Mucho hemos tenido que indagar para poder encontrar datos significativos que nos hablen sobre la alimentación en la época de los antiguos hebreos, hemos encontrado citas en la Biblia, pero tan imprecisas que nos han dejado sorprendidos, sobre todo porque como todo libro religioso oriental es el compendio de los comportamientos no sólo religiosos, si no políticos, alimentarios, culturales, etc. de las sociedades de la época.

   Hemos llegado a la conclusión de que el pueblo hebreo tenía una alimentación bastante monótona y basada en los productos que les daba la tierra, sin muchos refinamientos y curiosamente no uniforme en su desarrollo, pues dependiendo de las tribus así era la alimentación.

   La alimentación básica estaba compuesta por grano para el pan que podía ser de trigo, avena, cebada o cualquier otro parecido, el cual se molía a mano o en almirez; al polvo o harina se le añadía agua, sal y casi nunca levadura y con ello hacían un pan cenceño o ácimo. También existía un tipo de pan hecho con grano que se soasaba o tostaba, para que no se rompiera, y que era el utilizado en las marchas, viajes o expediciones militares. La elaboración del pan se hacía, según descubrimientos arqueológicos, poniendo la masa sobre piedras calentadas y cubiertas de ceniza para que conservara el calor, lo que sin duda le daba un aspecto desagradable. Otro método de cocción era el aplicar la masa a unos jarros de barro con orificios que en su interior tenían las brasa. El mismo método se seguía para preparar dulces, que si no eran fritos en aceite de oliva, se cocían y se aderezaban con miel, se desconocía la existencia del azúcar, y se salpicaban de semillas aromáticas.

   Pero nos parece importante volver sobre nuestros pasos y comenzar con el Génesis porque allí encontramos, en la historia de Caín y Abel, el encontronazo en el que se desarrolla, alimentariamente, toda la historia de los judíos. Los dos primeros hombres que se dedican a producir alimentos en la Biblia son los hijos de Adán, uno era agricultor y el otro ganadero y es curioso observar como Dios se inclina más por las ofrendas proteicas de Abel. Pero no es así como se muestra el pueblo judío, de hecho la vida religiosa dependió del ciclo agrícola y las tres fiestas más antiguas estaban asociadas a la cosecha de la cebada (la Pascua), la del trigo (las de las Semanas) y la de la recolección de las frutas estivales (las Cabañas).

   La dieta carnívora era muy estricta y estaba sometida a generalidades que en el día de hoy nos puede parecer excesiva en algunos casos y exótica en otros y es en el reinado de Moisés donde se hace precisa y contundente. Los animales se clasifican en puros e impuros según signos externos, de hecho entre los impuros estaban  todos aquellos cuadrúpedos que no tenían pezuña hendida o no rumiaban o ambas cosas, como era el camello, que por contra era el alimento de los árabes, el conejo, la liebre y sobre todo el cerdo, con lo cual se perdieron el comer el maravilloso jamón, las morcillas o los chorizos, pero es cierto que esto tenía una explicación puramente profiláctica, en concreto en la carne de cerdo, evitando enfermedades terribles como era la triquinosis. Las aves tenían también sus exclusiones, por ejemplo no se podían comer aves de rapiña o carroñeras como eran el águila, el quebrantahuesos, el halcón, el cuervo, el avestruz, el búho, la lechuza, la gaviota, el gavilán, el mochuelo, el ibis, el pelícano, el cisne, la garza, la abubilla, el murciélago y el milano, en definitiva, y salvo excepciones, lo que por naturaleza nadie come, también es verdad que el pueblo judío no era muy aficionado a la caza como tampoco lo fue a la pesca y eso no le era de importancia.

   En la pesca eran animales impuros aquellos que carecían de aletas y escamas y de nuevo vemos como se privaban de un regalo para el paladar como era el poder saborear los crustáceos, los pulpos o las anguilas, todo un lujo para un buen degustador de alimentos, así mismo en ese grupo estaban los cetáceos.

   En el grupo de los insectos eran impuros todos ellos salvo los provistos de patas traseras largas como son los saltamontes y las langostas, de hecho fueron el alimento de Jesucristo en la cuarentena que pasó en el desierto, alimento que al gusto occidental nos puede parecer asqueroso pero que dicen, aquellos que lo han probado, que su sabor es muy parecido al del marisco.

   Existe otro grupo de animales impuros y son aquellos que se arrastran por la tierra o aquellos que tienen las patas tan cortas que lo parecen, de esta forma quedaban excluidas las serpientes, la tortuga, la comadreja, el cocodrilo, la rata, el camaleón, la salamandra, la lagartija y el topo entre otros.

   Para terminar hemos de decir que posteriormente se añadió a la lista, por no conocerlos en aquella época, los animales que poyan la planta del pié o plantígrados, como puede ser el oso.

   Pero no todo termina ahí, en la alimentación se debían abstener de comer sangre, no se podía comer carne con sangre o derramarla en sacrificio de los dioses, sólo podía verterse sobre el altar de Yahweh. 

   La carne no se hervía y sólo se tomaba asada por lo que deducimos que no tenían que tomar mucho caldo y sopas, lo cual nos hace afirmarnos en la idea de que su dieta tan sobria dice poco de ellos en el terreno gastronómico. Estaba prohibido comer guiso de cabrito hecho en la leche de la madre como los hacían sus enemigos cananeos.

