HISTORIA DE LA COCINA Y LA GASTRONOMÍA

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Historia del pez Capitán de la Sabana y su gastronomía en Colombia


Trabajo de Cecilia Restrepo Manrique

Octubre de 2011

Nota de la redacción: El trabajo que leerá es consecuencia del que se presentó, quedando finalista, en el Premio Nacional de Gastronomía 2011, convocado por el Ministerio de Cultura (Dirección del Patrimonio) de la República de Colombia, donde nuestra compañera Cecilia Restrepo Manrique como especialista de Ciencias Sociales, junto a Doris Méndez, asesorada por Mildred Méndez, como especialistas en Medio Ambiente y el Chef Luis Carlos Segura, autores de este trabajo, elaboraron un plato a rescatar dentro de la tradición de Colombia, un trabajo en equipo que enriquece la cultura gastronómica a nivel mundial y asegura un futuro pleno a las aspiraciones turísticas de dicha república americana, donde sus inigualables paisajes, junto a la degustación de la cocina autóctona, son un patrimonio nacional inmaterial y cultural donde los turistas podrán deleitarse de la naturaleza y armonizarla con una gastronomía de platos autóctonos que harán inolvidable la visita al país.


Mercado de la plaza Mayor de Ramón Torres Méndez (1860)

JUSTIFICACIÓN ANALÍTICA 

Cuando se habla de la cocina típica bogotana, vienen a la memoria todo un grupo de preparaciones que por tradicionales, han sido ampliamente difundidas, lo que ha permitido que sobrevivan al paso del tiempo y que se constituyan como los platos insignes de la región. Es así como ajiacos, tamales, pucheros y empanadas se han apropiado no sólo de los recetarios bogotanos sino también de la memoria e identidad de los capitalinos y de todos aquellos que en estas preparaciones los ven representados. De esta manera, cuando se hace alusión a los ingredientes característicos de esta cocina hacen su aparición las papas, las hibias, los cubios, las chuguas, el pollo y la vaca como amos y señores de las cocinas, de las mesas y de la identidad culinaria de nuestra sociedad. 

Pero es difícil para propios y extraños, pensar que al igual que en estos productos, la identidad de la cocina bogotana pueda estar ligada mucho más a recursos suministrados por sus ríos, lagos y lagunas, que por sus sabanas, e incluso que, con base en estos mismos recursos, se pueda haber originado el que antaño fue considerado uno de los platos más representativas  de esta cocina: El Sudado de Capitán. Esta preparación tan clásica y tradicional como Bogotá misma recoge en su esencia el proceso histórico vivido por esta sociedad y nos revela a través de sus ingredientes, técnicas y utensilios  la verdadera identidad de la cocina bogotana, la cual está ligada a recuerdos de familia, de plazas y de tradición. 

El sudado de Capitán presente tanto en la memoria como en el gusto de los bogotanos, es una preparación capaz de suscitar no sólo recuerdos sino también emociones, de revivir historias olvidadas de aquellos hechos que por cotidianos dieron origen a la identidad bogotana, la cual, con el paso del tiempo, se ha ido desvaneciendo. El sudado de Capitán a diferencia de la mayoría de los platos considerados tradicionales, está exento de prolongados y complejos procesos de elaboración, y con su sencillez, destaca el sabor y particularidad de cada uno de sus ingredientes como su valor más apreciado.  

Es así como este plato, donde se mezclan con naturalidad y maestría el pescado, la leche, la cebolla y el calado, entre otros ingredientes, deja entrever no sólo la riqueza y biodiversidad de la zona, sino también el orgullo y el apego de los bogotanos de una época por su comida. Pero si algún elemento de esta preparación puede representar tal riqueza y biodiversidad, son los peces. Históricamente y ante la sorpresa de muchos, los peces han formado parte importante de la cocina bogotana, especies como la guapucha y el Capitán hicieron parte del menú cotidiano sin distinción de clases, pero quizá el Capitán de la Sabana, por ser la especie exclusiva de la zona, es el que con mayor fuerza logró arraigarse en el gusto de esta sociedad convirtiéndose en un referente de su identidad gastronómica.  

