambre antes de ser invitado a una comida de este tipo.

Y para que nos hagamos idea de lo corriente que debería de ser esto de morir a manos de un sicario en aquella época nos cuenta en otro pasaje del Codex Romanoff lo siguiente: La sangre sobre un mantel, que puede deberse a un accidente con el cuchillo de trinchar o a un asesinato, no ha de ser motivo de preocupación, ni hay necesidad de molestar a los presentas mudando todo el mantel como antaño, si inmediatamente se trata la parte afectada frotándola fuertemente con agua de brotes de col templada.

Dejamos ya este aspecto tenebroso en la cocina de Leonardo para pasar a conocer otros aspectos más jocosos, que hagan honor al título de este artículo, como puede ser la historia en la que Leonardo se convierte en jefe de fiestas para la celebración de efemérides.

En efecto, Leonardo en el año 1.490 se hace cargo de la celebración de la boda del sobrino de Ludovico el Moro, el duque Gian Galeazzo con Isabel de Aragón, para lo cual transforma el patio del palacio en una enorme selva del país de las hadas disfrazando a muchos servidores de bestias salvajes y a otros  de aves que vuelan sobre los comensales amarrados con hilos invisibles, no tenemos constancia de que alguno cayera sobre nadie (en la actualidad algunos de los disfraces se conservan en la Colección Real de Windsor), todo fue un éxito y ahí de nuevo comienza su desgracia porque dos años más tarde le encomiendan algo suntuoso, la celebración de la boda de Ludovico con Beatrice d'Este y no se le ocurre algo mejor que la de hacer la fiesta dentro de una enorme tarta, en el patio del palacio, de 60 metros de longitud hecha con pasteles, bloques de polenta reforzadas con nueces y uvas pasas y donde los invitados se sentarían en mesas y sillas de pastel. Pero como siempre la falta de previsión del gran maestro no tiene en cuenta la atracción que tienen esos elementos para las ratas y las aves y la noche anterior miles de ellas llegan al banquete que se les ofrece y comienza la gran batalla, hombres contra animales, que termina con un amanecer nefasto donde montones de ratas muertas se mezclan con la estructura demolida y aves agonizantes, todo una gran ruina que hace que los comensales tengan que celebrar el evento en otro lugar; en la explanada frente a palacio, léase en mitad de la calle. Lo asombroso de esta historia es que Ludovico el Moro no lo mandase matar y sólo lo enviara a Santa María delle Grazie donde pintaría una de sus obras maestras La última cena; eso sí, después de hacer sufrir hasta casi la locura al prior y dejar vacías las despensas del priorato y esquilmadas sus bodegas, pero esto sería motivo de otro artículo que no pensamos escribir por ahora.

Antes que nos pusimos a escribir esta serie de dos artículos éramos conscientes de lo corto que se nos haría el espacio porque la vida de Leonardo está llena de anotaciones y anécdotas, pero somos fieles a la directiva de ser cortos y concisos en nuestros escritos, lo cual nos apena en estos momentos.

Siguiendo con nuestro relato hemos de decir que a Leonardo le gustaba cuidar las formas en los comedores y le fastidiaba sobremanera las formas toscas de los comensales como veremos a continuación.


Máquina para prensar ajos de mano

Basten dos comentarios del maestro para comprender su malestar recogidos del Códice Romanoff:

La costumbre de mi señor Ludovico de amarrar conejos  adornados con cintas en las sillas de los convidados a su mesa, de manera que puedan limpiarse las manos impregnadas de grasa sobre los lomos de las bestias, se me antoja impropio del tiempo y la época en que vivimos. Además, cuando se recogen las bestias tras el banquete y se llevan al lavadero, su hedor impregna las demás ropas con las que se lava.
Tampoco apruebo la costumbre de mi señor de limpiar su cuchillo en los faldones de sus vecinos de mesa. ¿por qué no puede, como las demás personas de la corte, limpiarlo en el mantel dispuesto con ese propósito?

O esta de aprobación para la mujer de Ludovico, que comía con las manos:

Mi señora Beatriz tiene costumbres más delicadas: usa guantes blancos en sus manos y se los cambia tres veces en cada comida. Yo desearía que todos fueran como ella.

Unos guarros en la mesa eran por lo que leemos.

A Leonardo se le debe la invención del tenedor de tres dientes y su historia me recuerda algo parecido hace sólo 11 años en la ciudad en la que vivo cuando se construyo un puente, al que se le llama popularmente el de los leperos, en la que primeros hicieron el puente y después pasó el río bajo él; pues lo mismo ocurrió con ese invento, primero inventó los espaguetis y como viera que no había forma de comerlos inventó el tenedor para poder tomarlos, la pena fue que como no se hizo popular hasta muchos años más tarde los italianos tuvieron que esperar antes de hacer popular este plato nacional.

Podríamos estar escribiendo sin descanso sobre este pro-hombre al que tanto le debe la humanidad pero ya dejamos este artículo para no pecar de pesados, esperamos haber contribuido a hacer más conocido y haber desvelado facetas de Leonardo da Vinci no imaginadas por todos.

 

 

 

Le recordamos, por si no lo vio en la portada del monográfico dedicado a Leonardo da Vinci, que todo está basado en una ficción de un supuesto Códice que nadie vio y que ni existe pero por lo ameno hemos creído conveniente mantenerlo en nuestra web.