Historia del ananá o piña tropical y forma de cultivarla

Repasando un libro del Abate Rozier (ver anotaciones de su biografía al pie de este trabajo), editado en el año 1797, me encontré con una sorprendente aseveración que echaría por tierra todo lo relativo al origen de la piña tropical o ananá y de la que daré sobrada información en el presente estudio

El tema de esta investigación se va a centrar en dicha fruta, la forma de cultivarla y todos los datos que existen sobre el encuentro documentado de los europeos de una fruta tan desconocida, me refiero a su historia, que pocos aciertan a dar datos fiables tanto de su procedencia como de su propagación en el continente Europeo y por ende en el resto del planeta.

Si busca por ahí, en la jungla de Internet, encontrará, sobre todo en las casa que se dedican a comercializar dicha fruta, temerarias afirmaciones sobre su procedencia y erróneas conjeturas en las que ellos como sabios aseveran sobre su paso a Europa, toda una vergüenza porque no quieren gastarse ni un euro en investigación y así les va en los negocios, cuando esta fruta bien promocionada podría ser la reina de todas. Así encontramos en, por ejemplo, el blog regmurcia.com afirmaciones tales como que es originaria de Brasil, lo que no confirmo ni desmiento por ahora, y que fue introducida en «la Península Ibérica en el siglo XVI, de la mano de los conquistadores españoles del Nuevo Mundo«. En otra web de un agroproductor, en este caso en la web agritourscr.com, ya la osadía llega más lejos porque se atreve a afinar más sobre el lugar de origen de la planta al afirmar rotundamente que «La piña es originaria de la América del Sur, de la región de Mattogroso, entre Uruguay y Brasil«, ya sólo le falta decir que era la tercera empezando por la segunda  calle a la derecha, pero todo no termina ahí porque habiendo oído campanas y no sabiendo donde tañían dice: «En 1730 la corte de Luis XV, recibió 2 plantas de piña, las cultivaron en los invernaderos de Versalles, convirtiendo así a Francia en el primer país europeo que lo produce«, aquí si hubieran jugado a la lotería lo mismo les hubiera tocado el reintegro, pero esta ‘docta’ web de comerciantes, que poco invierten en I+D para su empresa, aún se aventura más en su información histórica ya que dice que la conoció Colón en la isla de Haití, de lo que seguidamente hablaré, y para rematar dice: «Los aztecas le daban a la piña propiedades curativas, entre ellas le adjudicaban la cura de enfermedades como: infecciones intestinales, artritis, hipertensión, anemia, depresiones mentales y cálculos renales entre otros; además posee una encima llamada “bromelina” que ayuda a desinflamar las coyunturas musculares además por contener  un alto grado de fibra que es un excelente aliado contra el estreñimiento«, así sin comas llega uno al final desfallecido y con estreñimiento por lo asimilado.

Ahora nosotros a lo nuestro porque he de aclarar que Cristóbal Colón jamás hizo mención, al menos por escrito y que yo sepa, de dicha planta y sólo he encontrado esa referencia por parte de Washington Irving (ver en bibliografía) donde dice: «Allí encontraron los españoles por primera vez la deliciosa piña de Indias, o anana, cuyo gusto y fragancia les causó tanta admiración como regalo«, refiriéndose a cuando desembarcó el Almirante en la isla que llamaban los nativos Turuqueira y que bautizó con el nombre de Guadalupe, pero ¿es fiable el creador de ‘Los cuentos de la Alhambra’?, yo diría que no.

Por otra parte todavía nadie tradujo ningún escrito azteca que hable ni por asomo sobre la piña, y el único vestigio de algo que se parece al fruto no tiene fecha de datación, por lo que puede ser posterior a la colonización de Brasil por los portugueses que tenían colonias en el África tropical, algo que afirmo y que no dejo como una duda en el aire. Pero profundizando más en si lo conocían los aztecas he recurrido al desconocido e importante libro titulado «Cuatro libros de la naturaleza, y virtudes de las plantas, y animales que están recibidos en el uso de la medicina en la Nueva España, y la Método, y corrección, y preparación, que para administrarlas se requiere con lo que el Doctor Francisco Hernández escribió en lengua latina», un admirable libro nada conocido que se puede clasificar dentro de los denominados ‘raros’, editado en 1614, del que algún día haré un gran monográfico porque trata sobre todas las plantas y casi toda la fauna de México a la llegada de los españoles.