El pez Capitán de la Sabana cuyo nombre científico es Eremophilus mutisii, fue descrito por primera vez por Alexander von Humboldt durante la Expedición Botánica (1788 – 1802); su nombre es un homenaje a José Celestino Mutis, y traduce “amante de la soledad”. Esta especie perteneciente al grupo de los Bagres[1] (Siluridos), es la única que habita las regiones altas en Colombia, su distribución geográfica entre los 2500 y 3100 msnm permite catalogarlo como especie endémica[2] del  altiplano cundiboyacense, región que comprende las zonas de la Sabana de Bogotá, los valles de Ubaté y Chiquinquirá y los valles de Duitama y Sogamoso, la cual tradicionalmente ha sido identificado como “el país de los muiscas[3]  

El Capitán puede ser considerado el bagre de mayor tamaño que habita las aguas frías de los sectores montañosos del altiplano[4], tanto así que se cataloga como uno de los valores ecológicos más importantes en la cuenca alta del río Bogotá, donde las condiciones ambientales aun se conservan intactas y la especie se encuentra presente[5]; habita también en lagunas, embalses, pantanos, vallados y aguas donde el flujo es lento, entre ellas: los embalses del Neusa, Sisga y Tominé en el departamento de Cundinamarca; y en el embalse de la Copa y la laguna de Tota en el departamento de Boyacá, entre otros[6].  

Este pez permanece muy cerca del fondo de los cuerpos de agua por lo cual se dificulta su captura. Su régimen alimenticio es carnívoro pues es depredador activo de crustáceos, moluscos y larvas de insectos acuáticos[7]. Esta especie se reproduce todo el año, aunque presenta picos reproductivos que coinciden con los periodos de lluvia, su fecundidad oscila entre 10.000 y 50.000 huevos por hembra y puede vivir en condiciones de bajas concentraciones de oxígeno e incluso respira directamente aire cuando esta fuera del agua[8]. Actualmente se encuentra  categorizada nacionalmente como Especie Casi Amenazada (NT), lo que indica que de no iniciarse programas para su preservación y conservación podría llegar a calificarse como amenazada o críticamente amenazada

El pez Capitán ha estado ligado al desarrollo y evolución de la región desde épocas prehispánicas, fue parte de la dieta de los Muiscas, grupo que pobló inicialmente las sabanas, quienes lo llamaban Guamuhyca[9]. El entorno de la sociedad Muisca se caracterizaba por la abundancia del agua, estaban rodeados de ríos, lagos y lagunas, hecho que se vio reflejado en muchos aspectos de su cultura como su mitología y su alimentación. El sistema alimentario de los Muiscas estaba basado en la agricultura, sin embargo, las carnes estaban presentes en su dieta diaria y estas  eran obtenidas mediante la cacería de animales de monte así como la pesca.  

Los Muiscas se distinguieron por sus habilidades para pescar, “utilizaban la red (iaia) o el anzuelo (tijisua) para capturar a los peces Cuero –como también son conocidos los capitanes-, esta captura se llevaba a cabo en pequeños canales adecuados para la crianza de los peces o en pozos (chicua)”[10]. Aunque generalmente se piensa que sólo las comunidades indígenas ubicadas cerca del mar o en las riberas de los grandes ríos fueron quienes consumieron habitualmente el pescado, podemos observar que, los muiscas a pesar de estar situados al interior del país, hicieron de este un producto habitual y recurrente en su economía y alimentación[11].  

Posteriormente a la llegada de los conquistadores, dadas sus penosas circunstancias alimenticias, estos se vieron obligados a aceptar la comida indígena. Inicialmente muchos de estos alimentos fueron rechazados por no ser agradables a su gusto, sin embargo el pescado Capitán mereció los elogios por su buen sabor, llegando a ser catalogado por el mismo Jiménez de Quesada como “admirable cosa de comer”[12]. Ya en la colonia se originó y consolidó el mestizaje culinario por medio del cual se combinaron tanto productos como técnicas nativas y españolas generando así lo que hoy se conoce como la cocina criolla, de la cual no escapa la cocina bogotana y sus productos propios como el Capitán. 

