Pez capitán de la sabana: ¿patrimonio de Bogotá?

La información aquí consignada es producto de lecturas de los cronistas coloniales, los viajeros del siglo XIX e investigaciones concernientes al tema.

Las referencias históricas que se encuentran sobre el pez Capitán de la Sabana están generalmente relacionadas con la alimentación, desde los antiguos pobladores de dicha región hasta principios del siglo XX, y en ellas se habla del pez como parte de las comidas de los bogotanos. Hoy en día este concepto ha desaparecido de la mentalidad de los habitantes de la capital, tanto así que ubican a la trucha como antiguo habitante del río Bogotá.

Las primeras noticias sobre la presencia del pez capitán datan de hace ocho mil años aproximadamente (finales del Pleistoceno), y fueron halladas en el estudio y las excavaciones realizadas por el arqueólogo Gonzalo Correal y el geólogo Thomas van der Hammen en el sitio conocido como hacienda Tequendama localizado en el municipio de Soacha al suroccidente de la sabana de Bogotá. Allí, a partir de los restos encontrados y analizados,los científicos descubrieron referencias al pez capitán como fuente de subsistencia de los antiguos pobladores de la sabana.

En el artículo titulado “Evidencias culturales durante el Pleistoceno y Holoceno de Colombia”, Correal y Van der Hammen hacen mención de la época prehistórica y de algunos de sus recursos: “Durante el media Holoceno 7500 a 3000 A.P. las evidencias arqueológicas halladas en el sitio de Aguazuque, al Suroeste de la Sabana de Bogotá, en el municipio de Soacha permiten reconocer que grupos cazadores, recolectores y plantadores se establecieron en las terrazas y elevación libres de inundaciones”. La presencia de restos de peces queda descrita en la siguiente nota: “peces como capitán y capitancito y gasterópodos terrestres” (Revista de Arqueología Americana #1. 1990. P.:7).

Por su parte, en su libro Colombia prehispánica,el arqueólogo ÁlvaroBotiva corrobora esta afirmación para la altiplanicie cundiboyacense comentando sobre los restos de fauna encontrados allí, los cuales pertenecen a venados, ratones, curíes, faras y comadrejas; entre los restos de peces, sostiene, se destacan el capitán y la guapucha. 

Cuadro de Blanca Moreno. Gracias por la deferencia que tiene por dejarnos usar esta imagen

Época prehispánica

Contexto y territorio

Siglo XV

Antes de la llegada de los españoles, el altiplano cundiboyacense estaba habitado por varios grupos étnicos,entre ellos los muiscas, quienes eran parte del grupo  lingüístico chibcha localizado en la sabana, los valles interandinos fríos y las tierras cercanas a la cordillera Oriental, en un territorio que se extendía desde el páramo de Sumapaz (al sur) hasta el valle de Chicamocha (al norte). Desde el punto de vista hidráulico, “[e]l territorio de los muiscas abarcaba las cuencas y valles del río Bogotá hasta Tena; del río Negro hasta Quetame; el Guavio hasta Gachalá; de Garagoa hasta Somondoco, de Chicamocha hasta Soatá y del río Suárez hasta Vélez”(culturasycolombia.galeon.com/Archivos/muis1.htm).

La sabana de Bogotá presentaba una amplia zona pantanosa rodeada por una llanura cubierta de pastos y vegetación baja. En ella se destacaban numerosas aldeas: Suba,Usaquén, Teusaquillo, Cota, Engativá, Funza, Fontibón, Techo, Bosa y Soacha,entre otras(culturascolombianas.blogspot.com/2007/11/ubicacion-geografica.html).

El grupo indígena muisca desarrolló un modo de producción agrícola, por lo cual era sedentario. De esta manera, los miembros de dicha comunidad tenían sus sementeras donde cultivaban los productos para consumir y para intercambiar en los mercados locales. Su alimentación era muy variada y, según estudios de restos arqueológicos, su nivel nutricional era bueno.Los peces constituían una parte importante de la dieta indígena, y los numerosos arroyos y quebradas nacidos en los cerros orientales era el recurso para este alimento. El agua hacía parte de su historia y estaba relacionada con sus mitos y leyendas.

