Historia del huautli, las 'alegrías' de México

Artículo de Martha Delfín Guillaumín
Diciembre 2009

 

 

Martha Delfín Guillaumin

20 de diciembre de 2010

 

Por sus semilla, michihuautli significa huauhtli o amaranto

con semillas como huevecillos de pescado, y tezcahuauhtli es

huauhtli con semillas negras como el espejo de obsidiana, llamado tezcal[1]

 

Palanqueta campechana cuadrada de huautli o amaranto con ajonjolí, cacahuate, pepita y azúcar quemada. Barra de amaranto con chocolate. Bandeja de Tzintzuntzan, Michoacán[2]

 

Hace unos días me encontraba en la estación del tren ligero de Huipulco al sur de la Ciudad de México porque quería dirigirme hacia la estación del metro, el tren subterráneo, en Taxqueña. Mi propósito era llegar a la Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo capitalino, porque muy cerca de allí está la biblioteca gastronómica de la Fundación Herdez. Quería consultar los textos que me pueden ser de utilidad para un escrito que debo hacer sobre el maíz en el período prehispánico. Como es un viaje largo desde mi casa, ubicada cerca de la carretera al Ajusco, hasta el Zócalo, aproximadamente una hora y media por transporte colectivo, me entretenía observando los puestos de comida, ropa, artículos navideños y ¡dulces mexicanos! Así fue como disfruté viendo y comiendo palanquetas de amaranto, las ricas alegrías, como también se les dice. Entonces, mientras iba camino a la biblioteca disfrutando de la alegría, pensé en buscar algo de información sobre el amaranto.

 

La palabra amaranto viene del latín, amarantus[3], y esta voz a su vez del griego αμάραντος, “que no se marchita”:

 

Planta anual de la familia de las Amarantáceas, de ocho a nueve decímetros de altura, con tallo grueso y ramoso, hojas oblongas y ondeadas, flores terminales en espiga densa, aterciopelada y comprimida a manera de cresta, y comúnmente, según las distintas variedades de la planta, carmesíes, amarillas, blancas o jaspeadas, y fruto con muchas semillas negras y relucientes. Es originaria de la India y se cultiva en los jardines como planta de adorno.

m. Color carmesí.[4]

 

Lo interesante es que a la palabra náhuatl huautli, que originalmente servía en Mesoamérica para referirse a una semilla muy parecida al amaranto de la India, dejó de usarse y en la actualidad  generalmente se emplea el término amaranto o alegría. La palabra huautli significa en español:

 

huautle, huautli, huaucle o huaute.

m. Planta anual perteneciente a la fam. de las Amarantáceas [particularmente Amaranthus leucocarpus], comestible, de flores muy pequeñas y semejante al quintonil; con las semillas se prepara el dulce conocido como alegría. De huauhtli, huautle.[5]

 

Venta de Alegrías en estación de tren ligero de Huipulco, México, D. F.[6]

 

Ahora bien, ¿por qué se le dice alegría al huautli-amaranto? Según Ricardo Ortiz, el nombre alegría quizá obedezca a que los cronistas españoles usaban esa voz para describir las ceremonias religiosas de los mexicas que incluían cantos, bailes y en las que se consumía la semilla del huautli en varias preparaciones. Como había tal manifestación de alegría, los españoles nombraron así a los alimentos rituales.[7] Por otra parte, es interesante que en el Diccionario de la Real Academia Española diga que alegría es otro nombre que recibe el ajonjolí.[8] Así, yo considero que decirle alegría al huautli o amaranto es porque la semilla es tan pequeñita como la del ajonjolí y resultan parecidas aunque las plantas sean diferentes.

 

Cosecha prehispánica de huautli[9]

 

El huautli es muy nutritivo, sin embargo, se considera que su cultivo y consumo fue prohibido por los españoles por el uso religioso que le daban a las semillas. Luego de molerlas las mezclaban con aguamiel de maguey para moldear figuras de dioses como Huitzilopochtli, por ejemplo. Incluso, según algunas versiones, la masa y el aguamiel se combinaban con la sangre de niños sacrificados, aunque, según otras fuentes, sólo era untada la figura representativa del dios con la sangre de los sacrificados. A esta pasta de huautli amasado se le llamaba tzoalli, y luego de las celebraciones religiosas ofrecidas a sus dioses, el pueblo consumía las figuras que los representaban en una comunión religiosa llamada teocualo que significa “comer a los dioses”[10], es decir, se practicaba una teofagia y lo más probable es que esto no fuera bien visto por los conquistadores europeos católicos, quienes llegaban en nombre de su dios verdadero. Si a esto se le agrega que otros cereales como el trigo, el salvado o la cebada fueron incorporados a la dieta de los habitantes de la Nueva España, entonces se explica que el cultivo y consumo del huautli haya descendido.