Fue en esta época cuando, motivados por la intención de reproducir su paisaje alimentario, los españoles trajeron a estas tierras productos característicos de su alimentación. Es así como hicieron su aparición la vaca y sus derivados, el cerdo, la gallina, la cebolla, el ajo, el trigo y las arvejas entre otros, los cuales revolucionaron la cocina y las costumbres alimenticias, llegando a ser considerados la base de la cocina típica bogotana. No obstante la mayoría de estos productos, especialmente las carnes, por sus altos precios eran consumidos sólo por las clases pudientes de la naciente sociedad fortaleciéndose de esta manera el consumo de los productos nativos como el Capitán, para el resto de la población, que cabe decir eran la gran mayoría[13]

Pero si algo potenció de manera determinante el consumo del Capitán, en la mesa y tradiciones bogotanas fue la religión, ya que las prácticas propias de ésta vedaban el consumo de carnes hasta 180 días al año[14] y permitían solamente el consumo de pescados. Es así como en épocas tan importantes como la Cuaresma, Semana Santa y Navidad el Capitán se convirtió en el protagonista en las mesas santafereñas sin distinción de estratos. El documento escrito en 1799 por Doña Angela Isidra del Campo corrobora este hecho y demuestra la importancia del consumo de pescado Capitán en las tradiciones navideñas de Santafé, pues era el producto insigne del plato representativo de la cena de Noche Buena[15].  

Hacia mediados del siglo XIX, gracias a los testimonios escritos  por viajeros extranjeros que vinieron a Santafé como Isaac Holton (1852) y a las narraciones costumbristas de José María Cordovez Moure (1899), se conoce que la costumbre del consumo de pescado capitán prevalecía en la cocina y en la mesa[16], ya que el recurso persistía en las lagunas y los ríos de la ciudad como el San Francisco y San Agustín[17], e incluso que dicha costumbre sobrevivió pese a la influencia inglesa y francesa que marcaba las prácticas culinarias de la época como consecuencia de las reformas económicas.  

A principios del siglo XX se conocen usos y costumbres populares asociadas al Capitán que la sociedad bogotana realizaba y las cuales formaron parte de los rituales previos a la preparación del plato, entre ellas la pesca nocturna del pez, su venta en plazas como la del 12 de Octubre y Paloquemao donde se conservaba, vendía y transportaba vivo en canecas o recipientes; en las casas igualmente se mantenía en piletas, estanques o albercas y era alimentado con pan hasta ser consumido.  

De esta forma podemos observar como el pescado Capitán y sus preparaciones han estado presentes en la cocina bogotana desde épocas lejanas. Su consumo se daba tanto en la cotidianidad como en los días de fiesta y celebración, situaciones que permitió mostrar a través de las diferentes preparaciones como relleno, en rollo, asado, frito, gratinado y por supuesto sudado, la inventiva de un pueblo expresada a través de su cocina. Pero es importante destacar que entre estas recetas es el Sudado de Capitán la que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo transmitiéndose de generación en generación por vía oral.  

De igual forma la leche es otro de los productos que caracteriza esta receta. Su empleo es propio de la cocina bogotana no sólo para la elaboración de panes, amasijos y dulces sino también, de manera particular, para la preparación de los platos de sal como son  la changua, la sopa de pan y los sudados. Su aparición hace parte del aporte español a nuestra cocina criolla con la introducción del ganado vacuno. Este gusto por el consumo de la leche y sus derivados como la mantequilla y el queso es una influencia claramente española que permeó el gusto de la sociedad santafereña y que aun sobrevive, tanto así que hoy en día es base importante de la dieta y ha llegado a convertirse en producto primordial de la economía local, ya que las principales lecherías se encuentras ubicadas en el valle de Ubaté. 

La Cebolla Junca (Allium fistulosum Linnaeus)[18] es otro ingrediente igualmente importante tanto para la preparación como para la cocina bogotana, también es conocida como cebolla larga, en rama o de hoja. Esta Hortaliza de origen asiático llegó con los españoles a los fogones santafereños y fue  aceptada por la población indígena. Se cultiva en altitudes de 0 a 2700 msnm[19]; en Colombia es una de las hortalizas de mayor importancia por área sembrada[20] y el departamento de Cundinamarca es considerado como el segundo productor a nivel nacional[21]. Generalmente es empleada en estado fresco en las diferentes preparaciones, es uno de los condimentos que da a la comida típica bogotana su sabor característico y es usual el empleo no sólo del tallo sino también de las hojas como parte de las costumbres culinarias de la región.  

