Origen del nombre bizcocho y su historia para conservarlos

 Estudio de Carlos Azcoytia
Abril 2011
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Los bizcochos o biscochos deben su nombre al estar doblemente cocidos o de doble cochura y en sus orígenes se llamaban así a una especie de panecillos muy cocidos, hechos con levadura muy añeja y masa muy trabajada que se utilizaba como alimento en las grandes travesías trasatlánticas y que casi siempre, por no decir siempre, criaban gusanos y estaban carcomidos por las ratas, de hecho son innumerables las referencias a las miserias que se pasaban en las travesías a América por los españoles, como la que contaba Herrera en el cuarto viaje de Colón: "las comidas las hacían sólo por las noches para que no se vieran los gusanos o insectos, cocidos o vivos, que venían con el pan o la menestra" y que aconsejo leer en nuestros trabajos: La alimentación de los barcos en la historia y en Historia de la alimentación en los barcos en el siglo XVI.

Según Plinio decía, los antiguos, sabían la forma de conservarlos por tiempo indeterminado, la verdad es que siempre fue la pesadilla de la marinería, pese a que no los embarcaban si no habían perdido toda su humedad.

Todos los gobiernos, en la época de los grandes descubrimientos y eternas travesías ofrecieron premios, prometiendo sumas de dinero a aquel o aquellos que inventaran algo para que no se pudrieran sin que nadie pudiera averiguar como podía evitarse tal ciclo natural... hasta que la casualidad quiso, según he leído en 'Annales des arts et manufactures', número 33 del año 1803, que una casualidad pusiera en la pista de la forma de su conservación y que lo cuenta de la siguiente forma: "Los ingleses han observado un caso particular que debe merecer la atención de los marinos"; dicha casualidad fue la caída de un saco vacío de galletas dentro de una caldera de salitre líquido, que sacaron casi al instante  pero que enjuagaron sin demasiado cuidado con agua fría, para colgarlo para que se secara. Pasados unos días lo llenaron con galletas y lo metieron en un barco que hacía la travesía hasta las Antillas; nueve meses después se hizo de nuevo a la mar para volver a la metrópolis, padeciendo calmas chichas en medio del Atlántico, por lo que abrieron el saco para terminar las existencias y llegó la sorpresa, todos los otros sacos estaban comidos por los gusanos excepto el del que hablamos, estaba milagrosamente intacto, sin la menor apariencia de gusanos ni de otros insectos, por lo que se dedujo, después de saber su historia, que se podía atribuir al salitre dicho milagro.

No es de las grandes historias de la gastronomía, es indudable, pero sí fue el alivio de muchos marinos desde entonces, por lo menos hasta que se inventaron los frigoríficos y se dotaron a los barcos con hornos.

Aconsejo igualmente leer el trabajo de las nutricionistas Carmen Navas Garatea y Elena Pulido Romero que se titula: Alimentación en el Siglo de Oro español

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