Prólogo
Un personaje importante en el comercio al menudeo en la antigüedad era el llamado pregonero, que a voz en grito hacían patente su presencia y las mercancías con las que pretendían comerciar, siempre a una hora regular, siguiendo un recorrido preestablecido por lo que su puntualidad, más o menos exacta, siempre estaba garantizada para aquellas amas de casa que podían hacer sus tareas sin problemas, con la comodidad de saber que ciertos productos serían llevados hasta sus puertas con la consiguiente comodidad a la hora de sus quehaceres domésticos.
Pero no sólo estos hombres de voz potente y clara eran comerciantes, también, y ante la falta de medios más apropiados de comunicación, existían pregoneros que anunciaban a golpe de trompetilla los edictos de las alcaldías o las órdenes de las autoridades competentes, consiguiendo de esta forma una garantía para que toda la comunidad fuera informada de aquellos acontecimientos u órdenes para la que era necesaria el enterado de los ciudadanos. Estos pregoneros eran, por lo general, funcionarios municipales y que han ejercido en muchos pequeños pueblos hasta hace bien poco en España y que por lo general siempre comenzaban su alocución con las siguientes palabras: «Se hace saber de parte del Sr. Alcalde que…».
Otro personaje más o menos afín con los pregoneros eran aquellos hombres que con un desplegable montado en un trípode y dibujado a modo de comic contaban alguna historia acontecida, normalmente truculenta, a los curiosos que se agolpaban a su derredor y que también fueron llamados romances de ciegos y los cuales, me refiero a esos pregoneros, sobrevivían gracias a las dádivas de sus conciudadanos, siendo los precursores de la prensa rosa y de los periódicos de sucesos, a los que tan aficionados siempre fueron los latinos.
Volviendo al principio de este prólogo y para referirme a los pregoneros de productos alimenticios, que para eso esta es una web dedicada a la historia de la alimentación, recuerdo en mi niñez al repartidor de hielo, el cual llegaba en un carro tirado por dos mulas en los días de verano y con una voz potente gritaba: «El heleroooo, niñaaaa, la nieveeeee!» y como bajaban a la calle las criadas, los muchachos y muchachas o las amas de casa y como por el módico precio de un real podían mantener, a duras penas, los alimentos o refrescar el gazpacho hasta la noche, de esto hace ya medio siglo de la historia de España.
Como es lógico esta costumbre se exportó a las colonias y ahora mi compañero Jaime Ariansen revive, con gracejo y añoranza, la costumbre en la Lima vieja (lo mismo se puede transportar a Cusco, Puno o cualquier lugar del Perú virreinal) de aquellos vendedores y a modo de ejemplo nos hace transportarnos a un lugar impreciso para que revivamos el costumbrismo romántico de aquella época.
Artículo
En el Perú virreinal, los vendedores ambulantes remplazaban a los relojes, ya que cuando pasaban los pregoneros, las personas ya sabían que hora era y todos pasaban mas o menos a la misma hora, recuerden que por entonces no se le daba mucha importancia al tiempo y este método era suficiente. Les presentamos a estos simpáticos personajes que han escrito una colorida página de la historia de la gastronomía peruana. La lista oficial es la siguiente:
HORAS |
VENDEDOR |
CARACTERÍSTICAS |
PREGONAR |
6 : 00 |
Las lecheras |
Indias montadas en una mula trayendo leche fresca de dos lugares distantes |
“Leche purita, leche sabrosa, de la borrosa vaquita |
7 : 00 |
La tisanera |
Según los relatos, una mujer negra, vieja y gorda que en la cabeza tenía una canasta donde llevaba sus tisanas. |
“La tisanera se vaaa, tazaaaanaaa conieeeve” |
8 : 00 |
El panadero |
Montado en una mula repartía el pan que fabricaban las panaderías |
|
9 : 00 |
El aguador |
Generalmente era negro o zambo y era el repartidor de agua |
“Del aguador cuando el burro estaba cansado, ¡ay! Andá durico, andá. Andá vivo y dirigente. Métase usted a presidente, sino quiere trabajá” |
10 : 00 |
La tamalera |
Era a vendedora de tamales de maíz |
“Canta el maíz a las diez. |
11 : 00 |
Los pescadores |
Quienes traían sus pescados para venderlos a toda la gente que los necesitaba |
|
12 : 00 |
La frutera |
Generalmente era negra |
|
13 : 00 |
Ante con Ante |
|
“Por eso a la una las calles |
14 : 00 |
El bizcochero |
Generalmente era un indio o un zambo, era también repartidor y creó el juego de “la mosquita” |
“El bizcochero y sus moscas, |
15 : 00 |
La vendedora |
Vendía aves, pavos, gallinas y patos |
|
16 : 00 |
El vendedor |
Vendía pisco y aguardiente |
|
17 : 00 |
La mixturera |
Vendía unas lindas flores que tenían una fragancia estupenda |
|
18 : 00 |
El sereno con el quesero |
El quesero vendía sus ricos quesos |
|
19 : 00 |
La mazamorrera |
Pasaba por las calles vendiendo sus ricas mazamorras moradas |
|
20 : 00 |
El heladero |
Vendía sus helados a los niños y a los adultos |
|
21 : 00 |
El viejo sacristán y el vendedor de un dulce |
Salía a pedir limosna y se juntaba con el vendedor de un dulce que hoy lo podemos encontrar en Lima |
“Revolución caliente, |
22 : 00 |
El sereno |
Se paraba en todas las esquinas, apagaba los faroles y avisaba que la gente tenía que irse a descansar |
“Avemaría purísima |