HISTORIA DE LA GASTRONOMÍA GALLEGA

1908. Una comida a ritmo caribeño: homenaje en La Habana a Bernardo Jambrina

Estudio de Mercedes Fernández-Couto Tella y Carlos Azcoytia
Noviembre 2010

Nota: Este trabajo fue publicado por la revista, perteneciente al Museo do Pobo Galego, 'ADRA' en su número 5 en el año 2010, estando el original en gallego. La traducción que aquí ofrecemos es de Mercedes Fernández-Couto Tella.
El Depósito Legal de la obra es: C-2367-2005 y el ISSN: 1886-2292, publicándose en este sitio con la autorización del Museo do Pobo Galego.

1.1.-A modo de pistas para no despistarse

Hasta 1904 Cuba fue el destino principal de los españoles que decidieron emigrar. De las diferentes etapas de la emigración es en esta primera –que comprende de 1880 a 1930- cuando Cuba recibe la masiva migración española, las causas habría que buscarlas en motivos económicos o demográficos, los políticos vendrían más tarde consecuencia de la dictadura.

Dentro de esta emigración española, la gallega es de tal calibre que el término gallego se hará extensivo a los españoles, convirtiéndose en sinónimo de los dos orígenes.

Este estado de cosas hacia que en Cuba, y sobre todo en La Habana, se viviese, dentro de las colonias de emigrantes, con la sensación de estar en una nueva provincia, separada por la distancia física pero muy próxima en lo sentimental, y donde cualquier noticia o evento relacionado con la patria era recibido como un gran acontecimiento digno de festejar.

Corre el año 1908, décimo aniversario de la derrota española en Cuba tras el hundimiento del Maine y de la guerra contra Estados Unidos, lo que trajo la “independencia” del país. Para la colonia gallega en La Habana – como para toda Galicia- este año fue de luto y tristeza pues el 7 de marzo muere, en la clínica Covadonga del Centro Asturiano de esa capital caribeña, el insigne escritor y el más grande poeta civil gallego: Manuel Curros Enríquez. 

1.2.- Un actor vasco en una compañía catalana que también escribía en gallego y recitaba como nadie.

Como ya hemos leído en el enunciado, es Bernardo Bermúdez Jambrina vasco de nacimiento, actor dramático de profesión y escritor de poesías en gallego por afición.

Jambrina, como se le conoce en los ambientes artísticos, es un vasco que se siente gallego hasta la médula, tanto es así que fue miembro correspondiente de la Real Academia Galega y activo participante en la Escuela Regional de Declamación -junto a Manuel Lugrís Freire, Galo Salinas y Eduardo Sánchez Miño, entre otros-, de la que fue director artístico hasta 1905, en que pasa a formar parte de la compañía de Enrique Borrás, siendo uno de los primeros actores profesionales en Galicia.

Procedente de México llega Jambrina a Cuba, la mañana del día 2 de octubre de 1908, con la compañía dramática del afamado Borrás, para cumplir un contrato firmado con el Teatro Nacional. Mientras está en La Habana, Jambrina acude con Borrás, Tovar, Begaría y la directiva del Centro Gallego, entre los que se encuentra Villar Ponte, a la casa de salud La Benéfica, dependiente del Centro Gallego, y donde les ofrecen una comida. En los postres, Enrique Borrás lee la poesía “Saúdo” que había sido escrita por el propio Jambrina. 

1.3.-Una comida de homenaje que no pudo ser en una fábrica de cervezas y sí en un parque de atracciones.

La colonia gallega, excitada por la visita organiza, a los dos días de la llegada de nuestro biografiado, una comida homenaje que en un primer momento iba a ser en los hermosos jardines de la fábrica de cervezas La Tropical. La idea tuvo que ser rechazada al coincidir con el XX aniversario de la fundación de la fábrica y tener ya, por lo tanto, otros actos programados.

No fue ésta una elección hecha al azar. En este lugar de La Habana se elaboro la primera cerveza gracias al tesón de la familia Blanco Herrera y sus jardines por cuidados y bonitos, son todavía hoy visitados por turistas y nativos.

El homenaje tenía que contar con la autorización previa de las autoridades militares estadounidenses, que eran las que mandaban. Una vez conseguida, la elección del lugar cayó en el parque del Palatino instalado en los antiguos terrenos de un noble español del que tomo el nombre.

