Las costumbres alimenticias y la gastronomía que conoció Marco Polo en su viaje a China

Cuando todos los políticos son corruptos o cómplices, los sindicatos defienden el capital, la banca manda en la sombra y la justicia no es justa sólo nos queda un camino, la revolución.

 

Carlos AzcoytiaRevisando papeles encontré un trabajo inconcluso, escrito hace ya hace casi dos décadas, sobre la gastronomía que conoció Marco Polo en su viaje a China y que voy a trascribir sin hacerle arreglos, tal cual está redactado, y que son anotaciones y citas de su libro.

En primer lugar veo necesario hacer una semblanza o biografía de Marco Polo para comprender mejor su vida y la veracidad de todo lo que cuenta.

¿Quien fue Marco Polo?

Marco Polo (c. 1254-1324), viajero italiano y escritor, con cuya obra conocieron los europeos la primera descripción fidedigna del modo de vida en el Lejano Oriente.

Nació en Venecia. Su padre y su tío eran mercaderes venecianos y socios. En uno de los viajes que hicieron como mercaderes (1260) fue el que hicieron por tierra, desde Bukhoro, en Uzbekistán, a China. Allí permanecieron durante algunos años en Kaifeng, la capital oriental del emperador mongol Kublai Khan, y regresaron a Venecia en 1269. Dos años después, llevando con ellos a Marco Polo, emprendieron su segundo viaje a China. La ruta que siguieron los llevó en un viaje por tierra desde Acre (actualmente en Israel) a Hormuz, en la entrada del golfo Pérsico. Desde allí, hacia el norte, a través de Irán hasta el río Oxus (en la actualidad denominado Amu-Darya), en Asia central. Después ascendieron por el Oxus, cruzaron Pamir, y llegaron a la región de Lob Nor, en la provincia de Sinkiang (en la actualidad la región autónoma de Xinjiang Uygur), en China, y por último cruzaron el desierto de Gobi y llegaron a la corte de Kublai Khan, por aquel entonces en la ciudad de Shangdu (Shang-tu), China, en 1275. De esta forma, se convirtieron en los primeros europeos que visitaron dichos territorios, en especial Pamir y el desierto de Gobi.

Marco Polo entró a formar parte del cuerpo diplomático de Kublai Khan, para quien llevó a cabo misiones por todas partes del imperio, y además fue durante tres años gobernador de la ciudad china de Yangzhou (Yangchow). Por su parte, su padre y su tío estuvieron al servicio del emperador como consejeros militares. Permanecieron en China hasta el año 1292, cuando partieron como escoltas de una princesa china en un viaje por mar hasta Irán. A este país llegaron a través de Sumatra, el sur de la India, el océano Índico, y el golfo Pérsico. Continuaron después por tierra más allá de Tabriz, en el noroeste de Irán, por la costa este del mar Negro, y de Constantinopla. Llegaron finalmente a su ciudad, Venecia, en 1295.

En 1298 Marco Polo era capitán de una galera veneciana en la batalla que enfrentaba a las flotas de Venecia y Génova, donde fue apresado por los genoveses. Durante su encarcelamiento en Génova dictó a un compañero el relato de sus viajes. En 1299 fue puesto en libertad y regresó a Venecia.

Su obra Los viajes de Marco Polo (publicada por primera vez en francés), es probablemente el libro de viaje más famoso e influyente de toda la historia. La riqueza de sus intensas descripciones supuso para la Europa medieval la primera toma de contacto con la realidad de China, además de las primeras noticias sobre otros países como Siam (Tailandia), Japón, Java, Cochinchina (en la actualidad una parte de Vietnam), Ceilán (Sri Lanka), Tibet, India y Birmania. Durante mucho tiempo, esta obra fue la única fuente de información de Europa sobre la geografía y el modo de vida en el Lejano Oriente. Además, sirvió de modelo para elaborar los primeros mapas fiables de Asia que se hicieron en Europa, y despertó en Cristóbal Colón el interés por el Oriente, que culminó con el descubrimiento de América en 1492, cuando pretendía llegar al Lejano Oriente que Marco Polo había descrito, navegando rumbo oeste desde Europa. También sugirió la posibilidad de abrir una ruta marítima completa al Lejano Oriente bordeando África, hecho que finalmente llevaría a cabo entre 1497-1498 el navegante portugués Vasco da Gama.

La obra en sí es un compendio de verdades y fantasía, en algunos sitios difíciles de deslindar, pero que no le resta mérito.

He recogido de dicho libro sólo los pasajes relacionados con la producción de alimentos, las costumbres dietéticas y la gastronomía, de ahí los salto geográficos que el lector pueda sentir.

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Anotaciones de Marco Polo

17 años como privado del Gran Khan Culay, Marco era hijo de Micer Nicolás.

Capítulo 11: Descripción de las regiones de Oriente, y primero de Armenia la Chica.- Es una región fértil y placentera. Hay caza abundante de animales y de aves. El aire es muy sano. Los habitantes de esta Armenia fueron en la antigüedad guerreros arrojados; ahora se han convertido en borrachos y cobardes.

Capítulo 12: De la provincia de Turquía.- Sus hombres son zafios y rudos; habitan las montañas y colinas donde pueden encontrar mejor pasto. Poseen grandes rebaños de jumentos y de ovejas.

