Napoleón III, la historia del concentrado de carne Bovril y las también marcas Marmite y Vegemite

Estudio de Carlos Azcoytia
Agosto 2007

Dicen que los mayores adelantos de la humanidad son consecuencia de estados carenciales y de momentos históricos donde la supervivencia del ser humano es precaria, es ahí cuando se agudiza la inteligencia y nacen los mejores y provechosos inventos, y hablando de los gastronómicos baste recordar la historia de las conservas, las sopas de sobre, las latas de conserva, la margarina y ésta del concentrado de carne, por poner unos ejemplos. Pero todas ellas, las enunciadas aquí, tienen algo en común, fueron descubiertas en el siglo XIX y todas tienen que ver, de una forma u otra, con la Revolución Francesa, sus guerras expansionistas y exportadoras de ideas republicanas que hicieron en ese país el tener que organizar unas infraestructuras desconocidas hasta la época con el fin de abastecer a sus tropas.

Centrándonos en el motivo de este estudio, la historia del concentrado de carne, debemos situarnos en primer lugar en el momento preciso que hizo posible este invento.

Corría el año 1870, Francia luchaba en campos alemanes en una de las muchas guerras de desgaste que sufrió Europa a lo largo de su historia, ahora se tiende a ser un único estado (la Unión Europea) para que el lector compruebe la necedad del ser humano, y como en toda guerra la intendencia cobra una importancia no reconocida por el gran público, ya que es imposible ganar una guerra sin soldados bien alimentados, vestidos y con munición adecuada y suficiente. Esto llevó a los generales de Napoleón III de Francia a solicitar urgentemente a sus aliados los ingleses un millón de latas de carne de vacuno; estos, los ingleses, que no tenían esa cantidad ni para sí, encargaron a un tal John Lawson Johnston (1839-1900), escocés por más señas, la tarea de ir a sus colonias de Canadá y hacer todo lo posible para satisfacer las necesidades de sus aliados.

Debía tener las ideas muy claras este hombre porque en 1874 presentó un líquido de concentrado de carne, que en principio llamó ‘Carne de vaca fluida de Johnston’ que fue la alegría y satisfacción de todos, ya que era un concentrado de carne que podía transportarse y almacenarse sin grandes dificultades y su sabor no era desagradable.

Pero llegados aquí quiero retrotraerme al pasado y hablar de los intentos que hubieron antes para conseguir algo parecido y esto me lleva al mismo Leonardo da Vinci, el cual en su Codice Romanoff (tan cuestionado por todos), cuenta lo siguiente: “El método de los priores de San Angelo, que toman pastillas en Cuaresma, y las emplean también para restaurar las fuerzas de sus compañeros, es como sigue: Reducen tres vacas a una esencia, lo cual hacen cociéndolas y luego poniendo las carnes que quedan en el puchero tras pasarlas por sus prensas y rodillos hasta que obtienen una sustancia sólida que no pesa más de 400 escrúpulos ( 340 grs.). Esto lo colocan luego en un pequeño caldero que contiene 6 (de la medida que llaman ellos) etti (0,5 kgs.) de fino azúcar siciliano (de caña) hecho por su boticario. Y luego hierven esto junto hasta que espesa, se reduce de tamaño y se transforma en esencia. A continuación llevan el caldero al lugar más alto del priorato y con una cuchara de madera lo arrojan gota a gota sobre una plancha de mármol colocada en el suelo bajo ellos, y allí se forman las pastillas. Estas son las que toman en Cuaresma, y que también emplean para restaurar fuerzas de sus campaneros. Y me han dicho que en una de estas pastillas hay sustancias nutritivas en cantidad suficiente para que una persona pueda sobrevivir por tres días sin tomar ningún otro alimento sino únicamente agua. Ahora estoy resuelto a preguntar al prior si acaso podría también reducir seis ovejas para hacer una pastilla de oveja, y seis cerdos para hacer una pastilla de cerdo, y las patas de doscientas ranas para hacer una pastilla de rana. Estoy pensando en la soldadesca de mi señor Ludovico y en el beneficio que podrían obtener con esto, ya que no habría que cargar con vacas y cerdos en su comitiva cuando fueran de marcha.

Volviendo de nuevo a Johnston, y su carne fluida de vaca, decir que la patentó con el nombre de Bovril, curioso nombre este por cierto, ya que es el primer alimento que tiene en su nombre tiene la etimología del apelativo de un alimento de una novela, de las primeras de ciencia ficción, y que no era otro que el mítico Vril que servía de sustento a una raza que habitaba las entrañas de la tierra que tenían poderes casi ilimitados gracias a este alimento. La novela se titulaba ‘The coming race’, escrita por Bulwer-Lytton sobre 1870, siendo el prefijo ‘Bo’ procedente del latín con el que se designaban a los bovinos, ‘bos’ y así se patentó, con este nombre de Bovril, un alimento que perdura hasta nuestros días y que con el tiempo fue cambiando su composición.