 

“Separación de la semilla del amaranto.

Códice Florentino, lib. IV, f. 72v.”[11]

 

Una descripción muy interesante de estas fiestas en las que se consumía ritualmente el huautli la proporciona el cronista dominico fray Diego Durán cuando relata, en la segunda mitad del siglo XVI, los festejos ofrecidos por los indígenas a la diosa Xochiquetzalli durante la época prehispánica:

 

Este día antes que amaneciese se iban todos a bañar a los ríos […] Acabada la ceremonia […] así les decían los sacerdotes los que os habéis lavado id os á comer tzoalli […] tzoalli son un pan que hacen estos naturales de semilla de bledos y maíz amazado con miel negra que hoy en día se come por golosina y cosa preciada entre ellos. Era antiguamente tenida en gran reverencia y era materia con que fabricaban los dioses […] y esto de lavarse era muy ordinario el mandallo los sacerdotes por que si alguna persona iba á dar cuenta […] de alguna enfermedad suya ó de su hijo ó marido la receta que le daba era que moliese de aquella semilla y la juntase con maíz y la amazase con miel y que primero la lavase y purificase de sus culpas y luego fuese y comiese de aquello[12]

 

Para tener información colonial temprana de cómo era usado el huautli como planta medicinal por los indígenas mesoamericanos, según Ricardo Ortiz, es muy importante la obra Historia natural de Nueva España, que contiene el apartado de la Historia de las plantas, del protomédico Francisco Hernández, quien fue enviado por Felipe II al virreinato mexicano a principios de la década de 1570. Así, dice Ortiz, “es el tratado acerca de este conocimiento indígena que nos proporciona la imagen más completa del huautli como parte de la medicina herbolaria azteca en estos términos: los tallos y hojas.”[13] En particular, cita lo siguiente de la obra de Hernández:

 

… ablandan el vientre y resuelven, aplicados, los lamparones; la semilla tomada con agua endulzada sana la ictericia, y cura los llamados morbilos expeliendo el humor por el cutis […] Dicen que las hojas machacadas, mezcladas con hoilanqui y espolvoreadas, limpian las úlceras, crían carne, consumen las excrecencias y producen finalmente la cicatrización, y que una rana envuelta en ellas, cocida y comida, aprovecha a los disentéricos.[14]

 

Por su parte, el bachiller Hernando Ruiz de Alarcón, hermano del famoso dramaturgo criollo Juan Ruiz de Alarcón, nacido en el poblado minero de Taxco, en el actual Estado de Guerrero, también proporciona información sobre el uso del huautli entre los indígenas del norte de esa entidad a principios del siglo XVII. Según de la Garza Sánchez, en las primeras décadas del siglo XVII, entre 1617 y 1621, siendo cura de Atenango realizó sus pesquisas por orden del arzobispo de México Juan Pérez de la Serna acerca de “las costumbres gentílicas, idolatrías, supersticiones con pactos tácitos y expresos, que hoy permanecen y se van continuando, y pasando de generación en generación entre los indios”. En 1629 terminó de escribir su obra sobre estas indagaciones a la que nombró Tratado de las supersticiones y costumbres gentílicas que hoy viven entre los indios naturales desta Nueva España; lo interesante de este escrito es que brinda muy valiosa información sobre las prácticas mágico religiosas y medicinales de los indígenas de una zona vasta y montañosa del norte de la actual entidad federativa de Guerrero, límite con los Estados de Puebla y Morelos.[15] En el capítulo III del Tratado primero escribe:

 

De la adoración y culto que dan al huautli

Donde más manifiestamente hay formal idolatría, es al fin de las aguas, con las primicias de una semilla menuda más que mostaza, que llaman huautli, porque también el demonio quiere que le ofrezcan primicias: es pues esta semilla más temprana, endurece y sazonarse que otra ninguna, y así la cogen cuando el maíz que llaman temprano o nemesina empieza a espigar, que en tierras caliente sucede en dos meses: desta semilla hacen una bebida como poleadas para beberla fría, y hacen también unos bollos, que en la lengua llaman tzoalli, y éstos comen cocidos al modo de sus tortillas.