Pues bien, en su libro Cuarto, Capítulo LXXVI, que lleva por título «De la piña de las Indias, que los indios llaman matzatli» dice:

«Esta peregrina planta, que los indios llaman, matzatli, cuyo origen dicen ser de Brasil, de donde la trajeron, y de aquí se ha comunicado a las islas, y aún a las Indias Orientales, a donde le llaman ananás, y los españoles que viven en este nuevo mundo piña; por la semejanza que este fruto tiene con las piñas, es una planta que produce las hojas como el lirio, pero es espinosa a modo como la del cardo, la raíz herbosa y gruesa, la cual planta produce  sola una piña , rodeada de muchos pimpollos nacidos a la redonda, y en la cumbre de dicho fruto, los cuales quitados y sembrados cada un pimpollo de por sí, echan luego muchas y nuevas raíces, y nace otra piña en el extremo, semejante a nuestras piñas como hemos dicho, rodeada de los mismos pimpollos, al principio sale la fruta bermeja, pero andando el tiempo quedando el pimpollo bermejeando, se pone la piña amarilla como rubia. Nace en la isla Española, y las cincunvecinas, y en toda la tierra firme, y en esta Nueva España, su sabor es agridulce, su temperatura fría y seca, aunque no falta quien diga, que es de caliente y húmeda naturaleza, y que tiene mucho zumo, y humor, y es muy oloroso, y tanto huele, que en la casa donde haya uno de estos frutos, huele toda la calle, que es cosa de admiración, suelen darlo a los que tienen calentura, para los refrescar, y para darle gana de comer, suélese tener en la boca para mitigar la sed, y para humedecer la lengua, aunque dicen se convierte ciertamente en cólera, tiene el sabor de melocotones, no sin algo de ácido, como está dicho, hecha conservas de esta piñas, se ha llevado a España, a donde ha dado y tenido como gran regalo, córtanse para comer frescas, en rebanadas, la cuales se echan en agua y sal, por espacio de tiempo, para que aquella parte que se convierte en cólera, fácilmente se seque y desvanezca, partiendo por medio un fruto de estos, y vuéltolo a juntar, se une cómo lo hace el pino, y cohombro, y dejado por un día, o una noche atravesado con cuchillo, gasta y consume todo aquello que el cuchillo tuvo dentro; lo demás, no se que sea en otra cosa de provecho para el uso de la medicina, sino para el gusto de madona gula, si no me engaño con mediana curiosidad se podría trasplantar en Castilla, llevando los pimpollos, tomados en algunos barriles de tierra«.

Como hemos visto en nada se parecen las propiedades curativas que se le atribuían con las que cuenta la mentirosa empresa comercializadora de piñas, y a la que se podría aplicar un dicho popular que mi abuela me contaba de pequeño: «Antes se coge a un mentiroso que a un cojo«.

Todo parece, aparentemente, indicar que la piña o ananá es oriunda de América, pero ¿que diría si ahora se plantea la duda de saber si era africana?, sería algo que haría saltar todas las alarmas de la ciencia, porque en todos los lugares se le tiene como americana, incluidos libros de ciencia, de esos que no suelen ser mentirosos.

En un trabajo publicado en 1798 por unos de los botánicos más importantes del siglo de las Luces, el Abate Rozier que llevaba por título ‘Del cultivo de las ananas’, nada más a comenzar tratando el tema decía sobre dicha planta y su fruto: «En los climas favorables á esta planta delicada se multiplica con extraordinaria facilidad; y crece naturalmente y sin cultura en los terrenos mas calientes del África. Trasportada á la América se ha naturalizado y extendido en las islas y el continente, de tal suerte, que parece fruta propia del país. Los cultivadores que la admitieron en sus jardines consiguieron muchas variedades y frutos hermosos y delicados: su cultivo es fácil en los países templados de América: en Europa exige mas ó menos cuidado según es el clima» y aquí yo debería poner música de intriga, algo así como: Tachán!!!!, porque encontramos una pequeña discordancia con el resto del mundo que nos rodea, ¿estará equivocado?, lo mismo sí, lo mismo no, ya iremos viendo.

He revisado con cuidado dos libros claves para saber si procede dicha planta de América, en primer lugar el más próximo en el tiempo del comienzo de la invasión de América, el del famoso Nicolás Monardes Alfaro en 1574, ya hablaba de la piña en su libro segundo, pero nunca del tomate en toda su obra para escarnio de los copistas,  y donde escribía: «Las piñas son una fruta la más celebrada que hay en todas las Indias, y así de los mismos indios, como de los españoles, llámanse piñas, por la semejanza que tiene este fruto con nuestras piñas, que aunque liso, tiene unas señales por todo él como de piña: su hechura es como de una copa de las que llaman imperiales, ancho de abajo y angosto de arriba, y por la boca sale unos cogollos que son su hojas que lo hermosean mucho, y estos cogollos se siembran y nacen de ellos las plantas que llevan las piñas, y una planta no lleva más que una piña en lo alto de ella: nace verde, y como se va madurando se va tornando amarilla: quitanle la cáscara, que es delgada, para comerla: tiene lo dentro blanco y correoso, y se deshace en la boca, con muy buen gusto, es sabroso fruto, sino que tiene muchas pepitas diseminadas por todo él, que es menester irlas echando como se va comiendo, las cuales son leonadas: su olor es de como un melocotón, y donde hay una piña madura, huele a melocotón todo el aposento de esta.

