Las posadas en el México decimonónico

Martha Delfin GuillauminSe acerca la época de Navidad y en México, previo a la Noche Buena se hacen las posadas que son celebraciones en la que se vincula lo profano con lo religioso puesto que los invitados caracterizados como peregrinos y que llevan en procesión las imágenes de José y María en un burrito le piden a los dueños de casa que les den cobijo, posada, porque ella está a punto de tener a su hijo Jesús. Luego viene el acto de romper la piñata llena de dulces y frutos y beber un rico ponche caliente con algo de “piquete” para los adultos, es decir, una bebida algo embriagante.

Mural de Diego Rivera mostrando el quiebre de la piñata [1]

Mural de Diego Rivera mostrando el quiebre de la piñata [1]

No se sabe en qué momento de la época virreinal novohispana se empezó esta costumbre, pero aquí me referiré exclusivamente a la celebración de las posadas en el México del siglo XIX. “Como herencia de la Colonia, el México independiente conservó entre sus más caras tradiciones la celebración de las nueve posadas o jornadas”. [2]Entre los escritores de esa centuria se encuentra Guillermo Prieto, poeta y político, que narra cómo eran los preparativos familiares para las fiestas decembrinas cuando era niño en los primeros años de la vida independiente, es decir, luego de 1821:

Nos representa nuestra memoria a los cargadores agobiados bajo sendos canastos de verdura, de colación y de pescado… Nos revive aquella amplia cocina con sus hornillas encendidas, sembrada de metates con afanosas molenderas; aquellas cazuelas en secciones para los romeritos, los pescados y para esas ensaladas alegres, enciclopédicas, casi artísticas, que no se ven ni se saborean más que en esta noche; aquellos grupos de chicos que parten piñones y pelan cacahuates; aquella hacendosa anciana que hace repicar el almirez para hacer polvo las rajas de canela; aquellas parientas pobres, pero muy curiosas, que hacen de la hoja de jícama una estrella, de una aceituna un conejo y de un rábano una joya de filigrana; aquellos cazos para el almíbar de las torrejas, y aquellos mil gritos y risas, y ruidos que no tienen traducción y es imposible trasladar al papel. En el comedor y despensa se representaba otra escena: era la postura de la mesa para las personas, las mesitas para los chicos y la solemne distribución de colación en tompeatitos pequeños, pero con sus dulces cubiertos, sus cacahuates y tejocotes, su plátano pasado y su diluvio de anises, confites y canelones. […] La posada, el rorro, el nacimiento [el Belén], el baile… ¡Oh, cuánta delicia y emoción! [3] Sigue leyendo

Nurite, una planta medicinal michoacana

Martha Delfin GuillauminHace un tiempo me encontraba en una visita a un pueblo p’urhépecha y se estaba tratando el tema de las plantas medicinales con unas señoras del poblado ubicado en la meseta. Justo cuando estábamos escuchando su charla sobre medicina tradicional, pasaron dos muchachitos y llevaban un manojo grande de planta de nurite. Las señoras les preguntaron que qué hacían con éste y ellos respondieron que lo llevaban para la celebración de una boda, porque también lo usan como adorno. Lo que me llamó la atención fue que les reclamaron que se estaban llevando el nurite y ellos no eran vecinos del lugar. [1]

Las comunidades indígenas p’urhépechas, a pesar de las crisis económicas que afectan a México, han podido subsistir aprovechando el fuerte vínculo con la naturaleza. Una manera de apoyar su dieta y sus recursos medicinales ha sido el empleo del nurite.

Antes de pasar a hacer un breve comentario sobre el problema que enfrenta el nurite por la deforestación de los bosques michoacanos, me gustaría incluir esta definición que viene en el Diccionario de mejicanismos:

Nurite (voz tarasca/Calamintha macrostema) m. Planta de la familia de las Labiadas, llamada también poleo, té de monte o té de Michoacán, una especie de orozús. “El nombre de esta yerba es nurite y según ellos, en Castilla se llama ténurite (té nurite).” (Anales de Antropología, p. 218) [2] Sigue leyendo

Historia de los uchepos de Santa Fe de la Laguna, Michoacán

Martha Delfin GuillauminSanta Fe de la Laguna es un poblado p’urhépecha michoacano muy particular, está al lado del Lago de Pátzcuaro, fue fundado como pueblo hospital por Vasco de Quiroga, Tata Vasco como todavía es recordado, el 14 de septiembre de 1533 en el lugar que Uayameo ocupara en la época prehispánica. [1] En Santa Fe de la Laguna se puede apreciar la huatápera (lugar de reunión), es decir, el antiguo hospital, en donde se conserva la silla obispal que ocupara Quiroga. Santa Fe de la Laguna es famosa por la bella artesanía de barro que producen sus alfareros.

Entre las delicias gastronómicas que ofrece Santa Fe preparadas con maíz criollo, es decir, libre de los transgénicos a los que se oponen las comunidades p’urhépechas de Michoacán, tenemos los uchepos que, como nos informa José N. Iturriaga, “son unos pequeños tamales en hoja de elote, dulces por ser precisamente de elote tierno, que pueden hacerse con leche o con agua y lo más usual es condimentarlos con canela. Se pueden comer bañados con mantequilla y con rajas de chile poblano a un lado.” [2] Vale mencionar que a los uchepos se posibilita el servirlos solos, pero también bañados con salsa de tomate cocido rojo o verde, salpicados con crema o queso freso panela. Sigue leyendo

Tarécuato, Michoacán, el atole y el antiguo camino de la sal

Martha Delfin GuillauminHace años vi un excelente documental hecho en Venezuela a fines de la década de 1950 que aborda el tema de las salinas de Araya, me llamó la atención la manera como sacaban los pedazos de sal y los molían con golpes de palos convirtiéndolos en granos empleando una técnica que por siglos se repitió hasta que llegaron las máquinas y los hombres empezaron a explotar las salinas de otra manera más moderna. En dicho documental hecho por Margot Benacerraf se puede apreciar, además, que Araya formó parte de las riquezas del imperio español durante el período colonial ya que la sal era tan valiosa como los metales preciosos llegando a ocasionar que en esa península venezolana hubiera un fuerte militar para defender las salinas contra los piratas holandeses. Sigue leyendo

Morelos, México, la lucha por la alimentación y el buen vivir

Para Silvia Gabriela, una buena luchadora

Martha Delfin GuillauminHace unos días fui con los alumnos y varios de los profesores de la maestría en Desarrollo Rural de la Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Xochimilco a realizar una práctica de campo a la provincia de Morelos. En esta actividad académica tuvimos la oportunidad de escuchar las voces de la gente campesina de varios de los poblados del oriente de esa entidad, amén de disfrutar de ricos platillos y dulces tradicionales, estos últimos hechos con huautli, es decir, amaranto.

Los lugares que visitamos fueron Tlalnepantla, Amilcingo, Huazulco y Tepoztlán. En cada uno de ellos pudimos oír la explicación de su sistema de agricultura campesina y los problemas a los que se enfrentan. Trataré de abordar esta temática a los largo de mi escrito. Sigue leyendo