Javier Ignacio de Tena y Albornoz, había cumplido veintidós años y regresaba a sus tierras en Cajamarca, después de haber estado casi doce años en Madrid, todos esos años fueron muy felices en casa de sus tíos paternos, completando su instrucción escolar y terminando su carrera de medicina.

 

Durante el viaje de retorno había tratado de recordar como eran las personas y las cosas en su tierra, la hacienda Laguna Grande en las muy lejanas y hermosas serranías del norte del Perú.

 

Si contamos los dos años que estuvo previamente en Lima, había salido de su hogar a los ocho años. Javier Ignacio creía tener todos los recuerdos atesorados en su mente y en su corazón, pero realmente las imágenes que le revoloteaban en el alma eran solo lo que sus fantasías le permitían.

 

Desfilaban en su mente los amplios aposentos de altos techos adornados con ángeles de yeso en las esquinas. La gran cocina con un fogón al centro y los chombos de chicha enterrados en un costado de la habitación. El recuerdo de Matilde su bondadosa nana. Los establos, con muchas vacas lecheras y bravíos toros de lidia.

 

También su madre, la muy religiosa Isabel de Orbegoso,  se había encargado de recordarle el sabor de los delicioso quesos que producían y  su inimitable manjarblanco de chirimoya. En forma subconsciente se había olvidado de todas las absurdas pruebas de machismo y bravura que lo había obligado a pasar su tosco y primitivo padre, él marques de Tena y Albornoz.

 

La travesía en la pequeña  goleta Gloria del Mar había durado cerca de dos meses y esa mañana calurosa del mes de marzo de 1796 cuando divisaron las costas del puerto de Pimentel, su corazón y su estomago se llenaron de alborozo ante la posibilidad de que por fin, en solo unas horas, estaría en tierra firme con los suyos.

 

En el puerto se había congregado en una pequeña manifestación, toda la familia Tena y Albornoz, incluyendo servidumbre, pongos y esclavos, existía una mezcla de nostalgia y curiosidad para recibir al “niño” Javier transformado en todo un doctor.

 

Los primeros días de Javier en la hacienda familiar, le sirvieron para recordar rápidamente lo severo y tradicionalista que era su padre, que mantenía la disciplina en su propiedad a “sangre y fuego”... “Tienes que tratarlos a punta de lisuras a estos cholos brutos para demostrarles quien es el patrón. Creo que la metrópoli te ha ablandado mucho Javier, yo me encargare de curtirte” le decía palmeándole la espalda..

 

Una mañana Matilde entra a su cuarto, portando una bandeja con un suculento desayuno, su queridísima nana, mantenía su altivez y serenidad de siempre... Javier quiero pedirte un gran favor, no sé si te acuerdas de mi hermano Francisco,... bueno, tiene una hija llamada Maria a quien quiero que la ayudes, va a cumplir los quince la próxima semana y desde hace unos días ha dejado de comer y se encuentra desfalleciente y tiembla de miedo por que tiene que participar en la próxima Acataymita...

 

...Existe un cholo bruto y enorme llamado Julián, que la ha escogido y se la pasa diciendo a todo el mundo, que ese día, la va a “destrozar” y por supuesto ella esta aterrorizada.

 

No sé que me estas hablando Matilde, no comprendo lo que me quieres decir.....?Que es la Acataymita?

 

Todos los años tu padre y  el resto de los hacendados, organizan la fiesta de la Acataymita, para festejar y bendecir el inicio de la siembra, los jóvenes campesinos que han llegado a la pubertad son inscritos por sus padres, en este especie de rito de iniciación. Se reúne el pueblo entero, de noche, en un paraje boscoso del campo, y los jóvenes participantes desnudos, juegan a las escondidas y trataran de llegar a la carrera a un lugar previamente designado donde recibirán trajes especiales, serán vestidos por sus respectivos padrinos y  obtendrán regalos y el reconocimiento de los chacareros en una gran fiesta.

 

Las mujeres parten primero, si un joven alcanza a una de las doncellas la puede hacer suya, sin oposición de la joven. Se cree que el amor violento y grupal, la sangre de las vírgenes, puede ejercer una mágica influencia en la cosecha.

 

Los curas han tratado de abolir esta competencia pero no tuvieron resultado por lo arraigado de la costumbre, y por que los patrones se divierten mucho con la fiesta, algunos como tu padre cree que si no se realiza la Acataymita tendrán una mala cosecha.

 

No lo puedo creer Matilde, es un completo absurdo y una costumbre bárbara, trae a tu sobrina para ver como podemos curarla y voy a hablar con mi padre sobre esa tonta competencia y por supuesto veré que  Maria no participe.

 

Pero para Javier, las cosas no fueron tan fáciles como había pensado, recibió una rotunda negativa de su padre para suspender la tradicional Acataymita y termino burlándose de el, diciéndole que si te ha gustado la muchacha simplemente “tíratela”, acuérdate que aquí en Cajamarca los patrones tenemos el derecho de pernada sobre las cholitas... y mejor aun demuestra tu hombría y compite con Julián  por la muchacha y si te la ganas te parecerá mas rica y harás un favor a tus tierras regándolas con sangre y  esencia de juventud. Y se dio media vuelta sin escuchar los argumentos de Javier y menos sus protestas  por la alusión, por que ni siquiera conocía a la tal Maria.