Tienenla por muy buena para el estómago y por confortativa del corazón, restituye el apetito perdido: es fruta general de todas las partes de las Indias, y estimada en mucho en ellas, cómese al principio de las comidas, y usan de ella en las siestas caliente, porque dicen que refrescan y son frías: a mi me la trajeron en dos maneras, secas y en confitura, la seca no sirvió para más de ver la figura y forma dicha, la en conserva tiene buen gusto, aunque algo áspera, que se debió de conservar verde«.

Es adoptado el nombre de ananá al castellano en el año 1578 e introducido en el diccionario de Corominas. En el Diccionario de la lengua de la por entonces Academia de la Lengua, todavía no Real, hace una descripción del ananá sin decir procedencia en 1832.

Siguiendo con Rozier, equivocado o no sobre el origen de la planta, encontré en su trabajo la historia de la llegada de dicha fruta a Europa y  así cuenta como fue: «Los Olandeses fueron los que comenzaron á cultivarlas á principios de este siglo (se refiere a principios del siglo XVIII), y en Leyden se vieron las primeras plantas, cuya semilla trajo de las Antillas el agricultor Le Court, que no perdonó cuidado ni gasto para conservar y perfeccionar su cultivo; á él se le deben las primeras nociones, y él mismo fue quien introdujo este precioso fruto en Alemania, Francia, Inglaterra, y en todo el resto del norte de Europa.

En Inglaterra está tan favorecido este cultivo que no hay mediano jardín en que no se encuentren ananás, tan conocidas ya de los jardineros de esta nación, que muchos hacen de ellas (como los ingleses hacen de todo) un objeto de especulación mercantil, hallando en su venta una compensación de sus fatigas y gastos. Tal vez debe la botánica inglesa la superioridad que goza sobre la de otras naciones al frecuente cultivo que se hace en sus jardines de plantas de países calientes«.

Sobre el progreso del cultivo de la planta, extremo este sumamente importante por ser noticia de primera mano, ya que poco se sabe sobre su historia, contaba que en Francia no se habían cultivado tanto, pese a que en el año 1792 se habían conseguido ananás en Versalles, algo que fue muy celebrado, y pese a que se introdujeron en muchos jardines particulares de gente rica fue decayendo su cultivo «bien sea por el gasto de carbón que ocasionaba la estufa, ó bien porque no hubiese jardineros instruidos«.

Continuaba diciendo que en Alemania, y en todo el resto del norte de Europa hasta Moscú, se cultivan las ananás sin que los rigores del invierno impidieran a «los industriosos y pacientes jardineros alemanes» el adornar las mesas de sus soberanos con frutos de esta planta de zona tórrida. También algunos particulares ricos gozaban de dicho placer, y contaba cómo en Moscú tuvo uno de ellos a su mesa mas de cincuenta ananás en el año de 1785.

El hecho de que en esa época estaba muy extendido el cultivo del ananá en todo el mundo lo tenemos en la siguiente apreciación: «En Asia se cree que esta fruta es muy ardiente y dañosa para los que tienen enfermedades cutáneas. Es cierto que nunca se debe comer más que una«.

Opinaba que aunque dicho cultivo se debía mirar más como un objeto de lujo que de utilidad, sin embargo, en las cercanías de los pueblos grandes, en los que había mucho dinero, no dejaba su precio de compensar al cultivador, aunque, según decía «en otras partes seria locura querer sacar partido de esta planta, por el carbón ó leña que se ha de gastar para mantener en la estufa el grado de calor que necesita, y por los muchos cuidados que exige«.

Sobre las estufas hace la siguiente aclaración y que hoy podríamos interpretar como un invernadero: «Estufa es una pieza bien techada y cerrada con pared por todas partes excepto del lado del mediodía que lo está con vidrieras. En ella se mantiene el calor con el mucho estiércol de las hoyas ó cuadros , y con el fuego que se mantiene en una hornilla , cuyo calor se esparce por medio de cañones que pasan por debajo de donde están las plantas en tiestos«, extremo este importante si queremos saber de los cultivos de productos de zonas templadas en otras frías.

Hace varias reflexiones que, por traslucir su personalidad, creo necesarias citar, siendo la primera de ellas la que hace referencia a la fatuidad de los ricos y que describe con estas palabras: «Los poderosos no menos ansiosos de conseguir nuevos placeres, que vanos de poseer cosas raras, han construido estufas, destinadas únicamente para el cultivo de las ananás  familiarizados después con un cultivo, cuyos gastos eran menores que lo que se habían figurado al principio, por la facilidad que hallaban en calentar sus estufas con carbón de piedra, que es muy barato en Inglaterra, y conociendo por otra parte la necesidad de introducir variedad de plantas en sus jardines, que frecuentan con mucho placer, han ido insensiblemente poblando sus estufas de otros vegetales propios de países calientes, que aunque no sean tan apreciables como las ananás contribuyen infinito á hermosearles, los unos por la elegancia de su forma y hojas, y los otros por la belleza de sus flores y lo agradable de su aroma. Finalmente, en sus jardines de invierno se ve un conjunto de plantas de todos los países calientes de la tierra«.