Para hablar de la época prehispánica tendríamos que remontarnos al mito de la creación del río Bogotá, antiguo Funza. Se trata de una leyenda sobre el dios del mal Huythacá, quien mantenía inundados los terrenos fértiles. El anciano sabio Bochica rompió la roca milenaria que represaba las aguas y estas saltaron en un torrente indetenible que bajaría hacia el infinito. Nacía así el río Bogotá, el hermoso salto del Tequendama y la veneración de los muiscas hacia el agua.

Por los relatos históricos se sabe que en su territorio los muiscas tenían abundante agua, pura y cristalina, presente en lagunas y ríos, como la cuenca de los ríos Bogotá y Sogamoso. La podían usar en sus actividades habituales y en su alimentación, pero su significado era más profundo. Así lo ilustra el historiador Juan Camilo Rodríguez: “Desde tiempos remotos el agua había adquirido un sentido cultural y religioso entre los indígenas muiscas de la región”.

Gracias a la abundancia hídrica propia de su territorio,los muiscas derivaron parte de su alimento de la no muy variada pero sí rica fauna ictiológica de los ríos sabaneros. Los indios conservaron a través de generaciones una notable destreza en la pesca fluvial tanto con red como con anzuelo; pescaban el pez capitán y la guapucha. De acuerdo con el antropólogoCarl Langebaek, incluso hacían sus propios criaderos donde conservaban los peces para su consumo.Las crónicas señalan que hacia 1605 tenían los indígenas “en el rio Fontibón ciertos hoyos y pesquería que heredamos de nuestros agüelos y antepasados {…}que es donde nos sustentamos y a nuestras mujeres e hijos”. En Cajicá existían pesquerías en el río Bogotá, y lo mismo en Funza donde un vecino aseguraba: “los indios de la capitanía de Catome son pescadores de pescado Capitán en el Rio Grande de Bogotá”.

Según el investigador Langebaek, existían dentro del vocabulario muisca varias palabras para referirse al pez capitán: “guamuica como capitán negro, chichinegui como capitán pequeño, y guapuche traducidos a pez pequeño y blanco”. Este último podría ser la llamada guapucha. Han sido descubiertos también otros vocablos como chupcua (que significa “pesquería” o “pantano”), iaia (que quiere decir“red para pescar”) y tijisau (anzuelo), lo cual confirma la pesca por medio de dichas herramientas.

Los aborígenes contaban, a su vez, con técnicas de conservación de alimentos como la deshidratación o secado, el salado, los ahumados, que empleabancon el pez capitán.Otro aspecto era el de la tributación, donde también se corrobora la presencia del pescado capitán en los recursos de los muiscas quienes no solo lo intercambiaban, sino que lo daban al cacique de Bogotá.

En su libro Descubrimiento del Nuevo Reino de Granada y fundación de Bogotá, el historiador Juan Friede se refiere a la alimentación de los indígenas de la época prehispánica: “Las carnes que comen los indios en aquella tierra son venados, asimismo, comen Pescado”. 

Siglo XVI

Época de la Conquista y Colonia

Los españoles arribaron al actual territorio colombiano en el siglo XVI y su llegada al centro de las nuevas tierras se dio hacia 1538, fecha en que fundaron la ciudad de Santafé. Este suceso no solo trajo un nuevo modo de vida para los indígenas,sino que modificó la cotidianidad de la población nativa, pues implicó un proceso de transformación de sus costumbres.

