Una extraña ley para repoblar árboles frutales, las del Electorado de Sajonia entre 1700 y 1763.

 Carlos AzcoytiaLa historia, vista ‘a toro pasado’, puede llegar a sorprendernos y también hacernos comprender muchas cosas del presente, en este caso concreto sería como hacer catas en un terreno y descubrir los cimientos de un gran edificio, me refiero a los que sustentan la economía y la mentalidad alemana.

Nos trasladaremos imaginariamente al año 1700 y nos situaremos en uno de los estados que hoy forman la República Federal Alemana, en concreto el de Sajonia, que en ese momento salía de la devastación y el despoblamiento que produjo la Guerra de los Treinta Años y que bajo el mandato del luterano Elector Federico Augusto I pugnaba para obtener el dominio de Alemania.

De esta época es la primera ley que creo que pocos conocen y que de seguro puede dejar sorprendidos a mis lectores porque por el contenido, ya casi se me hace surrealista, cuando dice: “No se celebrará casamiento ninguno hasta que los novios hayan hecho constar que han plantado e injertado seis árboles frutales de la mejor calidad, y seis robles o hayas”.

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La idea de la repoblación forestal con árboles útiles y la concienciación de la población fue desde ese momento una constante en la mente de los gobernantes de los Electorados, estando su máximo exponente en la que creo fue la mayor revolución social no cruenta de todos los tiempos, la que llevó a cabo el conde de Rumford y de la que encontrará linkados al monográfico, al final del presente trabajo de investigación, que hice sobre este casi olvidado personaje histórico.

Siguiendo con nuestra investigación, porque no acaba aquí, me topé con otra Ley que se dictó tras la Guerra de los Siete Años, que perdieron los sajones, que se dictó el 2 de agosto de 1763 y que aún nos puede dejar, si cabe, más atónitos cuando decía:

Toda persona que adquiriese algún terreno plantará el primero o segundo año, siendo huerta, cuatro árboles a lo menos; siendo de cabida de 25 fanegas ocho, y si fuese de 50 fanegas diez y seis.

Todo labrador plantará cada año con proporción a la hacienda o terreno que posee, uno, dos, hasta cuatro árboles frutales a lo menos. Se exime a los inquilinos, y las superioridades vigilarán sobre la conservación de estos árboles.

Se enseñará a los Hijos de los labradores, al mismo tiempo que aprenden la labranza, el mejor modo de criar los árboles.

En las ciudades se plantarán árboles en los fosos y en cualquier espacio donde fuere posible, como también en los caminos públicos y en las veredas de los campos. En las ciudades pequeñas se obligará a los ciudadanos al cumplimiento de esta ley, y en las grandes se desempeñará a expensas del fisco.

En las ciudades se dedicarán algunos habitantes a la cría de árboles y a enseñarla.

Se limpiarán los árboles, los sauces, y todos los arbustos de los linderos de los campos, durante el invierno, de las orugas, y se juntará el despojo en las plazas de los pueblos para quemarlo”.

Estas leyes se fueron desarrollando y transformando en otras de carácter social que con el tiempo cambiaron la mentalidad alemana hasta conseguir, casi a finales del siglo XVIII, el pleno empleo y la erradicación de la pobreza en un cambio sin traumas que posteriormente cercenó la Revolución Francesa y que para comprenderlo mejor aconsejo leer mi estudio titulado ‘Historia de una revolución en la alimentación y el hambre de los soldados de Baviera (Alemania) a finales del siglo XVIII y el Conde de Rumford’, todo un gran trabajo de investigación en varios capítulos que tras su lectura no le dejará indiferente.

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