En el nombre del plátano, (1)

ainartEn general, acostumbramos a fiarnos del diccionario.

También tendemos a pensar que los significados de las palabras que contiene han permanecido más o menos intactos desde el albor de los tiempos hasta nuestros días.

Y la tercera cuestión, de gran importancia al hablar del mundo natural, es que solemos tener la impresión de que los nombres comunes que empleamos para referirnos a los vegetales (por poner un ejemplo) reflejan una realidad biológica.

Oséase: que existe algo en el mundo vegetal que se corresponde exactamente con lo que llamamos rosa, o acelga, o menta.

Pues bien.

Siento aguaros la fiesta, pero tendré que echar por los suelos estas tres ideas, que a menudo tenemos bien enraizadas en nuestro interior —¡aun sin haberlas nunca pensado!—, y que tanta seguridad suelen darnos.

Porque, al menos en lo que a los vegetales se refiere, no funcionan.

1 | El diccionario se equivoca. No lo hace a propósito, pobre; creo que se debe, sencillamente, a que los que redactan las definiciones referidas a entidades naturales no son científic*s… y claro, si ya entre profesionales se arman unos líos fenomenales, para los no expertos el cacao lingüístico puede ser aún peor.

2 | El diccionario, y la relación entre significantes (palabras) y sus correspondientes significados, evoluciona en el tiempo y en el espacio. Que una palabra usada actualmente aparezca en una obra del s. II aC, no quiere decir automáticamente que su sentido entonces, coincida con el que hoy posee; puede ser, sencillamente, que tuviese un significado distinto que luego perdió.

3 | Las lenguas no están ‘hechas’ para ser precisas a nivel botánico (ni zoológico, ni lógico, ni ná de ná).

Y dejadme que lo ilustre tomando un ejemplo curioso, que es el del plátano.

 *

Primero, empecemos por el diccionario.

Voy al de la Real Academia Española (en línea), y si busco la voz <plátano>, me sale:

  1. m. Árbol de la familia de las Platanáceas (…)
  2. m. Planta herbácea de grandes dimensiones, que (…) [p]ertenece a la familia de las Musáceas (…)
  3. m. Fruto comestible de esta planta (…)

Hasta aquí, bien. No tengo grandes quejas (aunque sí hay casos un poco desastrosos…).

Pero vayamos a ver lo que pasa cuando seguimos leyendo:

plátano grande.

1. m. Fruto comestible de una planta musácea de origen indo-malayo, llamada higuera de Adán, muy cultivada hoy en África tropical. Es mucho más grande, encorvado y verde al exterior.

plátano guineo.

1. m. Fruto de otra musácea del mismo género que el anterior, procedente de una especie originaria de la India y muy cultivada en América Central y las Antillas.

Yyyy no. Ya nos estamos armando un lío.

Que conste que no los culpo en absoluto, dado que todo el mundo se arma un lío en asuntos bananísticos (quizás un día ya no nos meteremos en berenjenales, sino en platanales). De hecho, no voy a ser yo la que lo aclare en dos líneas aquí y ahora… pero quedémonos con una distinción importante que nos da el diccionario:

la palabra plátano designa, hoy por hoy, a dos árboles distintos.

Y no “un poquito” distintos, sino muy distintos.

Como que sus respectivas ramas evolutivas han seguido caminos divergentes desde tiempos de dinosaurios.

a | El género Platanus es el único de su familia (Platanáceas), y está distribuido tanto por Eurasia como por América (del norte, México). Las especies más conocidas en Europa son dos: P. orientalis (nativo en la península Balcánica y el Himalaya), y P. occidentalis , en la franja oriental de Norteamérica.

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b | El género Musa, al que pertenecen los plátanos comestibles, es originario del sudeste asiático, con las especies principales (M. acuminata, M. balbisiana) presentes en Indonesia-Nueva Guinea, Filipinas, Indochina, India, y regiones circundantes.

banana-hortusmalabaricus

Por otra parte, el diccionario nos dice que la palabra <plátano> proviene “Del lat. platănus, y este del gr. πλάτανος”. La raíz griega πλατύς vendría a significar ‘muy abierto, plano, ancho, esparcido’, y haría referencia a sus hojas, planas (… como, ehm, ¿casi todas las hojas? Pero bueno, se entiende que los griegos, habituados generalmente a árboles de hoja mucho más esclerófila y pequeña, adaptada a condiciones mediterráneas, admirasen las grandes hojas del plátano de sombra).

Ahora.

Si tenemos dos tipos de «plátano» que pudieron estar en contacto con los sapientísimos griegos y latinos, uno en Eurasia, y otro en el Índico… ¿cuál de los dos es más probable que fuese el conocido por los antiguos?

Los que digan que el primero, habrán acertado. Plátano (platanus) es como llamaban los antiguos al P. orientalis, teniéndolo en gran estima por la sombra hermosa y fresca que da. No era un árbol autóctono, pero una vez introducido “se convirtió en el árbol preferido para poblar los paseos públicos y los jardines”, hasta el punto que los romanos lo consideraban “el símbolo mismo de una finca de recreo”.

Cuando Platón nos cuenta que Sócrates conversaba a la sombra de los platanus, o leemos sobre plátanos plantados en el Liceo de Aristóteles y en el Ágora ateniense, dejemos de imaginarnos las frondas de bananeros meciéndose al viento: está clarísimo que eran Platanus sp, plátanos de sombra.

Así pues, se ha producido una deriva-ampliación semántica, que puede inducir a error si no se toma en consideración.

Pero vayamos al grano platanístico de la historia.

A saber:

¿cómo diantres llegamos a la segunda definición de plátano del diccionario?

Misterio.

No, de verdad.