Después de un largo viaje y de pasar varios meses sin comer, los españoles, una vez en tierra, se vieron obligados a consumir lo que les ofrecía el entorno y de esta manera tuvieron que someterse a los alimentos nativos, entre estos al pescado chimbe conocido como capitán: “pescados de largos bigotes y cara de gato que los indígenas sacan del barro y que los soldados españoles bautizan, por feos, con un nombre que abominan: capitán”.

A propósito del capitán, su sabor llamó la atención del mismo Gonzalo Jiménez de Quesada quien escribió en su Epítome de la conquista del Nuevo Reino de Granada lo siguiente: “Pes­cado se cría en los ríos y lagunas que hay en aquel Reino. Y aunque no es en gran abundancia, es lo mejor que se ha visto jamás, porque es de diferente gusto y sabor de cuantos se han visto. Es sólo un género de pescado y no grande sino de un palmo y de dos y de aquí no pasa, pero es admirable cosa de comer”.

La llegada de los españoles trajo consigo el mestizaje culinario, hecho que marcó a la población nativa, a la que le fueron prohibidos muchos de sus alimentos cotidianos que fueron reemplazados por aquellos traídos por los conquistadores. Sin embargo, el indígena vivía en una situación de marginación, pues los altos precios no le permitían adquirir los nuevos productos y esto lo obligaba a continuar con su “comida de indios”, como la llamaban despectivamente los blancos, que consistía en tortas de maíz, yuca, papa y el pescado capitán. Este último no pudo ser eliminado por los españoles de la dieta de los nativos, pues la religión católica impuesta en dicha población exigía su consumo durante la Cuaresma y la Semana Santa en reemplazo de la carne.

Los conceptos de ayuno y abstinencia fueron introducidos por los frailes encargados de adoctrinar a los nativos, a quienes se les exigió no comer carne en dicha época del año así como disminuir la ingestión de comida en estos mismos días, demanda que se generalizó hasta que se llegó a prohibir el consumo de carne hasta más de cien días al año.

En El Carnero, Juan Rodríguez Freyle se refiere a esta época de la Semana Santa de la siguiente manera: “Era jueves y día de mercado; compró un rancho de pescado capitán, y mandó a una pastelera que le hiciese dos empanadas para el viernes siguiente”.

A partir de la Cuaresma, el consumo de estos peces se incrementó de manera muy considerable, no solo por su exquisita calidad, sino por las prolongadas vedas de carne que imponían estos tiempos. Hasta se llegó a afirmar el aspecto religioso del capitán en la siguiente nota: “Este caudaloso río Bogotá, provee para el regalo abundantes peces de dos especies: unos pequeños de figura de sardina llamados ‘guapuchas’ y otros mayores de color amarillo, negro y azul sin escamas llamado[s] ‘capitán’ en los que ha hallado curiosidad misterio porque divididas las espinas de la cabeza, en cada una se representa una imagen de los instrumentos de la pasión de nuestro redentor”.

Esto lo corrobora uno de los pocos cronistas con ancestros indígenas de la Colonia, Lucas Fernández de Piedrahita, quien en 1688 escribió Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada,obra donde incluyó al pez capitán con estas palabras: “Entre todos el más aplaudido, así de los extranjeros como de los naturales, es el capitán, de que abundan las Provincias de Bogotá, Tunja, Panches, Ebaté y Sutagaos, si bien por la diferencia que hay en la forma de la cabeza, le nombran bagre en unas partes y en otras chimbe; pero en el que tiene el río de Bogotá, ha observado la curiosidad un prodigio grande, y es, que divididos los huesos ó espinas de la cabeza, representa cada uno de por sí una de las insignias de la pasión de Cristo nuestro Señor; de suerte que se mira la lanza, la cruz, los clavos, y así de los demás, como yo lo he visto muchas veces”.