La otra reflexión que hace está relacionada con que se plantaba donde no se debía, y no se hacía donde realmente había grandes posibilidades, y así decía que en Malta, Sicilia, Valencia y Málaga se podrían cultivar al aire libre en sitios abrigados natural o artificialmente y se sorprendía que en esos lugares se despreciara dicho cultivo, que por otra parte costaría tan poco mantenerlos, llegando a la siguiente conclusión: «sino estuviésemos tan persuadidos de que en cuantas partes es pródiga de sus dones la naturaleza, los hombres no dan un paso para auxiliarla, y al contrario trabajan incesantemente para hacerla producir en los países menos favorecidos por el clima y el terreno; y así el cultivo dé las ananás no está en uso, sino en las provincias septentrionales de Europa«. Siguiendo o abundando en el tema más adelante diciendo: «En la parte meridional de España se podrían criar las ananás con mucha facilidad y a poca costa por lo templado del país; y si los que se entregasen a su cultivo las vendiesen por la mitad de lo que se pagan en Londres, en donde una ananá grande vale de 80 á 100 reales, y si es mediana 40 o 5 0 , no les tendría poca cuenta este ramo de agricultura«.

Sobre la forma de cultivarlos, importante para aquellos que aman la agricultura ecológica y que me siguen, hacía una muy buena descripción porque hasta para combatir las plagas de dicha planta daba soluciones.

En primer lugar hablaba de la preparación de la tierra, de la que decía que debía ser sustanciosa, pero no muy fuerte ni ligera, y donde algunos la preparaban cogiéndola de un prado y mezclándole una tercera parte de boñigas de vacas bien secas, y dejándolas seis u ocho meses, en cuyo tiempo se le daba vueltas para que se dividiera y se hiciera bien la mezcla. En estas tierras tratadas se sembraba la simiente del ananás o, los que tenían ya la planta, plantando las coronas que crecen sobre la fruta, debiendo tener la precaución de dejarlas secar cuatro o cinco días antes de plantarlas, ya que si iban a la tierra húmedas se pudrían, aconsejando que para meterlos profundamente en la tierra se les debían quitar las hojas pequeñas que tienen en la parte inferior.

Sigue explicando todo el proceso de la siguiente manera: En los calores se han de regar frecuentemente estas plantas, pero con poca agua de cada vez, y cuidando de que estén abiertos los agujeros del fondo de los tiestos, sin lo cual se detendría la humedad y las haría perecer. Cuando el calor es excesivo se las riega dos o tres veces por semana, y una en tiempo frió. En el verano se les han de rociar todas las hojas para limpiarlas del polvo, lo que aumenta mucho su vegetación. No se han de mudar de tiestos más que una vez o dos a lo más en cada año: a fin de Abril los vástagos o las coronas, que hayan estado todo el invierno en los tiestos en que fueron plantados, se trasplantarán a otros mayores conforme a su grueso, y teniendo presente que los tales tiestos no sean muy grandes, porque no hay cosa que mas perjudique a las ananás. A principios de Abril se pondrán en tiestos pequeños las que hayan de dar fruto en la primavera siguiente, según la opinión de Miller en su diccionario de jardineros.

Rozier reprobaba las trasplantaciones, porque en cada una se recortaban algo las raíces, lo cual dice que es contra el curso ordinario de la naturaleza en los países en que es indígena esta planta, a más de ser una operación muy costosa dictada solo por el deseo de tener muchos ananás, a pesar de que sale un fruto desmedrado y de poco gusto, y así cree, que se deben emplear tiestos tres veces mayores que los que comúnmente se usan.

A fin de Abril se mudan de tiesto por primera vez los vástagos y coronas plantados el año anterior, y la segunda a finales de Julio o principios de Agosto: los primeros tiestos han de tener de 15 a 20 centímetros de diámetro en la superficie, y otro tanto de profundidad; y los segundos una tercia de diámetro y otra de profundidad.

A cada vez que se muden de tiesto, se ha de rociar, y revolver la capa de casca (esta casca es de la que ha servido en las Tenerías; bien que la que no haya servido conserva mejor el calor) en que estarán empotrados los tiestos en la estufa, para mantenerles a la misma altura, y que conserve el mismo grado de calor. Al entrar el invierno se renueva dicha casca, para que en el rigor del frío guarde mejor el calor: los riegos en invierno han de ser muy raros, y los tiestos estarán separados, para que las hojas al crecer no se toquen y enlacen.

El temple de la estufa debe ser en invierno de quince grados del termómetro de Reaumur, antes más que menos: en una palabra, los extremos serán doce, y diez y ocho grados, a los cuales no puede tocar en ninguna estación sin perjudicar a la planta. El mayor obstáculo para su vegetación es la falta de calor; el segundo la demasiada humedad; y el tercero un insecto particular de la planta, que al principio se presenta como un polvo blanco; después se parece al insecto que acomete a los naranjos, que no tiene al parecer movimiento, que pierde en poco tiempo a la planta, y que se propaga mucho. Para destruirle se saca con cuidado la planta del tiesto, y separada toda la tierra, se pone en una infusión fuerte de tabaco por unas veinte y cuatro horas, después se mete en agua clara, y se limpian las hojas con una esponja: lavase el tiesto bien, se le echa tierra nueva, y se le coloca sobre la estufa rodeado de nueva casca para aumentar el calor. Este es el remedio que se usa más según decía, aunque había otros muchos. El riego no alcanzaba a destruir ni aun incomodar a dicho insecto.