La superficie del parque, hoy muy deteriorada, es de 11.200m2. Fue el primer lugar de Cuba donde se rodó una película un par de años antes,  el día 25 de marzo de 1906, siendo su duración de tan sólo un minuto. El director para los cinéfilos interesados, fue Enrique Díaz Quesada (hijo de asturianos).

El parque era un centro de diversiones al estilo de Coney Island Park, estaba adornado con esculturas, juegos infantiles y tres puentes ornamentales por lo que se le conocía como “El Parque de los Puentes”. 

1.4.- Domingo 18 de octubre de 1908, la colonia gallega homenajea a Jambrina.

El acto de homenaje fue un éxito tanto en la organización como en la participación, de tal forma que, según la revista Follas Novas, a las diez de la mañana ya estaban en el hermoso parque la totalidad de los invitados. Los comensales, que casi llegaban al ciento formaban tal hermandad gallego-catalana que en la sobremesa el gallego Villar Ponte hace su brindis en catalán, gentileza a la que corresponde Begaría con otro en gallego. Con este empate técnico, aplaudido con entusiasmo por el público, continuó la celebración con un aire más festivo: humoradas y poesías cómicas de M. Lafuente y A. Novo. Nuevos discursos y poesías de Tovar, Merino, Lugrís y López Pérez que rematan con el discurso de Borrás –al que se le pide insistentemente que hable en catalán- y que concluye con un abrazo a Jambrina, posiblemente como consecuencia del sol, el vino de la comida y las fuertes emociones sufridas, y todas las intervenciones son aplaudidas con fervor por los asistentes. A continuación lectura de las adhesiones de aquellos que no pudieron asistir, para terminar con un discurso de Jambrina, esta vez sin abrazos. Anochece ya y la fiesta continúa en los locales del Centro Gallego.

Cada uno de los asistentes a la comida fue obsequiado, como recuerdo del acto, con la tarjeta que reproducimos y en la que aparece en primer lugar el homenajeado y la fecha del acto, debajo una vista del teatro Emilia Pardo Bazán de A Coruña del que cuelga el escudo de España, al lado y como una cascada las fotografías de los señores que formaban la comisión organizadora: Adelardo Novo, Marcial Mosquera, Andrés Patiño, Jesús Díaz, Vicente Ruiz, Antonio Villar Ponte, Gerardo Iglesias e Dámaso Pérez, este último principal instigador del evento. Rodeando las fotos, la inscripción dedicada a Jambrina y el menú con el escudo de Galicia. 

1.5.- Un menú propiamente de la tierra, típico por completo.

No se puede decir que el menú que degustaron los comensales fuese un derroche de ingenio ni de exotismo, pero si un ejercicio de “saudade” ya que los platos eran los más representativos de Galicia: caldo y lacón.

Los entrantes no pasaron de un poco de jamón gallego, pavo y aceitunas.

El jamón gallego como todo el mundo sabe, o debería de saber, no es un plato exquisito, aunque se adorne –como indicaba Emilia Pardo Bazán- con pepinillos; la razón es que la pata del cerdo se tiene que curar con demasiada sal debido a lo húmedo del clima gallego. De hecho, en esta época, quien quería y podía comer un buen jamón recurría al salamantino de Guijuelo, muy ponderado y famoso entre los gastrónomos de principios de siglo XX.

El pavo bien pudo prepararse mechado o al estilo cubano, que consistía en sofreír el pavo en manteca de cerdo con unos dientes de ajo, perejil picado, sal y pimienta, acompañado de una salsa hecha siguiendo estas proporciones: dos tazas de caldo, avellanas tostadas y aplastadas, un ramo de finas hierbas, especias y dos yemas de huevo.

Sobre las aceituna poco hay que decir, suponemos quizás que fuesen aceitunas negras.

El primer plato fue un caldo gallego, que al parecer de Emilia Pardo Bazán era: “[…] todavía comida de los aldeanos de Galicia. Son sus elementos berzas, habas y patatas, deduciéndose que el labrador gallego es vegetariano (por la fuerza), y no le va mal con serlo, desde el punto de vista del vigor […]” para continuar diciendo que se hacia básicamente con habas, un trozo de unto o tocino, patatas cortadas en pedacitos y verdura que podía ser berza, nabiza, grelo o repollo.

