HISTORIA DE LA GASTRONOMÍA GALLEGA

1901. Un banquete a un hombre que no bebía, no amaba y tampoco se divertía: José Lombardero Franco 

Estudio de Mercedes Fernández-Couto Tella y Carlos Azcoytia
Julio 2009

Nota: Este trabajo fue publicado por la revista, perteneciente al Museo do Pobo Galego, 'ADRA' en su número 4 en el año 2009, estando el original en gallego. La traducción que aquí ofrecemos es de Mercedes Fernández-Couto Tella.
El Depósito Legal de la obra es: C-2367-2005 y el ISSN: 1886-2292, publicándose en este sitio con la autorización del Museo do Pobo Galego.

4.1.- Un periodista y diputado ¿amargado y aburrido?

Aunque el enunciado de este banquete pueda parecer exagerado nada más cerca da realidad según los contemporáneos del homenajeado que escribieron sobre su vida. No se puede decir que José Lombardero fuese precisamente el mejor compañero no ya para una fiesta o un viaje, ni siquiera como visita en casa, aunque era efectivo en su  trabajo y sin duda el peor jefe que uno pueda desear o incluso soñar en sus peores pesadillas.

Pero antes de entrar en el laberinto de su mente es importante hacer una pequeña recensión biográfica del homenajeado en este banquete.

Nace en octubre de 1864 en A Coruña según consta en su acta de diputado.

Estudió la carrera de Derecho y aunque se colegia en A Coruña no llega a ejercer, dedicándose primeramente al periodismo y más tarde a la política. Se descubre como orador en un banquete conmemorativo de la proclamación de la primera República celebrado en A Coruña; entra como redactor en La Voz de Galicia –en la que llegará a ser director- que en aquel momento era de tendencia republicana. Su evolución, hacia la derecha, lo apartará de esta redacción y lo llevará a comprar y refundar El Noroeste, en A Coruña, que convertirá en su tribuna política, haciendo de él el  gran diario conservador de Galicia.

El 19 de mayo de 1901 consigue el acta de Diputado por A Coruña, distrito de Arzúa, consiguiendo 5.466 votos de un total 7.689 votantes.

El 5 de agosto de 1901 compra el periódico El Noroeste, según consta en la edición de La Voz de Galicia de fecha 6 de agosto del mismo año.

El 30 de abril de 1903 consigue el acta de Diputado por Lugo, distrito de A Fonsagrada, consiguiendo 6.813 votos de un total de 8.705 votantes.

El 21 de abril de 1907 consigue el acta de Diputado por A Coruña, distrito de Santa María de Ordes, consiguiendo 8.023 votos de un total de 8.023 votantes, todo un triunfo.

El 8 de mayo de 1910 consigue el acta de Diputado por A Coruña, distrito de Pontedeume, consiguiendo 4.175 votos de un total de 6.358 votantes.

Muere en París, a donde había ido a tratarse una grave enfermedad, el 22 de octubre de 1912. 

Luís Antón del Olmet, colega y amigo, en su libro titulado Su Señoría hace una descripción de su carácter que no tiene desperdicio, sobre todo teniendo en cuenta que el autor se considera un fervoroso admirador de Lombardero. Entre otras cosas se puede leer lo siguiente: “Lombardero vive para la política. Lombardero no ama, no bebe, no juega, no busca la diversión en lugares de frivolidad. Carece por completo de vicios. Carece casi en absoluto, de afectos, nítida, puramente sentimentales”.