En donde crecen naturalmente las ananás las cortan cuando ya están casi maduras, las cuelgan para que se oreen, y de este modo adquieren un gusto mas delicado. Unos las comen en rebanadas muy delgadas, que ponen un momento en agua, polvoreadas con sal; otros las echan en vino generoso.

Una teoría sobre el origen del ananá africano.

Tras todo lo contado habría que reflexionar, ya que no se disponen de más datos, sobre el posible origen de la planta porque creo que existen datos suficientes como para tener en cuenta lo que el abate Rozier daba como cierto, la africanidad de la piña, porque si analizamos los escritos anteriormente citados encontraremos datos suficientes para, como mínimo, no tomar dicha aseveración como falsa.

En primer lugar tendríamos que situarnos en el momento histórico, cultural y de dominios geográficos de las potencias dominantes justo antes del descubrimiento de América para poder dilucidar si la hipótesis de la africanidad del ananá es factible o si por otra parte ya puede ser descartada.

En mi trabajo dedicado a la historia del azúcar contaba la expansión de Portugal y España en el Atlántico Sur que se desarrolló de la siguiente forma:

En el año 1419 Portugal descubre las islas Madeira; en 1480 España coloniza las islas Canarias y en 1483 Portugal hace lo propio con las islas costeras africanas de Santo Tomé y Príncipe en pleno golfo de Guinea, dedicando ambas potencias coloniales estas islas a la producción del preciado azúcar de caña y también para ser utilizarlas como bases fijas de negocios y, en el caso de Portugal, del comercio de esclavos africanos y también, por su posiciones geoestratégicas, como lugares de lanzamiento de nuevas conquistas o el cierre de las rutas por mar del comercio de las especias con Oriente, consiguiendo de esta forma el monopolio de tan colosal negocio.

Gracias a dichas islas, España en Canarias, tuvo una base perfecta para llegar a las nuevas tierras de occidente o de buscar un nuevo camino hacia las islas más orientales de Asia tras llegar los cartógrafos y los físicos a teorizar sobre la esfericidad de la Tierra.

En 1492, España, descubre, sin saberlo, un nuevo continente y como era de esperar Portugal va a la zaga y toma posesión de las tierras de Brasil en el año 1500.

Dentro de dicho contexto, en el caso de que los portugueses hubieran conocido el ananá en África, las rutas trasatlánticas estaban más cercanas entre los continentes africano y americano y donde el comercio y transporte de recursos, en ambos sentidos, no pasaban por el estricto control de las metrópolis.

Ahora, sabiendo el dominio portugués de la zona comprendida entre ambos continentes, la más cercana, analizaremos, sobre todo, uno de los escritos porque parece darnos una pista esclarecedora, me refiero al que lleva por título  «Cuatro libros de la naturaleza, y virtudes de las plantas, y animales que están recibidos en el uso de la medicina en la Nueva España…» editado en 1614, más de 120 años después del descubrimiento de América, donde dice: «Esta peregrina planta, que los indios llaman, matzatli, cuyo origen dicen ser de Brasil, de donde la trajeron, y de aquí se ha comunicado a las islas, y aún a las Indias Orientales, a donde le llaman ananás, y los españoles que viven en este nuevo mundo piña…«, dato que me lleva a pensar en la muy reciente incorporación de dicha fruta en la dieta del lugar, porque debía ser tan nueva que existía un registro oral de su llegada, el único de toda la historia de la colonización.

Por otra parte he investigado el libro editado en 1590, escrito por Joseph Acosta, titulado «Historia natural y moral de las Indias», donde se hace mención de todos los productos americanos desde México a Perú y, donde cuenta de todos los productos existentes, incluido el tabaco, la patata y productos no americanos como era el azúcar y los ingenios, sin ni siquiera nombrar el ananá, por lo que hay que deducir que no llegó a conocerlo, lo que refuerza la hipótesis de que fue una nueva planta importada de otro lugar.

Otro dato a tener en cuenta es que casi a la vez aparece, o se tiene noticia de él  en África, en las posesiones portuguesas, siendo  esos lugares hoy día los mayores productores mundiales y así nos encontramos con una planta de muy rápida adaptación al medio que unido al comercio de todo tipo, expediciones científicas y exploratorias bien pudo reproducirse en un clima propicio y expandirse por el contienen americano en cuestión de unos cien años..

Que eso ocurriese no es de extrañar porque casos peores se han dado en la historia y por poner un ejemplo lo tenemos con respecto al tomate en el siglo XIX en Francia que se creía que era un producto originario del los países ribereños del Mediterráneo.