La idolatría está en que acción de gracias de que se haya sazonado, de lo primero que cogen bien molido y amasado, hacen unos ídolos de figura humana de tamaño de una cuarta de vara poco más o menos; para el día que los forman tienen preparado mucho de su vino, y en estando hechos los ídolos y cocidos los ponen en sus oratorios, como si colocaran alguna imagen, y poniéndoles candelas e incienso les ofrecen entre sus ramilletes de vino preparado para la dedicación, o en los tecomatillos[16] supersticiosos arriba referidos, o si no los tienen en otros escogidos, y para esto se juntan todos los de aquella parcialidad que es la cofradía de Bercebú, y sentados en rueda con mucho aplauso, puestos los tecomates y ramilletes delante de los dichos ídolos, empieza en su honra y alabanza, y en la del demonio, la música de teponaztli que es un tambor todo de palo, y con él se acompaña la canturia de los ancianos, y cuando ya han tañido y cantado lo que tienen de costumbre, llegan los dueños de la ofrenda y los más principales, y en señal de sacrificio derraman de aquel vino que habían puesto en los tecomatillos, o parte o todo delante los idolillos del huautli, y esta acción llaman tlatotoyahua, y luego empiezan todos a beber lo que quedó en los dichos tecomates primero, y luego dan tras las ollas hasta acabarse, y sus juicios con ellas, y siguiéndose lo que suele de idolatrías y borracheras. Empero los dueños de los idolillos, los guardan con cuidado para el día siguiente, en el cual juntos todos los de la fiesta en el dicho oratorio, repartiendo los idolillos a pedazos como por reliquias se los comen entre todos.

Este hecho prueba muy bien las grandísimas ansias y diligencias del demonio, en continuación de aquel su primer pecado, origen de toda soberbia de querer ser semejante a Dios nuestro Señor, pues aun en los misterios de nuestra Redención trabaja tanto por imitarle, pues en lo que acabo de referir se ve tan al vivo envidiado y imitado el singularísimo misterio del Santísimo Sacramento del Altar, en el cual recopilando nuestro Señor los beneficios de nuestra redención dispuso que verdaderísimamente le comiésemos, y el  demonio, simia, enemigo de todo lo bueno aliña como estos desventurados le coman, o se dejen apoderar dél comiéndole en aquellos idolillos.[17]

 

Es importante apreciar que hasta la fecha se sigue usando el huautli para hacer figuritas, en particular me refiero a las calaveritas del Día de Muertos hechas con azúcar, huevo y huautli, como se aprecia en la siguiente imagen:

 

Calaveritas de amaranto[18]

 

Es interesante lo que menciona Adriana de León acerca del huautli:

 

Se puede usar la hoja fresca y seca, el grano seco molido, el grano seco reventado y muchas combinaciones como mezclador alimenticio. Tradicionalmente se prepara para palanquetas llamadas “alegría fina” con miel de abeja y “ordinaria” con piloncillo. No es panificable por la ausencia de gluten, pero se puede anexar a la harina de trigo para panificación y repostería, y con maíz y soya para tortillería. Con amaranto se preparan atoles, papillas y mazapanes.[19]

 

Por su parte, Silviano Hernández comenta que durante el período prehispánico, además del atole de maíz, se hacía atole con otros tipos de semilla como el amaranto y el mezquite. “Había y hay muchas maneras de atoles, el más común el atole blanco: totonqui atolli, el atole con miel o nequatolli, el atole con chile amarillo y miel o chilnequatolli, el atole hecho con mucha masa para que quede espeso y con tequexquite llamado quauhnexatolli.”[20]

 

Afiche de la Feria de la Alegría y el Olivo[21]

 

Actualmente en Santiago Tulyehualco, un antiguo poblado de Xochimilco y que ahora forma parte de la Ciudad de México, se celebra anualmente la Feria de la Alegría y el Olivo para disfrutar de las ricas palanquetas de amaranto mezcladas con miel, cacahuate, nuez, pepitas de calabaza, pasa de uva, entre otras cosas. En cuanto al olivo, se trata de las ricas aceitunas y del aceite de oliva que se vende durante este festejo. Es importante recordar que la zona de Xochimilco formó parte del territorio evangelizado por los franciscanos durante el período colonial. Eso explica que se sembraran olivares y que hasta la fecha sea posible conseguir aceitunas en el mercado de Xochimilco. Por lo que se refiere a las llamadas alegrías, hay quienes afirman que ese nombre les fue dado por estos religiosos, en particular por fray Martín de Valencia a mediados del siglo XVI.[22] Según los organizadores de este evento la “feria se hace con el propósito de preservar la identidad de los pueblos originarios de la ciudad y fomentar el desarrollo económico de las localidades”[23]

 

Preparación de la masa de huautli en Santiago Tulyehualco[24]

 

 

Para concluir voy a citar la receta de la Alegría en el Distrito Federal que proporcionan Cristina Barros y Marco Buenrostro:

 

INGREDIENTES

2 tazas de amaranto reventado

4 a 6 cucharadas de miel de abeja

PREPARACIÓN

Se mezcla el amaranto reventado con la miel de abeja, previamente derretida a fuego suave, moviendo con una pala de madera hasta que todos los granos estén bañados en miel. Se presiona la mezcla en un recipiente rectangular engrasado, se corta en cuadros y se deja enfriar. Pueden añadirse al amaranto semillas como cacahuate o pepita.[25]

 


 

[1] Marco Buenrostro, Cristina Barros, La cocina prehispánica y colonial, México, CONACULTA, 2001, p. 18.