En los próximos días, la noticia corrió de casa en casa por todo Cajamarca y reboto en cada esquina y en cada banca del parque, fue la preocupación general, los comentarios se multiplicaron con diversos matices, dependiendo de donde vinieran.

Fragmento de una banda bordada - Museo de Brooklyn . Nueva York

-          El joven Javier se quiere tirar a la Maria.

-          Que le habrá visto a esa cholita adefesiera.

-          A la Maria le brota la puteria, igual que a su tía Olinda.

-          Julián lo va a matar si se interpone en su camino.

-          Jamás ha intervenido en la Acataymita un marques.

-          Javier no se va a presentar, por que es afeminado.

-          No se como Isabel permite estos escándalos en su casa..

 

Y cada día aparecía un nuevo comentario o una nueva versión.

 

Dos días después y cuando el escándalo ya se había desatado completamente, apareció en la biblioteca de la casa hacienda, Matilde prácticamente arrastrando a su joven sobrina... Javier aquí esta Maria para que la examines... la sorpresa del joven medico no pudo ser mayor que el de la temblorosa muchacha... la miro furtivamente, estaba detrás de la corpulenta figura de su tía, temblaba como una hoja al viento, pero de la cabeza a los pies, lucia demacrada y sus ojos color miel parecían mas grandes que de costumbre y estaban completamente vidriosos mientras las lagrimas corrían incontenibles por sus rosadas mejillas.

 

Javier, casi automáticamente y lleno de nerviosismo, solo atino decir tráela aquí a la luz, mientras buscaba una especie de estetoscopio, Matilde empujo a su sobrina, que sin levantar la cara y rígida como un palo esperaba el “suplicio” sin pronunciar palabra. Cuando el doctor estuvo frente a la muchacha noto que a el también le temblaban las manos, y sin pensarlo ni quererlo solo atino a tratar de desabotonar la gruesa chompa que tenia Maria hasta el cuello, pero solo alcanzo al primero botón, el resto era demasiado para la muchacha, que completamente ruborizada salió corriendo como alma que se la lleva el diablo y no paro hasta su casa a cuatro kilómetros de la ciudad.

 

Matilde.... yo solo quería auscultarla, ... te lo juro... balbuceaba Javier, por su puesto mi niño, disculpa a mi sobrina que es una tonta completa... pero como es de esperarse, decenas de personas habían visto salir desaforadamente a Maria de las mansión de los Tena y Albornoz y los chimes y las malidicecias, se multiplicaron.

 

Una cosa trajo a la otra y lo cierto es que nadie puede dar una real explicación, de cómo el apuesto y noble marques, Javier Tena y Albornoz, estaba la noche del 28 de Marzo de 1796, parado en la línea de partida de la Acataymita, completamente desnudo.

 

Apenas pudo divisar a Maria a la distancia, era la mas alta del grupo y se le distinguía por un lazo rojo que amarraba su larga y gruesa trenza que le alcanzaba toda la espalda.

 

A las nueve en punto sonó el pistoletazo que dio inicio a la competencia, cinco minutos después partieron los hombres. Javier sentía una frió intenso por fuera y calor abrasador por dentro por la rabia, por la barbarie, por lo absurdo.

 

Corrió sin rumbo fijo, rápido, muy rápido, lo mas que le permitían los guijarros del suelo y las espinas de los arbustos, que iban dejando pequeños surcos rojos de digna terquedad en su piel. Perdió la noción del tiempo y del espacio, y sin saberlo como ni por que de repente se vio frente a frente, en un lugar del bosque iluminado por flores multicolores por una anhelante y bella Maria que lo esperaba, como nunca nadie lo había hecho antes.

 

No necesitaron hablar, ni siquiera sonreír, solo se abrazaron y besaron con la mas pura de las pasiones y se fundieron en un solo crisol de amor y aventura, pasión y lujuria, presente y futuro, pero este éxtasis de amor duro solo un instante y fue abruptamente interrumpido por un feroz golpe

de Julián, el resto fue una gresca descomunal, de antología, de tiempos interminables, de rabia, de celos de justicia, de amor, cuando terminó la pelea, por falta de energía, los dos jóvenes contrincantes estaban desfallecientes, los traumatismos del joven marques tardaron seis meses de recuperación en la Hospital de El Retiro, en la ciudad capital, Lima.

 

Posteriormente pude indagar que Maria viajo a Lima para estar cerca de su amado y después de vencer numerosas frentes de oposición, el 23 de Noviembre de 1796 contrajeron nupcias en la Iglesia de San Francisco con la bendición del Obispo Monseñor Giussepe Tambini.

 

Referente a la Acataymita, fue oficialmente prohibida por disposición del mismísimo virrey don Francisco Gil de Taboada y Lemus, pero dicen los que me contaron esta historia que los agricultores de Cajamarca, el primer día de la siembra organizan su propia fiesta individual, una especial acataymita, con algunas variantes, solo para dos, y los resultados son fantásticos.

 

Esta especial ceremonia se puede extender a la preparación de una pachamanca o de algún especial banquete, solo hay que realizarla la noche anterior al evento, con la persona indicada, mediante una acalorada sesión de la más pura  pasión y listo por arte de magia, por supuesto de la magia del amor, la comida saldrá deliciosa y si no confía en esta historia solo pruébela y comprobara los beneficios de esta tradición gastronómica de la bella Cajamarca.