Por todo lo expuesto habría que revisar todos los libros agronómicos y botánicos existentes porque la teoría que lanzo tiene la consistencia y el peso suficiente como para ser tenida en cuenta, otro logro de la investigación cómo lo fue el descubrimiento de la fórmula de garum, el origen de la paella o los del yogur, entre otros por el autor que firma el presente  estudio. 

Adendas:  

Una vez terminado el presente trabajo, tan solo a las tres horas de estar publicado, recibí una nota, que puede leer al pie del presente trabajo, la cual agradecí, y que decía que no había tenido en cuenta lo que contaba de ella creo que el primer español que la conoció en América: Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, en su obra, por lo que paso a transcribir íntegramente (dejando aquello que no pude entender y castellanizando al español moderno para que sea comprensible) porque fue para dicho conquistador uno de los más felices hallazgos en lo relativo a las frutas del continente y a la que le dedicó todo un capítulo y de la que decía lo siguiente: 

«De las piñas que llaman los cristianos, porque lo parecen; la cual fruta nombran los indios yayama, y a cierto género de la misma fruta llaman boniama, y a otra generación dicen y ayagua:como más largamente aquí se especificará: allende de los cuales nombres en diversas partes se llaman por otros según las diversidades de las lenguas. 

Hay en esta isla Española unos cardos: que cada uno de ellos lleva una piña: la cual es una de las mas hermosas frutas que yo he visto en todo lo que en el mundo he andado, a lo menos en España, ni en Francia, ni Inglaterra, Alemania, ni en Italia, ni menos en los estados de la Cesárea Majestad de Borgoña, Flandes, Tirol, Artues, ni Olanda, ni Gelanda: ni tampoco en Sicilia, aunque entren los milleruelos, ni peras moscarelas, ni todas aquellas excelentes frutas que el rey Fernando primero de tal nombre en Nápoles acumuló en sus jardines de Pujo Real: ni en la Esquiva Noya del duque Ercoles de Ferrara, Hércoles, metida en aquella su isla del río Po. Ni la huerta, portátil en carretones del señor Ludovico duque de Milán, en que le hacia llevaban los árboles cargados de fruta hasta la mesa y a su cámara. Ninguna fruta yo he conocido de éstas, ni visto en todas las partes que he dicho y he estado: ni pienso que en el mundo la hay que en estas cosas juntas que ahora diré ni pueda hacer ventaja. Y son hermosura de vista. Suavidad de olor. Gusto de excelente sabor. Así que, de cinco sentidos los tres que se pueden aplicar a las frutas: y aun el cuarto, que es el palpar, en excelencia participa de estas cuatro cosas o sentidos sobre todas las frutas e manjares del mundo. Porque el quinto es el oír, la fruta no puede oír ni escuchar: pero podrá el lector en su lugar escuchar lo que de esta fruta se dice con atención y vera que no me engaño en lo que diré de ella. Porque, puesto que la fruta no puede tener los otros cuatro sentidos que le quise atribuir o significar de su uso, hace de entender en el ejercicio y persona del que la come, y no de la fruta que no tiene ánima,  sino la vegetativa: y faltanle la sensitiva y racional, que están en el hombre todas tres. El cual así mirando, como oliendo, y gastando, palpando a estas piñas les dará justamente el principado de todas las frutas, consideradas todos de cuatro partes o particularidades susodichas. No puede la lengua dar tan particularmente la razón y pintura de esta fruta que satisfaga del todo lo que se requiere particularizar en el caso. Y porque yo no se también dibujar como quería, para que además de las palabras en alguna manera la vista de ello y pudiese participar de esta verdad, póngola como supiere hacer en la imagen. Puesto que así por no tener colores como porque le faltara mucho al dibujo no satisface tan copiosamente como la materia lo pide, para dar la de todo punto a entender. Pero dejada la pintura aparte que esto toca solamente a la vista, y esta a mis ojos es la mas hermosa de todas las frutas: así en grandeza como en color que es verde y alumbrada o matizada de amarillo muy subido: y cuanto mas se va madurando mas participa de jalde y va subiendo del verde: y así se va aumentando el olor de muy buenos y perfectos melocotones que participen asaz del membrillo. Y una piña sola que este en casa huele toda la cámara de la manera que he dicho. El gusto es mejor que el melocotón y mas zumoso: y mondase alrededor y hacen las tajadas redondas, y como quiere el trinchante, porque en cada parte al luengo, o por el través tiene pelo y gentil corte: en estas islas todas es fruta cual he dicho y muy común porque en todas ellas y en la tierra firme las hay: y como los indios tienen muchas y diversas lenguas, así por diversos nombres la nombran: a lo menos en la tierra firme en 20 o 30 leguas acaece a ver cuatro o cinco lenguajes. Y aun esta es una de las causas principales porque los pocos cristianos en aquellas partes se sostienen entre estas gentes bárbaras. Diremos esto para en su lugar, estos menos a esta fruta de las piñas: el cual nombre los cristianos le dieron porque lo parecen en alguna manera: pero estas son mas hermosas y no tienen aquella robusticidad de las piñas de los piñones de castilla, porque aquellas son madera o casi: y estas otras se cortan con un cuchillo como un melón o a tajadas redondas mejor quitándoles primero aquella cáscara que esta a manera de unas escamas relevadas, que las hacen parecer piñas: pero no se abren ni dividen por aquellas junturas de las escamas como las de los piñones por cierto así como entre las aves se esmero natura de las plumas con que viste a los pavos de nuestra Europa, así tuvo el mismo cuidado en la composición y hermosura de esta fruta, mas que en alguna de todas las que yo he visto, y no puedo pensar que en el mundo hay otra tan linda. Una sola de estas piñas huele a muchos duraznos y membrillos y melocotones que estuviesen juntos y muy mejor que todos tres olores imita. Es fruta zumosa, y tiene una carnosidad buena y graciosa al gusto: y son tamañas como melones medianos y algunas mayores, y otras muchas menores. Y esto causa que no todas las piñas aunque se ofrece de fuera son de un genero o sabor. Algunas son algo agrias, o por ser campesinas