Siglo XVIII 

Otro momento religioso donde se destacó el pez capitán fue en la Navidad, festividad en la que se acostumbraba a cenar “ajiaco de cabeza de bagre y buñuelos para la Noche buena”. Al respecto existe un documento de 1799 de María del Rosario Aguilar, conocido como “Consulta de Doña Angela Isidra del Campo a Don Felipe de Vergara y su respuesta sobre; ¿si en Santafé de Bogotá será o no licito cenar la Noche buena, y cenar buñuelos y pescado?”; la respuesta a esta cuestión fue un tratado alrededor de las costumbres navideñas y el pez capitán, el cual se cita a continuación:

“Por tradición de mayores ha llegado a mí noticia que habiendo muerto en Santafé el día de navidad del año de 1664 el señor don Diego de Egues y Beaumont, presidente, gobernador y capitán general de este reino, con este motivo y el de que el único pescado que tenemos en Santafé es el que llamamos capitán, se compuso la redondilla siguiente:

Salió la muerte a pescar

Para hacer su Nochebuena

Y pescó para su cena

Un Capitán general.

Esta es una prueba clara de la antigüedad y notoriedad de la costumbre de cenar pescado en Santafé la Nochebuena.”

La llegada de los virreyes al Nuevo Reino de Granada en 1717 también marcó un espacio importante en la vida cotidiana de la capital, ya que cuando se anunciaba su arribo, se iniciaban una serie de preparativos para su recibimiento y festejo. El pez capitán figuraba en los banquetes que se organizaban y era nombrado en las listas de mercado como pescado de la tierra.

Siglo XIX

Según el Instituto Humboldt, en 1805 visitó Colombia el investigador Alexander von Humboldt quien estudió el pez capitán, el cual fue la primera especie de pez de agua dulce descrita científicamente para Colombia por el eminente naturalista, que lo denominó Eremophilus mutisii. El nombre Eremophilus es traducido como “amante de la soledad” y es claramente alusivo a la percepción de quietud que experimentó Humboldt en el lugar donde capturó por primera vez un ejemplar de esta especie; y el nombre mutisii fue su reconocimiento al célebre botánico José Celestino Mutis.

Humboldt describió el lugar donde encontró la especie de la siguiente manera: “habita en el pequeño río de Bogotá, que forma la famosa catarata del Tequendama”, definiendo de esta forma la localidad típica de la especie y resaltando uno de los principales atributos estéticos del río Bogotá. Humboldt también asegura que “el capitán es una comida muy agradable” y llama la atención sobre su importancia durante la celebración de la Cuaresma para los habitantes de la capital.

El 20 de julio de 1810 se dio el grito de independencia y fue precisamente alrededor de un banquete.No obstante, por el desarrollo de los acontecimientos, este banquete nunca llegó a realizarse, pero se presume que uno de los platos que figuraba en el menú era el de pescado capitán ya que para esa época todavía era consumido.

Después de la independencia del 7 de agosto de 1819, se inició la República de Colombia. En cuanto a la alimentación ya estaba más consolidada la comida mestiza y empezaron a llegar nuevas influencias extranjeras procedentes, en un principio, de Francia e Inglaterra que influyeron en las preparaciones del pez capitán.

A partir de los primeros veinte años del siglo XIX vinieron varios viajeros procedentes de Europa quienes se hospedaban en casas de familia y escribían sobre sus experiencias en la ciudad capital. Según estos escritos todavía se consumía el pez capitán, como lo asegura la historiadora Aída Martínez: “Diferente fue el caso de uno de los manjares más alabados de nuestra historia: el pescado capitán, proveniente del río Funza – Bogotá, alimento de los primeros pobladores, aliento de los conquistadores, delicia de los banquetes virreinales, que engalanó las mesas de la república y alcanzó a ser plato favorito del presidente Alfonso López Pumarejo, antes de desaparecer totalmente del consumo nacional por razones que cabe explicar a los ecólogos”.

Isaac Holton, uno de estos viajeros que visitó el territorio en 1850, dejó sus memorias tituladas La Nueva Granada: 20 meses en los Andes, y evocó al pez capitán con estas palabras: “En estas aguas frías y perezosas sólo se da una clase de pescado, el capitán, de exquisito sabor, pero con apariencia de reptil. Como casi no tiene aletas, debe moverse muy despacio. No me explico cómo pudo llegar a estas alturas”.