El uso del calado, que es una especie de amasijo o galleta delgada y redonda propia de la región, hecha a base de harina de trigo, es el ingrediente que aporta la textura a este plato. Utilizado popularmente como espesante, rallándolo para obtener una miga, es el reflejo de la recursividad de las cocineras, al igual que de la destreza para mezclar ingredientes y dar origen a agradables sabores. Actualmente se pueden encontrar tanto los de preparaciones artesanales como los industrializados, hecho que debe tenerse en cuenta ya que este ingrediente afecta también el sabor de la receta.  Otros productos usados comúnmente para espesar la preparación son las almojábanas y la miga de pan, las cuales representan las variantes naturales de la receta y la disponibilidad de recursos en cada hogar. 

Pero tan importante como sus ingredientes, es la técnica utilizada para la preparación de este plato, la cual lo une todavía más a la identidad de la cocina de Bogotá y Cundinamarca. El sudar o sudado, de donde deriva su nombre el “Sudado de Capitán”, es una técnica de preparación propia de Colombia y utilizada ampliamente en la cocina de la región. Puede definirse como una forma de cocinar las carnes con poco líquido casi siempre con vegetales y acompañado con trozos de papa y yuca entre otros[22], se podría decir por su semejanza, que esta técnica es un tipo de estofado derivado de la cocina europea, donde esta forma de preparación hace parte de sus costumbres culinarias y la cual debió llegar con los españoles como parte de sus aportes a nuestra cocina.  

Según la información suministrada por los portadores de la tradición estos sudados eran preparados tradicionalmente en ollas de barro, lo que  daba el particular gusto a la comida. Su uso forma parte de los utensilios característicos de la cocina y cultura de los muiscas, constituyéndose en una herencia que ha sobrevivido hasta nuestros días. A pesar de haber sido reemplazada por el uso de ollas de acero y otros materiales “debería retomarse para recuperar la tradición y la esencia del sabor del altiplano”[23] 

Este plato que fue muy valorado por los bogotanos y que llego a ser parte del menú de los siglos XIX y XX, hoy en día vive solamente en la memoria más no en las cocinas, debido a los diversos factores que han afectado a nuestra cocina tradicional como son los cambios culturales a los que Bogotá, como capital, se encuentra sometida a causa de las migraciones internas, lo cual genera la mezcla de las costumbres gastronómicas; las influencias comerciales que han inundado los mercados con diversos productos, especialmente pescados de otras regiones y países, al igual que la introducción y cultivo de especies foráneas que como la trucha, la cachama y la tilapia, las cuales han desplazado al Capitán tanto de las mesas como de las plazas donde originalmente se vendía. 

Pero si algo afecta de manera importante a este plato es  la presión a la que se encuentra sometida la especie por aspectos tales como: el deterioro de su hábitat, debido a la disminución no sólo de la calidad sino también de la cantidad de las aguas del altiplano como consecuencia de los problemas de contaminación y de la pérdida de cobertura vegetal; el empleo de artes y métodos pesqueros inapropiados y la ausencia de medidas de manejo[24]. Adicionalmente la generalizada pero equivocada idea de la extinción del pez a causa de la contaminación del río Bogotá, hizo que el Capitán se convirtiera más que un pez que habita los ríos, lagos y lagunas del altiplano en toda una leyenda. 

Es así como a través del “Sudado de Capitán”, se logra no sólo reconstruir nuestra historia, desde los muiscas hasta épocas contemporáneas, sino también rescatar parte de la identidad y costumbres olvidadas de los bogotanos, grupo que en un tiempo fue reconocido por el apego y valoración de sus costumbres y en el que se demuestra la variedad y originalidad de la cocina tradicional bogotana, la cual no está sustentada únicamente por la fertilidad de sus sabanas, sino también por los cuerpos de agua de la región los cuales a través del tiempo fueron desapareciendo.  