y mal cultivadas, y como por ser de terreno descenviniente porque en todas las frutas acaece ser mejor un melón que otro, y una pera que otra, y allí de todas las demás: y por el consiguiente una piña hace gran ventaja a otra piña: pero la buena no tiene comparación con ella otra fruta en las que yo he visto. Bien creo que habrá otros hombres que no se conformen conmigo, porque en España y en otras partes del mundo unos porfían que los higos son mejores que las peras: y otros que el membrillo es mejor que el durazno y las peras y higos: y otros que las uvas mejor que los melones y las otras que he dicho. Y así a este propósito cada cual es mas inclinado a su gusto, y piensa que el que otra cosa dice no lo siente tan bien como debería. Pero dejadas sus setas o aficionados paladares, que aun estos creo que son tan diferentes como los rostros humanos de los hombres unos de otros, si sin pasión esto se juzga, yo pensaría que la mayor parte serian de mi opinión con esta fruta: aunque como menos de ella que otro la piña nace en un cardo áspero y espinoso y de luengas pencas y muy salvaje: y de en medio de aquel cardo sale un tallo redondo que hecha sola una piña, la cual tarda en sazonar 10 meses o un año: y cortada no da fruto mas aquel cardo ni sirve sino a embarazar el terreno, podrá decir alguno que pues es cardo el que da esta fruta, porque no se llama ella alcachofa: digo que en mano fue de los primeros cristianos que acá las dieron llamar las piñas, y también las pudieren mas justamente llamar alcachofas habiendo respecto al cardo en que nacieron: pero estas no tienen espinas: y parecen mas piña que alcachofa. Verdad es que aun no es apartada totalmente del linaje de alcachofa ni de las espinas porque en la coronilla o encima de la piña tiene un cogollo áspero: y adórnale mucho en la vista, y algunas tienen uno o dos y mas de tales cogollos, donde ella esta pegada con el tallo del cardo y nacida: y para plantar otros cardos y piñas estos cogollos son la simiente, o sucesión de esta fruta: porque toman aquel cogollo que la piña tiene encima o los que están pegados con ella en el pezón: y hincanles en tierra dos o tres dedos en hondo, dejando descubierto la mitad del tal cogollo y luego prende muy bien, y en el discurso del tiempo que he dicho hácese otro tal cardo cada cogollo y da otra piña tal como he dicho. Las hojas de este cardo quieren parecer algo a las de las sabiras salvo que son mas luengas y no tan gordas y corpulentas. Esta fruta seria en mas tenida sino hubiese tanta abundancia de piñas. Pero las de tierra firme tengo yo por mejores y mayores que las de estas islas. No se tiene esta fruta después que acaba de madurar de 15 o 20 dias adelante, mas el tiempo que esta sin corromper y pudrir es muy buena, puesto que algunos la condenan por colérica. Yo no se de esto lo cierto: pero se que despierta el apetito, para muchos que por hastío no pueden comer, les restituye la gana para ello, y les da aliento y voluntad a esforzarse a comer y repara el gusto. Su sabor mas puntual a lo que mas quiere parecer es al melocotón y sabe mucho a durazno y huele juntamente a el y al membrillo: pero este sabor tiene la piña mezclado con una mistion de moscatel: y por tanto es de mejor sabor que los melocotones: solo un defecto tiene, por el que no agradara esta fruta a todos los gustos, y es: que el vino aunque sea el mejor del mundo no sabe bien, bebido tras la piña. Y si así supiera como sabe con las peras asadera u otras cosas que con el beber tienen prendido los que son del vino amigos, fuera única a su parecer de los tales, y creo que esta es la causa porque acá no están bien algunos con esta fruta: ni tampoco sabe bien el agua bebiéndola tras la piña. Y esto que algunos parece tachar gran dificultad me parece a mi que es un gran privilegio y excelencia para dar a los yoropicos y amigos del beber. También digo que la carnosidad de esta piña tiene sutiles briznas como las pencas o los cardos que se comen en España: pero mas encubiertas mucho al paladar y de menos empacho y estorbo en el comerlas: y por esto no son útiles a las encías y dentadura, cuando se continúan a comer muy a menudo. En tierra firme en algunas partes los indios hacen vino de estas piñas y tienense por sano y yo lo he bebido: pero no me parece tal como el nro con mucha pte: porque es muy dulce y ningún español ni aun indio lo bebería teniendo el de castilla aunque  el de España no sea de los muy escogidos vinos. Dire de suso que estas piñas son de diversos géneros: y asi es la verdad en especial de tres maneras: a unas llaman: Yayama: y a otras : Boniama: y otras: Yayagua. Estas postreras son algo agrias y ásperas y de dentro es blanca y vinosa: las que llaman Boniama, es blanca de dentro pero dulce y algo estoposa. las que llaman Yayama, esta tal es algo prolongada y al detalle de esta que aquí esta pintada: porque las otras dos de quien se ha dicho son  mas redondas: y a esta ultima es la mejor de todas y de dentro es la color amarilla oscura y es muy dulce y suave de comer y de quien se ha de entender lo que esta dicho en loo  y de esta fruta. En algunas partes hay de las unas y de las otra muchas salvajes que se nacen por si en el campo y en grandísima multitud: pero las que se labran y cultivan son mejores sin comparación, y reconocen bien el beneficio del agricultor y son mas que delicadas. Algunas se han llevado a España pero muy pocas llegan allá: y ya que lleguen no pueden ser perfectas ni buenas, porque las han de cortar verde y sazonarle en el mar: y de esta forma pierden el crédito. Yo las he probado a llevar, y por no haberse acertado la navegación y tardar muchos días se me pudrieron y pudrieronse todas: y provee a llevar los cogollos y también se perdieron. No es fruta si no de esta tierra o otra que a lo menos no sea tan fría como España. Verdad es que el maíz que es el pan de estas partes: yo lo he visto en mi tierra en Madrid muy bueno se crió en un heredamiento del comendador Hernán Ramirez Galindo a par de aquella devota ermita de nuestra señora de Atocha: : pero en el Andalucía en muchas partes se ha hecho el maíz: y por eso soy de la opinión que se harían estas piñas llevando los cardos sueltos, y de tres o cuatro meses acá en estas partes«.

