Historia de las sopas de sobre, una resistencia numantina para no tomarlas

   Fue en el año 1.680 cuando un tal Martin sugirió un procedimiento para fabricar unos polvos de carne desecada pero durante un siglo se siguió experimentando con aquélla técnica, sin comercializarla, perfeccionándola y estudiándola para que su conservación y costo fuera el apetecible y equilibrado. La primera vez que se puso en práctica para saber lo efectiva que era fue en el año 1.779 en el que se intentó dar como alimento, caldo, al ejercito francés y fue tal el fracaso que los mando decidieron interrumpir el experimento porque casi crea una rebelión entre las tropas por considerarlo un insulto y la creencia de que querían matarlos de hambre al darles agua sucia, lo que no nos extraña dado que eso es lo que suelen, o solían, dar en el ejercito de todos los países. Recuerdo los desayunos de mi servicio militar donde supuestamente nos daban vasos de leche con cacao que más parecía agua después de lavarse los pies, algo asqueroso, y que pomposamente llamaban tomar el Toody, todavía no he podido averiguar de que estaba compuesta aquélla pócima.

   Tras el estrepitoso fracaso experimentado pasaron muchos años sin que nadie osara ensayar más sobre el tema por estar tan depreciado por la población y lo poco rentable que era y no fue hasta el siglo XIX cuando Martin de Lignac, éste es otro Martin,  produjo las Tabletas d'Ozy partiendo de un caldo desgrasado, pero tampoco fue un gran negocio y el invento tuvo que esperar casi medio siglo antes de ser apreciado por el 'gran público', aunque es cierto que en 1.804 Francois Annert junto con Grimond de la Reinière en su taller habían experimentado de forma positiva la conservación de los alimentos.

Foto de Justus von Liebig

   Como hemos dicho fue en el año 1.852 cuando se experimenta el gran salto en la elaboración de las sopas de sobre y su implantación en las cocinas de todos lo hogares, incluso algún que otro restaurante de 'medio pelo'.

   Fue el gran químico orgánico Barón Justus von Liebig (1.803 - 1.873) el que desesperado por la enfermedad anémica de la amiga íntima de su familia, Emma Muspart, el que estudió la posibilidad de elaborar un caldo de carne menos costoso, de elaboración más sencilla y rápida que los hechos de forma tradicional. Para ello Liebig determinó las proteínas que contenía la carne para sustituirlas por otras que encontró en algunas algas y cacahuetes. Esto me recuerda la inspección que le hicieron hace unos años a una de la más prestigiosa casa de aceites y mayonesa de España, donde en la planta de elaboración de mayonesa no se encontró ni un sólo huevo, naturalmente fue multada.

   Estos caldos, empaquetados y sólidos eran sintéticos con valor nutritivo parecido a los de carne y con un gusto que se asemeja a ellos, fueron finalmente comercializados en el año 1.886 por los suizos Maggi y Knorr, aunque en la web de Knorr quieran adelantar en algunos años este hecho. El primero de ellos, Maggi, era un molinero que tuvo la idea de cocer la harina de guisantes para conservarla y diluirla posteriormente en agua consiguiendo algo parecido en sabor al famoso 'potage aux pois' que fue el alimento básico de los habitantes de la Edad Media.

   Hemos visto los componentes que forman las famosas pastillas de caldo de pollo de la casa Avecrem y comprobamos que sólo contiene el 1,2 % de pollo, será para ponerle el nombre en las carátulas de los sobres o en un gesto de conservación de la especie avícola, pero lo cierto es que en las sopas de sobre hay de todo menos de lo que dicen que es y nos remitimos a la engañosa publicidad de la citada casa en los años 50 y 60 del siglo pasado en el que decían que era caldo de pollo 1000 por 100 y como las amas de casa ingenuas de clase humilde ponían como todo alimento por la noche la tacita de caldo que mas producían el efecto de un lavado de estómago y endeblez en una niñez que ya estaba falta de proteínas en una España de posguerra.

   Después de hacer éste artículo cayó en nuestras manos el llamado Codex Romanoff que se atribuye  al mayor hombre de la historia de la humanidad y sin duda del Renacimiento, Leonardo da Vinci, en él hemos encontrado una forma para elaborar caldo de vaca que por su originalidad no nos resistimos a plasmarlo en éste lugar y también para hacer una revisión del momento histórico de su descubrimiento, así como de su historia. He aquí, trascrito en su totalidad, el contenido sobre la fabricación de lo que llamó Pastillas de vaca:

   El método de los priores de San Angelo, que toman pastillas en Cuaresma, y las emplean también para restaurar las fuerzas de sus compañeros, es como sigue: Reducen tres vacas a una esencia, lo cual hacen cociéndiolas y luego poniendo las carnes que quedan en el puchero tras pasarlas por sus prensas y rodillos hasta que obtienen una sustancia sólida que no pesa más de 400 escrúpulos ( 340 grs.). Esto lo colocan luego en un pequeño caldero que contiene 6 (de la medilla que llaman ellos) etti (0,5 kgs.) de fino azúcar siciliano (de caña) hecho por su boticario. Y luego hierven esto junto hasta que espesa, se reduce de tamaño y se transforma en esencia. A continuación llevan el caldero al lugar más alto del priorato y con una cuchara de madera lo arrojan gota a gota sobre una plancha de mármol colocada en el suelo bajo ellos, y allí se forman las pastillas. Estas son las que toman en Cuaresma, y que también emplean para restaurar fuerzas de sus campaneros. Y me han dicho que en una de estas pastillas hay sustancias nutritivas en cantidad suficiente para que una persona pueda sobrevivir por tres días sin tomar ningún otro alimento sino únicamente agua. Ahora estoy resuelto a preguntar al prior si acaso podría también reducir seis ovejas para hacer una pastilla de oveja, y seis cerdos para hacer una pastilla de cerdo, y las patas de doscientas ranas para hacer una pastilla de rana. Estoy pensando en la soldadesca de mi señor Ludovico y en el beneficio que podrían obtener con esto, ya que no habría que cargar con vacas y cerdos en su comitiva cuando fueran de marcha.