Para finales del siglo XIX, don José María Cordovez Moure, conocido por la descripción de las costumbres cotidianas de la capital, terminó su obra Reminiscencias de Santafé y Bogotá, en la que se refiere en varias ocasiones al pez capitán: “Santafé de Bogotá, capital de Colombia, situada al pie de los nevados de Monserrate y Guadalupe, en donde nacen los caudalosos ríos San Francisco y San Agustín, atravesados por magníficos puentes, en sus aguas se pescan anguilas y capitanes, en las afueras de la ciudad se localiza el espacioso lago alimentado por las aguas de los ríos Bojac[á] y Serrezuela, en donde abundan el exquisito pescado capitán, los sustanciosos cangrejos y millares de aves acuáticas”.También reseñó la disminución del pez: “No ha tocado mejor suerte al reino animal. Ya hemos visto cómo se trata a los peces, cuya propagación se ataca en su origen; esto contribuye a que cada día se acentúe más la disminución del capitán y los cangrejos, que antes abundaban en los ríos y ciénagas de la Sabana”.

El capitán se convirtió en una de las más finas delicadezas en los refectorios de la gente acomodada. Existen referencias que informan cómo era secado y ahumado o “moqueado” con el fin de conservarlo y comerciarlo. El capitán se siguió encontrando en los ríos de la sabana hasta finales del periodo colonial. No obstante, en la última época estaba ya a punto de su total extinción, según expresó Moure.

Siglo XX 

A principios del siglo XX se conocieron usos y costumbres populares de la sociedad bogotana asociados alpez capitán, los cuales formaron parte de los rituales previos a la preparación del plato, entre ellos la pesca nocturna del pez con redes y su posterior venta en la plaza de mercado,donde se conservaba y transportaba vivo en canecas o recipientes. Finalmente, los peces eran enviados a las casas donde se dejaban en una pila y allí permanecían alimentados con pan; se dice que esta práctica era para que su carne perdiera el sabor a tierra.

Por su parte, los indígenas los traían al mercado, en una medida llamada “ranchos”, que consistía en un atado de ocho a diez peces amarrados por la boca a un alambre. Existían también unos canasticos anchos de abajo y arriba cerrados como en forma de múcura que eran utilizados para pescar cangrejos en el río Bogotá o para depositar allí un pescado de nombre capitán.

Este pez, que fue muy valorado por los capitalinos y que llegó a ser parte de la identidad de los siglos XIX y XX, hoy en día ha desaparecido de la memoria bogotana debido a diversos factores,entre ellos los cambios culturales de Bogotá como capital, las influencias comerciales que han inundado los mercados con pescados de otras regiones y la introducción y cultivo de especies foráneas. Pero si algo afectó de manera importante a este pez fue la presión a la que se encontró sometida la especie por aspectos tales como el deterioro de su hábitat, el empleo de artes y métodos pesqueros inapropiados y la ausencia de medidas de manejo.

Adicionalmente, la generalizada pero equivocada idea de la extinción del pez a causa de la contaminación del río Bogotá hizo que el capitán se convirtiera, más que en un pez que habita los ríos, lagos y lagunas del altiplano, en toda una leyenda.

Es así como a través del “pez capitán” se logra no solo reconstruir nuestra historia, desde antes de los muiscas hasta épocas contemporáneas, sino también rescatar parte de la identidad y costumbres olvidadas de los bogotanos. Por lo antes mencionado creemos que este pez debe ser considerado como un patrimonio cultural inmaterial de la región lo que requiere de un trabajo en equipo de los portadores del conocimiento, de científicos y expertos en el tema, para lograr un plan de manejo que asegure su recuperación, salvaguarda y protección.

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Bibliografía

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