En efecto ejemplares adultos con pesos superiores a los 200 grms son frecuentes en las capturas y se han registrado máximos de 50m grms en los sistemas. Se debe anotar que en los primeros reportes sobre la especie se mencionan tallas hasta de 50 cms. Si bien toda la disponibilidad actual se soporta en actividades de pesca se sabe que en algunos cuerpos de agua la extracción es permanente lo que indica la existencia de un mercado estable y permanente dirigido especialmente al consumo propio de habitantes de sectores aledaños a estas áreas. Han sido evaluados aspectos relacionados con la calidad de la carne del El Capitán; por ejemplo perfiles de ácidos grasos corroboran su calidad.[25] 

Estos hechos evidencian la estrecha relación entre la conservación de los ecosistemas y su diversidad con las costumbres gastronómicas de las regiones, ya que  su importancia no radica solo en ser nuestro patrimonio natural, sino también en que es la base material de la cocina tradicional. Por lo antes mencionado creemos que este plato, donde se refleja la historia y costumbres gastronómicas de los bogotanos, debe ser  considerado patrimonio cultural inmaterial de la región y del país.


Nota aparecida en un periódico colombiano hablando del que publicamos

RECETA DEL SUDADO DE CAPITÁN

 

Ingredientes (para 6 personas) 

12        unidades de pescado Capitán

            Lejía (ceniza) para limpiar el pescado 

70        grs de cebolla larga o junca

5          grs de ajo

30        grs de miga de calado artesanal

500      ml de leche entera

80        grs de mantequilla sin sal

3          grs de color amarillo

1          grs de comino tostado y molido

            Sal al gusto

Preparación 

Retirar la capa amarilla que recubre el pescado espolvoreándolo con lejía de manera que quede completamente cubierto, dejarlo reposar por 10 minutos. Luego, frotarlo con la lejía y lavarlo con abundante agua hasta que quede completamente limpio y la piel se vea negra – azulosa. Posteriormente retirar las vísceras y las agallas. 

Cortar la cebolla en tiras largas y picar el ajo finamente. En un recipiente grande fundir la mantequilla teniendo cuidado de que no se queme, agregar la cebolla, el ajo y el comino, cocinar hasta que la cebolla esté brillante. Agregar los pescados “Capitán”, disolver el color en la leche y adicionar a la preparación. Sazonar con sal y tapar. Cocinar a fuego lento hasta que los pescados estén cocidos teniendo cuidado de no desbaratarlos. Agregar la miga de calado, cocinar unos minutos más hasta que la salsa espesé, bañar los capitanes con la salsa y bajar del fuego. 

Al momento de servir rociar con miga de pan. Acompañar de papa salada y arroz con arveja.

  
De izquierda a derecha Mildred Méndez, Cecilia Restrepo, Luis Carlos Segura y Doris Méndez

 


 

[1] La importancia económica de los bagres radica en su amplia valoración en los mercados nacionales e internacionales gracias a la exquisitez de su carne, al comercio de las especies ornamentales y a su empleo en actividades como la pesca deportiva.

[2] Propia de una zona y de una época.

[3] Rodriguez, Forero Adriana. 2007.  P.27      

[4] Dahl, 1971. Consultado en Rodriguez 2007. P. 40

[5]En el páramo de Guacheneque en Villa Pinzón se puede tomar agua del río Bogotá. Caracol Radio. Programa cuestión de vida. Mayo 30 de 2009

[6] Información dada por pescadores de la región en visita de campo.

[7] Rodriguez, Forero Adriana. 2007.Quien es el Capitán? Universidad del Rosario. P.43

[8] Libro rojo de los peces dulceacuícolas de Colombia.2002. Bogotá. P.197

[9] Rodriguez, Op cit., P 28

[10] Ibid., P. 28

[11] Patiño, Victor Manuel. 1990. P.132

[12] Patiño, Victor Manuel, 1990. P. 135

[13] Historia de Bogotá. 1988. P. 103

[14] Restrepo, Cecilia. 2005. P. 109

[15] Aguilar, Perdomo María del Rosario. P.24

[16] Holton, 1857. P.136

[17] Los cuáles hasta este tiempo continuaba siendo una gran reserva de este pez

[22] Moreno Blanco, Lácydes. 2008. P. 522

[23] Así sabe Colombia. Región Cundiboyacense. 2008. P.63

[24] El tema de las medidas e manejo, implica que se pueden tomar medidas como proteger áreas de captura, establecer vedas y artes no permitidas entre otras.  

[25] Rodriguez, 2007. Pp: 59

 

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