El segundo plato fue un lacón con grelos. El lacón es la parte delantera, salada, del cerdo. Para elaborar este plato se deja en remojo el lacón desde el día anterior. Una vez desalado se cuece con toda la carne que va a llevar: oreja, rabo, cabeza…Cuando prácticamente está cocido, se le añaden los grelos, las patatas y los chorizos. Aunque hay muchas variantes una laconada tradicional consta como mínimo de: lacón, chorizos –se recomienda uno por cabeza y alguno de propina por si acaso- patatas y grelos en abundancia, y llega a su esplendor cuando le acompaña la cabeza y el rabo. Los límites entre una laconada y un cocido no están muy bien definidos pues, a veces, los ingredientes se solapan. El cocido lleva además de carne de cerdo, carne de vacuno, de ave, y legumbres. El de más fama en Galicia, que está llena de fiestas gastronómicas durante todo el año, es el de Lalín que al grito de “De San Amaro a San Valentín, mes del cocido en Lalín” tiene una fiesta dedicada a este plato en la que participa todo el pueblo y casi la totalidad de la hostelería de la zona.

Uno de los mayores atractivos del lacón es su carácter coral. Es para comer en familia, si la familia es amplia, o con un buen  grupo de amigos como es el caso que nos ocupa. Y aunque es una comida contundente, Picadillo nos explica el método para evitar la indigestión: 

"El labriego gallego, en carnavales,

Toma lacón para olvidar sus males;

Y en bailes y foliadas

Lo digiere después a bofetadas.

Por eso los lacones no producen jamás indigestiones"

El tercer plato que se sirvió fue un modesto arroz con pollo, cuya formula culinaria no tiene ningún secreto, pero vamos a comentar como se hacía: se partía el pollo en cuartos. Se ablandaba en aceite, cebolla y pimientos verdes cortados en tiras, en una proporción de uno a tres, luego se le añadían tomates pelados y partidos y se dejaba al fuego para consumir o reducir. Después se rehogaba el pollo y se añadía inmediatamente el arroz y el agua, a razón de una taza de arroz por dos y media de agua. Se salaba un poco y se le añadía el azafrán y algunos dientes de ajo.

Si humildes fueron los platos principales más lo fueron los postres, aunque  eso no les quita la exquisitez, ya que en primer lugar se sirvió un queso de tetilla que, por cierto, obtuvo su denominación de origen en 1996. El origen de este queso esta en los pueblos de Curtis, Arzúa y Melide, siendo totalmente artesanal su elaboración y moldeados a mano. La costumbre es tomarlo con membrillo o miel. Nuestro menú no dice nada, así que es posible que se ahorrasen este acompañamiento.

Sigue una ronda de frutas variadas, sin especificar cuales pero, estando en el Caribe donde la fruta es una delicia, suponemos que debieron servir mangos, plátanos, cocos, papayas, guayabas, mameis y piña, que son las variadas frutas de Cuba.

En cuanto al vino nada que cause sorpresa. Se bebió un tinto gallego, del que no se especifica el origen, por lo que imaginamos sería un vino corriente, y un jerez que hoy ya no se comercializa, el Marqués de Pries, por lo que no es posible saber la calidad de esta bebida.

Seguimos con el champán, que habría que decir cava porque casi seguro que precedía de las bodegas de Manuel Raventós y su marca Codorníu, pues era el único que exportaba a Cuba -desde el año 1895- con precios competitivos, muy por debajo de los franceses.

Sobre la calidad del café y el tabaco no pensamos que existan dudas.

Recapitulando, solo queda decir que fue una comida típica, barata y correcta para pasar el día al aire libre en un parque con los amigos, sin nada significativo en el sentido gastronómico. 

1.6.- Anotaciones finales.

La invitación al convite que mostramos tiene las firmas del propio Jambrina y de Enrique Borrás, de los músicos Juan Gay, catalán, y Castro Chané, gallego; de los artistas Mariano Miguel, pintor y autor del retrato de Rosalía de Castro publicado en Cultura Gallega; Luís Tovar, artista andaluz perteneciente a la compañía teatral de Borrás, y de Pascual Aenlle, escultor.

Por último hay que hacer referencia a la muerte de Bernardo Bermúdez Jambrina en 1919, once años después de este homenaje, en un accidente automovilístico en Avilés cuando llevaba con él la traducción al castellano de Follas Novas de Rosalía de Castro, que se pierde para siempre, quizás repartida entre la cuneta y los campos de alrededor de la carretera.

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