 Mi compañera Martha Delfin me remitió el mismo día de la primera publicación del presente trabajo una trascripción de un libro del geógrafo Carl Ortwin Sauer donde escribe, no he podido corroborarlo con libros originales, que Pedro Mártir de Anglería, nombrado obispo de Jamaica por el Papa Clemente VII a petición de Carlos I de España y que nunca visitó América, escribió lo siguiente: “El invictísimo rey Fernando (se refiere a Fernando el Católico) ha comido otra fruta que traen de aquellas tierras. Esa fruta tiene muchas escamas, y en la vista, forma y color, se asemeja a las piñas de los pinos; pero en lo blanda al melón, y en el sabor aventaja a toda fruta de hueso, pues no es árbol, sino hierba muy parecida al cardo o al acanto. El mismo rey le concede la primacía”, recalcando o complementado lo dicho con estas palabras: «Todas las piñas llegaron podridas, menos una que es la que los reyes probaron y se supone que por eso le llaman la fruta de la reina, la fruta reina… «. 

Bibliografía: 

– Academia de la lengua: Diccionario de la lengua. Edición de 1832. 

– Acosta, Joseph de: ‘Historia natural y moral de las Indias‘. Impreso en Casa de Juan León en la ciudad de Sevilla, año 1590. 

– Fernández de Oviedo, Gonzalo: ‘Historia General de las Indias‘, libro septimo. Editado en Sevilla en el año 1535. 

 – Hernández, Francisco:  ‘Cuatro libros de la naturaleza, y virtudes de las plantas, y animales que están recibidos en el uso de la medicina en la Nueva España, y la Método, y corrección, y preparación, que para administrarlas se requiere con lo que el Doctor Francisco Hernández escribió en lengua latina‘, una traducción de escribió en lengua latina», traducción de Fray Francisco Ximénez, editado en 1614 en la ciudad de México. 

– Irving, Washington: ‘Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón‘. Traducida al castellano por José García de Villalta. Edición de 1834. Imprenta de D. José Palacios. Madrid   

– Monardes Alfaro, Nicolás: ‘Primera y segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de las Indias Occidentales que sirven en medicina‘. Edición de 1574 en la imprenta Casa Alonso, calle de la Sierpe  de  Sevilla. 

– Ortwin Sauer, Carl: ‘Descubrimiento y dominación española del Caribe‘. 

Rozier, Jean-Batties François: ‘Cultivo del ananás‘. Editado en el Semanario de Agricultura dirigido a los párrocos, año 1797, tomo I. Impreso en Madrid. 

– Sloane, Hans: ‘Histoirae naturalis Jamaicae‘. Edición de 1696, impreso por D. Brouwn en Londres

 

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