Muchos honores y prestigio dio a Johnston su descubrimiento, ya que vendió su fábrica en Canadá en 1880 y se aposentó en su querida Inglaterra, donde se casó con una aristócrata pasando a llamarse Lord Luke. Continúa con su patente en Europa, la cual vendió en el año 1896 por la considerable cantidad de dos millones de libras, desempeñando la presidencia de dicha empresa hasta su muerte, cuatro años más tarde. En el momento de la venta el producto se vendía con gran éxito en gran parte de Europa tanto en farmacias, tiendas y bares, pasando en el año 1889 a formar parte de la ‘Bovril Company’.

El éxito imparable en ventas hace que se necesite encontrar terrenos donde apacentar el ganado que el final terminarían dentro de los botecitos, para ello se adquiere una gran finca en Argentina, que ya había servido de matadero de yeguas y saladero desde 1870, y que más tarde fue comprada por los representantes de las sopas de sobre Liebig que tenía sede en Londres con el nombre de ‘Liebig’s Extract of Meat Company’ para pasar posteriormente, en 1909, a la compañía Bovril. Estos terrenos están ubicados al noroeste de la provincia de Entre Ríos, en el margen izquierdo del río Paraná y sirvió de industria hasta el año 1973, donde mantenía a un millón y medio de vacas, fecha en la que la empresa se retira pasando los terrenos a ser explotados, más bien estallados, por ‘Frigoríficos Regionales Argentinos’, que tras unos comienzos brillantes hace que se cierre antes de 1984, otro fracaso de la política industrial de Argentina que deja en el paro a toda la comunidad de Santa Elena. 

Bovril continuó su imparable éxito, llegando a formar otra vez parte de los alimentos de guerra en la Primera Guerra Mundial, siendo parte del sustento de las conductoras enfermeras que lo tomaban disuelto en agua caliente.

En el año 2004, con la aparición de la encefalopatía espongiforme bovina, se cernieron negros nubarrones en esta industria, el miedo a la enfermedad hizo bajar las ventas de forma alarmante por lo que los directivos de Bovril tomaron la decisión de hacer el preparado de extracto de levadura, como sus competidores de toda la vida, y de camino ganarse a un creciente segmento de los consumidores que tendían al vegetarianismo y de camino introducirse en el mercado musulmán, pero sus clientes de siempre no llegaron a ponerse de acuerdo, por lo que dos años más tarde volvió a salir con su fórmula original, eso sí, tras el levantamiento de las restricciones de la Comunidad Europea sobre estas carnes.

¿Pero estaba sola la empresa Bovril en todo este macronegocio?, evidentemente no, desde casi sus comienzos otras industrias le han pisado los talones, en especial aquellas que hacían el producto en base a levaduras de la cerveza y cuyas marcas también pienso estudiar aquí.

En primer lugar hablaré de Marmite, también producto inglés pese a su nombre afrancesado, la cual se forma en el año 1902 en Staffordshire, como producto estrella de la empresa Burton upon Trent, en poco tiempo se hace muy popular, tanto que en 1907 abren nuevas factorías cerca de Londres, llegando a su apogeo en el año 1912 cuando se descubre la síntesis de las vitaminas, ya que el producto contiene, independientemente de la levadura, cloruro sódico, riboflavina, ácido fólico y vitaminas B1 y B3.

Esta marca tras varias fusiones terminó formando parte Unilever en el año 2000.

Las preparaciones culinarias que se pueden hacer con este mejunje son variadas dependiendo del sitio y como muestra vayan algunos ejemplos:

Sobre una tostada con mantequilla; dando sabor a sandwichs y bocadillos que lleven queso; disueltas unas gotas en agua hirviendo a la que se le suma unas gotas de lima y un poco de cebolla que se utiliza en Sri Lanka como acompañamiento en otros platos; acompañando a las patatas fritas en Nueva Zelanda; como repelente contra los mosquitos porque, por lo visto, el sudor del ser humano, tras su ingesta, despide un olor que los ahuyenta. 

Tras esta muestra del gusto ‘insano’ inglés llegamos al último de los productos anunciados, el Vegemite:

Considerado un alimento tradicional de la cocina australiana, cosas hay que ver en esta vida, es como el Marmite un compuesto de extracto de levadura, que se comercializó en el año 1923, siendo su inventor Cyril P. Callister. Y para hacer ameno este estudio que mejor que contar como se escogió el nombre de esto, pues la hija del dueño de la fábrica, una tal Sheilah, escogiendo sílabas que estaban escritas en un papel, dentro de un sombrero, las fue tomando hasta formar este nombre, que ricura de niña, todo es encantador.

Es evidente que es competidor reñido del anterior que he contado y para terminar con lo gracioso del producto, ¿qué mejor que hacer referencia al slogan publicitario de 1935 que rezaba así?: ‘A mamá podrá no gustarle el sabor, pero estoy seguro que a papá sí’, tras este anuncio tan imbecil la pretensión de ampliar cuotas de mercado fracasó estrepitosamente, todo un 'triunfo' de marketing, es cierto y no miento.

Algo que caracteriza a estos tres productos es que el bote tiene forma de marmita francesa.

 

Bibliografía:

-          Enciclopedia Wikipedia

-          Web: http:// www.oni.escuelas.edu.ar 

-          Historia de Francia

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