[2] Fotografía tomada por la autora de este artículo, diciembre de 2010.

[3] Diccionario Latino-Español, Español-Latino, España, Editorial Everest, 1995, p. 37.

[4] Diccionario de la Lengua Española, España, Real Academia Española, 2001, p. 89.

[5] Carlos Montemayor, coordinador, Diccionario del náhuatl en el español de México, México, Gobierno del Distrito Federal-UNAM, 2007, p. 67.

[6] Fotografía tomada por la autora de este artículo, diciembre de 2010.

[7] Ricardo Ortiz, Amaranto, historia y perspectivas. Usos y propiedades de la semilla de la alegría, México, Yug, 1997, p. 39.

[8] Diccionario de la Lengua Española, op. cit., p. 68.

[10] Raúl Hernández Garciadiego, Gisela Herrerías Guerra, “AMARANTO: HISTORIA Y PROMESA”, Artículo publicado en Tehuacán: Horizonte del Tiempo Vol. 1, Patrimonio Histórico de Tehuacán A. C., México, 1998 http://www.quali.com.mx/Amaranto.pdf Fecha de consulta 19 de diciembre de 2010.

[11] Cocina prehispánica. Continuidad cultural. Recetario, textos y selección de recetas y citas de Cristina Barros y Marco Buenrostro, Edición especial Arqueología Mexicana, México, Editorial Raíces, INAH, 2002, p. 36.

[12] Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, México, CONACULTA, 1995, T. II, pp. 160-161, apud Ricardo Ortiz, op. cit., p. 48.

[13] Ricardo Ortiz, Ibid., p. 39.

[14] Idem, cita el texto de Francisco Hernández, Historia de las plantas de Nueva España, en Historia natural de Nueva España, Tomo II de Obras completas, México, UNAM, 1959, p. 389. 

[15] Hernando Ruíz de Alarcón, Tratado de las supersticiones y costumbres gentílicas que hoy viven entre los indios naturales desta Nueva España, María Elena de la Garza Sánchez, introducción, México, SEP, 1988, pp. 11-25.

[16] “La superstición de los tecomates, que son los vasos en que ellos beben de ordinario, tiene su principio y fundamento en usar dellos como de cosa que está consagrada y dedicada para sus ofrendas y sacrificios idolátricos”, Ibid., p. 46.

[17] Ibid., pp. 47-48.         

[20] Silviano Hernández, Gastronomía prehispánica, Folia Universitaria, Guadalajara, Jalisco, Universidad Autónoma de Guadalajara, 2006, p. 89.

[22] Adriana de León, EL AMARANTO O HUAUTLI, op. cit.

“La tradición oral de Tulyehualco, en la delegación Xochimilco, atribuye a Fray Martín de Valencia la receta de la golosina de la “alegría”. Durante su labor misionera en sitios como Chalco, Mixquic y Xochimilco, el religioso tuvo la idea de crear un alimento basado en el grano reventado del amaranto mezclado con miel.

Tal hecho se ubica a mediados del siglo XVI, cuando el evangelizador franciscano lo dio a probar a los indígenas y a éstos les dio tanta alegría que empezaron a bailar y a tocar música, aludiendo a un antiguo ritual prehispánico, lo que dio origen a la golosina conocida hoy como “alegría”. Tulyehualco, Distrito Federal; Zacualpan de Amilpas, Morelos; Huaquechula, Puebla y San Miguel del Milagro, Tlaxcala, son de los principales sitios de producción del amaranto con fines comerciales, excepto en las localidades del Balsas en Guerrero que lo hacen con fines rituales.” Recuérdese que el norte del actual Estado de Guerrero, límite con Puebla y Morelos, fue la zona que trabajó el bachiller Hernando Ruiz de Alarcón.

[23] Sara Pantoja, El Universal, Ciudad de México, jueves 28 de enero de 2010, Celebrarán feria del amaranto en Xochimilco. Durante 15 días, productores directos se congregarán en la 39 Feria de la Alegría y el Olivo para vender sus productos http://www.eluniversal.com.mx/notas/654904.html Fecha de consulta 14 de diciembre de 2010.

[24] Venta de amaranto   Foto: Archivo EL UNIVERSAL, http://www.eluniversal.com.mx/notas/654904.html Fecha de consulta 14 de diciembre de 2010.

[25] Cocina prehispánica. Continuidad cultural. Recetario, op. cit., p. 36.

 

Salir de esta página