Aunque parece que lo leído está escrito por un enemigo, veremos el amor y la reverencia que le tenía al seguir leyendo la biografía de este ser, del que cuesta decir humano: “Pasea un rato [se refiere a cuando tiene vacaciones parlamentarias] por la calle Real con sus secuaces, con Tojo, con Dafonte, con Wais, conmigo... Come. Recibe durante casi toda la tarde a mil caciques. Se pone un tanto neurasténico”. Descripción que debe tomarse sin comentarios porque más adelante cuenta las tremendas noches de trabajo en la redacción del periódico El Noroeste que parecen sacadas de una novela de Frank Kafka: “Llega ceñudo, amargado por los caciques de la tarde, se sienta, y escribe el fondo. Nadie chista. Tella, Baltasar, Pepito, Eladio, Naya, Núñez, guardan silencio. Sólo José Pan de Soraluce, flor de cronistas, se atreve a decir alguna cosa. Y a veces, Lombardero levanta la cabeza lentamente, mira indeciso y vago en derredor, crispa un poco la mano cetrina, donde luce un brillante, y continúa escribiendo con gesto desabrido y trágico”. Si esto ya nos asustó, ahora nos va a dar un escalofrío: “Los que llegan tiemblan un poco... saben que los malos humores del ‘odiado burgués’, tienen poco de afables”.

Hasta el bondadoso y bromista Manuel María Puga Parga “Picadillo” sufre en sus carnes el terror que inspiraba este hombre pues “... toma su gran vaso de café, procurando no hacer ruido”.

Pero para Luís Antón del Olmet esta gallardía de Lombardero es motivo de alegría al recordarlo, sobre todo cuando cuenta lo siguiente: “¡Oh, Don José, aún siendo tan hosco y tan huraño, yo, su compañero de aquellas noches felices, tendré siempre dentro de mi corazón un hueco para quererle y admirarle”.  

4.2.- Compra un periódico, le toca ser diputado y le rinden un homenaje

Año inmejorable e inolvidable para Lombardero el de 1901, ya que llega de Cuba, compra un periódico y consigue el acta de diputado.

Este banquete que se comenta seguramente tenga como motivo la celebración de la consecución del acta de diputado. Tuvo lugar en el Circo de Artesanos, y a él asistieron figuras de primera línea del periodismo y de las letras gallegas de la época que formaban parte del equipo de redactores del citado periódico.

Tuvo que ser memorable este encuentro gastronómico ya que se sentaron junto al austero Lombardero figuras tales como Wenceslao Fernández Flórez, Pan de Soraluce (impulsor del segundo ensanche de A Coruña), López Sors, Alfredo Tella y un personaje de peso, el famoso y excelente gastrónomo Manuel María Puga Parga ‘Picadillo’, del que ya hablamos con anterioridad, que en ese mismo año editaba su libro 36 maneras de guisar el bacalao. 

3.- Un banquete de entretiempo donde no se sirvió lombarda

La invitación está impresa en una cartulina de bordes troquelados y dorados como también es dorado el cartel de menú estampado en la parte superior, con un bonito diseño modernista, y alrededor tréboles -así mismo estampados- en color verde entre los que destaca uno de cuatro hojas.

Se sirvió como entrante una sopa a la Reina, que normalmente se hacía de tropezones de  gallina, sacados de la pechuga que, pese a ser menos sabrosa que la pata, le daba un color más blancuzco y se acompañaba con pequeños trocitos de pan frito. En realidad non deja de ser una buena “Velouté” (ligada con un “roux” rubio) de ave.

Siguieron unos pequeños pastelitos de bechamel, sin especificar su contenido, que pudieron ser de pescado o de carne pero siempre con esta cotizada salsa que una vez fría es manipulable. Por ejemplo un hojaldre de berenjenas y gambas, napadas con bechamel,  se convierten en un delicioso pastel que además se puede gratinar.

Cuando un producto se napa con bechamel, se deja enfriar y después se empana para freír se denomina “Villaroy” y se sirve frío.

Después se sirvió ternera a la parisiense, plato muy representativo de la época dorada parisiense y que consistía en una guarnición de patatas, avellanas con finas hierbas, lechugas a la parrilla y  alcachofas.

La langosta en salpicón que se ofreció a continuación estaba formada por pequeños dados de verduras y otros elementos, como trufas, que estaban emulsionados con el producto principal por medio de una salsa. Esta farsa -o mezcla sólida- podía consumirse sola o bien formar parte de un relleno en pasteles, hojaldres, etc.

Encontramos de nuevo la gallina trufada que ya aparecía en el banquete dedicado a Luís Argudín Bolívar.

El resto no merece mención por la poca concreción y lo genérico de los productos. 

 


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