   Debido a la escasez de agua, o al mal sabor de esta, se tiene constancia que tomaban mucha leche tanto de cabra como de oveja pero debido a las altas temperaturas a las pocas horas se agriaba por lo que también se especula con la idea de que tomaban quesos y requesones, descartando las mantequillas que se licuaban a causa del calor.

   Ahora llegamos a la bebida estrella entre todas, el vino, muy ponderada en toda la Biblia, tanto como elemento que acompaña a las comidas como elemento aglutinador en las reuniones, en los festines mortuorios e incluso en los actos religiosos, de hecho en la iglesia moderna se utiliza como representación de la sangre de Jesucristo. El primer hombre que la Biblia nos presenta como inventor del vino, y por ende el primer borracho, es Noé y curiosamente nunca se vio como pecado el beber en exceso aunque se aconsejaba ser moderado en su ingestión, de hecho la Biblia nos cuenta muchas borracheras y actos deleznables como consecuencia de ellas pero en ningún lugar se hace una liga antialcohólica. Sólo existen dos pueblos judaicos que se abstenían de beber, los rekabitas y los nazireos, estos últimos lo hacían por voto el cual podía ser temporal.

   Tan buenos vinateros eran los judíos que sus caldos eran famosos en Mesopotamia, la actual y destruida por las hordas salvajes de occidente Irak, de hecho se han encontrado tabillas escritas en letra cuneiforme de la Biblioteca de Asurbanipal, seguramente en estos momentos robadas o destruidas, una relación de las diez clases de vino, entre ellos estaba el elaborado en Helbón, próximo a Damasco, y bien conocido por Ezequiel. En el Antiguo Testamento se citan como los mejores los hechos en Heshbón, Sibmah, Elaleh, Helbón, el 'vino real' y el del Líbano.


Cuadro de Guennadi Ulibin, visítelo en ARTE

   Ahora nos detendremos en analizar algunos de los pasajes de la Biblia para comprender mejor como se alimentaban los judíos. En el libro del Éxodo, capítulo XII, versículos 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 11 nos dice lo siguiente: Hablad a toda toda la congregación de los hijos de Israel, y decidles: El día diez de este mes tome cada cual un cordero por cada familia y por cada casa.

- Que si en alguna no fuese tanto el número de individuos, que baste para comer el cordero, tomará de su vecino inmediato a su casa aquel número de personas que necesite para comerle.

- El cordero ha de ser sin defecto, macho, y primal o del año; podréis guardando el mismo rito, tomar o sustituir  por él un cabrito.

- Reservéislo hasta el día catorce de este mes; en el cual, por la tarde le inmolará toda la multitud de los hijos de Israel.

- Y tomarán de su sangre, y rociarán con ella los dos postes y el dintel de las casas en que comerán.

- Las carnes se comerán aquella noche asadas al fuego, y panes ázimos o sin levadura, con lechugas silvestres.

- Nada de el comeréis crudo, ni cocido en agua, sino solamente asado al fuego ; comeréis también la cabeza con sus pies e intestinos.

- No quedará nada de él para la mañana siguiente; si sobrare alguna cosa, la quemaréis al fuego.

- Y le comeréis de esta manera: Tendréis ceñidos vuestros lomos y puesto el calzado en los pies, y un báculo en la mano; y comeréis aprisa, por ser la Fase del Señor.

    Lo que llamaríamos una cena de etiqueta de la época.

   Sobre el famoso maná, alimento que dio Dios a los israelitas, tampoco era nada del otro mundo, es más hasta los propios israelíes, tan carentes de un buen gusto en la comida, nos dicen lo siguiente en el Libro de los Números, capítulo XI:

- Porque sucedió que la gente allegadiza que había venido con ellos de Egipto, tuvo un ardiente deseo de comer carne, y poniéndose a llorar, reuniéndosele también la gente de Israel, dijeron: ¡ Oh ! ¡ Quien nos diera carnes para comer !.

- Acordándonos estamos de aquellos pescados que de balde comíamos en Egipto; se nos vienen a la memoria los cohombros, y los melones, y los puerros, y las cebollas y los ajos.

- Secas están nuestras almas; nada ven nuestros ojos, sino maná.

- Era el maná semejante a la grana del cilantro, del color del bedelio o rubicundo, y el pueblo iba alrededor del campamento, y recogiéndole le reducía a harina  en molino, y le machacaba en un mortero, cociéndole en ollas, y haciendo de él una tortitas de un sabor como de pan amasado con aceite.

   En suma un alimento solo apto para estómagos resistentes y sobrios y es que el Dios de los judíos era cruel con su pueblo.

   Si el lector está interesado en saber exactamente los alimentos prohibidos y 'recomendados' los puede encontrar en el libro del Deuteronomio, capítulo XIV, sobre todo porque hay una cierta mala leche en el versículo 21 que no me resigno a copiar: Pero la carne mortecina no comáis nada; la darás al extranjero que se halla dentro de tus muros (que no profesa tu religión) para que la coma, o se la venderás: por cuanto tú eres un pueblo consagrado al señor Dios tuyo. ¿Hay quien de más en ser mala persona?, pues si el lector se adentra con mirada crítica en el Antiguo Testamento le aseguro que perderá toda su fe en un Dios que es cruel para con todos, incluido su pueblo preferido, donde el castigo es el premio al ser humano y donde las mayores crueldades son actos de justicia y es que siempre fuimos ateos pero después de repasar de nuevo la Biblia nos sentimos orgullosos de serlo. La Biblia es machista, racista y cruel.