Fijémonos en el mapa lingüístico de nuestro vecindario, y observaremos una cosa curiosa:

Mapa-linguistico-Musa-smaller

¿Lo habéis notado?

Somos los únicos, pero que los únicos (bueno, castellano, catalán, y euskera) que han llegado a este punto 2. del diccionario bajo la voz <plátano>. En las demás lenguas que nos rodean, se diferencian claramente las palabras para referirnos a los unos y los otros:

  • Inglés: banana/plane tree
  • Italiano: banana/platano
  • Francés: banane/platane
  • Alemán: banane / Platane
  • Portugués: banana/ plátano

Somos los únicos que lograron la proeza de botánica lingüística coloquial de confundir en un mismo vocablo a estos dos caballeros del reino vegetal:

planatus-vs-musa-tree

¿Tú te lo explicas?

Yo, no.

Me sé la “versión oficial”, las hipótesis que intentan explicar este misterio, claro que sí. Pero, qué quieres que te diga… sigue pareciéndome sorprendente.

Porque lo más convincente que se les ha ocurrido es que el plátano de sombra da, pues eso, sombra, y que como también Musa tiene hojas grandes, planas, y hermosas, le habrían dado el mismo nombre que el de su lejanísimo pariente.

Siempre pienso que cualquiera que razone así tiene que salir al campo y ver un Platanus, luego una Musa; a parte de ser verdes, no sé qué más tienen en común sus hojas:

platanus-vs-musa

Y es que ni siquiera la persona que primero dio testimonio de esta extraña confusión, Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), les ve ningún parecido…

“(…) De todas estas propiedades y partes que el plinio escrive[sic] del plátano secolije(?) que estos que aca se llaman platanos no lo son: ni de aquellos que Plinio escrive ninguna manera de fruta ni utilidad se comprehende sino sombra, y estos otros que acá tenemos llevan la fruta que he dicho, y sombra no la puede dar uno solo buena, sino muchos y espessos[sic].”

Cuánta razón tiene. Lo digo como alguien que se ha puesto debajo de plátanos-bananeros, y debajo de plátanos de sombra… nada, no hay color. Y Fernández de Oviedo nos explica por qué:

“Porque no tienen ramas, sino solamente aquellas hojas y rotas las mas: ni tampoco pueden defender a nadie del sol ni del agua enteramente. Antes parece que llueve mas debajo dellos: porque las mismas hojas hazen[sic] innumerables goteras: porque pocas estan del todo enteras sino rompidas[sic] en muchas partes (…)”

La historia general de las Indias, 1535

Dedica a nuestros frutos musáceos buenas cuatro páginas (de su libro octavo), y en ellas no menciona ni una sola razón por la que se justifique esta confusión de nomenclatura. Ni una. Todo son motivos para reiterar que llamarlos plátanos es incorrecto, porque no lo son.

(A este señor de vida ajetreada, tras haber crecido en ambientes cortesanos viajó a las Indias repetidas veces, ocupando cargos de responsabilidad a lo largo de los siguientes 20 años, y con oportunidad de ver América central, la Hispaniola, y Colombia. Ello no habría tenido mayor trascendencia para nosotros, ni para la historia de los plátanos, si no hubiese sido un aficionado a la historia natural. Al redactar su Historia general de las Indias (versión “abreviada” en plan sumario, en 1525; la versión extendida, en 1535), incluyó la que se considera la primera mención de Musa-llamada-plátano).

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Creo que ya podría pararme aquí, si mi propósito fuese únicamente aportar pruebas de que no podemos fiarnos a ciegas ni del diccionario actual, ni de su validez/inmutabilidad en el tiempo, ni de su utilidad para hablar de vegetales.

Y todos me lo agradeceríais.

Pero no voy a hacerlo (… ¿oigo gritos horrorizados de fondo?), porque este misterio platanístico me llama (o quizás me seduce, dada la fama afrodisíaca de la fruta…), y no puedo dejarlo ahí, tan a medias, sin intentar avanzar un poquito más.

Vamos a ello… pero en otro artículo 🙂

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Referencias&Bibliografía

Del plátano Platanus sp, mis fuentes principales han sido:

Para el área de distribución nativa de Platanus orientalis, nada mejor que consultarlo en la Flora Iberica, a través del portal Anthos.es (un desastre de usabilidad, pero siempre de gran utilidad).

Para las referencias a los plátanos en la antigüedad griega y romana, puede consultarse a Segura Munguía, S. (Ed. Torres Ripa, J.). 2005. Los Jardines en la Antigüedad. Bilbao: Universidad de Deusto (alrededor de la página 135… no cogí bien el apunte, ay).

Explicaciones sobre hojas planas (… pff), en un artículo que por lo demás me parece muy interesante: Amorós Fernández, A. 2014. El griego en la nomenclatura científica de la botánica: el jardín del Malecón, Murcia. Thamyris, n. s. 5 (2014) 3-30.

El mapa lingüístico de Musa está sacado de la web European Word Translator: an interactive map.

La obra de Fernández de Oviedo y Valdés puede consultarse libremente vía Google Books… aunque no sé si lo recomiendo, porque las imprentas desconocían lo del espacio en blanco (¿horror vacui librístico?), y se hace cuesta arriba descifrarlo.

Ilustraciones

Las fotografías, de una servidora; la ilustración de Platanus orientalis, de Redouté <3 en la obra de  Duhamel du Monceau, H.L., Traité des arbres et arbustes, Nouvelle édition [Nouveau Duhamel], vol. 2: t. 1 (1804), vía plantillustrations.org.

La ilustración de Musa está sacada del Hortus Malabaricus de Van Reede. Mis ilustraciones preferidas : D

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