Capítulo 13: De Armenia la Grande.- Durante el verano habitan allí muchos tártaros con sus rebaños y ganados, ya que hay pastos muy pingües; en el invierno, bajan de la montaña, a causa de las grandes nevadas… La región limita al oriente con la provincia de Mosul; al aquilón hay una gran fuente de la que fluye un líquido semejante al aceite, que no sirve para la comida, pero que es excelente para ungüentos y lámparas. Todos los pueblos comarcanos usan este líquido para unciones y candiles, pues de esta fuente mana en tan gran abundancia, que se cargan de él al tiempo cien naves.

Capítulo 14: De la provincia de Zorzania.- …Está allí el cenobio de monjes de San Leonardo de oriente, junto al cual se extiende; en él, desde el día de Cuaresma hasta el Sábado Santo, se pescan peces en gran abundancia, mientras que en el restante tiempo del año es imposible de todo punto encontrar pescado. Aquel lago se llama mar de Geluchalam y tiene doscientas seis leguas de circunferencia y dista de todos los mares doce jornadas.

Capítulo 17: De la ciudad de Thaurisio.- La ciudad está cercada de huertos hermosísimos, que dan frutos abundantes y excelentes.

Capítulo 18: De la región de los persas.- Hay en ellas abundancia de algodón, de trigo, de cebada, de mijo, de panizo, de grano, de vino y de todos los frutos.

Capítulo 20: De la ciudad de Yassi.- En las llanuras se encuentran bosques que en los que se puede cabalgar a placer; donde hay mucha caza; hay asnos salvajes y codornices en gran abundancia.

Capítulo 22: De la ciudad de Camandu.- La región se llama Rotbarle. Hay allí dátiles, pistachos y manzanas del Paraíso en grandísima abundancia; crecen también otros muchos frutos que no se dan entre nosotros. Hay aves que se llaman francolíes de color mezclado, es decir, blanco y negro, porque tienen las patas y el pico color rojo. Hay bueyes muy grandes que tienen el pelo blanquísimo, corto y liso; sus cuernos pequeños y gruesos, carecen de punta; sobre el lomo tienen córcova como los camellos; son fortísimos y soportan grandes pesos… Allí hay carneros grandes como asnos que tienen una cola larguísima, larga, gruesa y de muchas libras de peso; son gordos y muy bellos y muy buenos para comer.

Capítulo 23: De la campiña y la cuidad famosa de Karmos.- Después se entra en una campiña buenísima de dos jornadas de longitud y se llama aquel lugar Formosa, donde hay ríos y muchas aguas y palmeras; abundan allí francolíes, papagayos y otras aves de distintas especies que no existen aquende el mar…Después se llega al mar Océano donde está la ciudad de Carmosa, a cuyo puerto acuden los comerciantes de la India portadores de especias…Se hace allí un vino de dátiles y otras especias que es muy bueno; si alguien que no está hecho a él lo bebe, sufre flujo de vientre; después aprovecha y hace engordar a los hombres. Los habitantes del lugar no toman pan de trigo ni carne, ya que no podrían vivir si comieran semejantes alimentos; se nutren de pescado salado, dátiles y cebollas para mantener su salud; muchos se sustentan de atún.

Capítulo 24: De la región medianera entra la ciudad de Cormusa y la ciudad de Crermam.- Al volver de la ciudad de Cormusa a la de Crerman por otro camino, se encuentra una hermosa y gran llanura, donde hay abundancia de víveres. Tienen trigo en cantidad, pero el pan de aquella región resulta incomestible a los que no están acostumbrados a él durante largo tiempo, ya que a causa de la acidez de las aguas es amargo. Allí hay perdices y dátiles y otros frutos en gran abundancia.

Capítulo 28: Del tirano que se llamaba el Viejo de las Montañas y sus asesinos.- (Aquí se refiere a la región de Mullete), (el verdadero nombre era Eleodim), recordar que la palabra asesino viene de este pueblo y es una deformación de hachichino, aquellos que tomaban hachis. Aquel príncipe como todo el pueblo a quien gobernaba era seguidor de Mahoma. Imaginó una perfidia inaudita: convertir a sus hombres en audaces sicarios y homicidas, que comúnmente se llaman ‘asesinos’, para poder matar con su temeridad a quien quisiese y ser temido por todos. Hizo, en efecto, en un valle amenísimo, rodeado por doquier de altísimas montañas, un inmenso y hermosísimo vergel, donde había copia de todas las hierbas, flores y frutos deleitosos. Había allí palacios espléndidos… allí corrían varios y diversos regatos de agua, miel y leche.

Capítulo 30: De la ciudad de Sepurga y sus tierras.- Después se llega a la ciudad de Sepurga, donde hay abundancia de toda suerte de vituallas y cantidad de pepinos llamados en romance ‘melones’, que cortan al través en tiras o correas o como se hace con las calabazas; cuando se han secado, los llevan a vender a las tierras aledañas en gran número; son muy apreciados entre el pueblo como comida, ya que tienen un dulzor como de miel. En aquella región hay mucha caza de animales y de aves.

Capítulo 32: Del castillo de Tartam.-  Al medio día tiene montes de sal buenísima, muy altos y grandes que, según se dice, abastecerían de sal con holgura a todo el mundo; su dureza es tan grande que no se puede coger ni un grano si no es con martillos de hierro. (Entre este lugar y la ciudad de Scassem cuenta) por el camino se encuentran no obstante muchas villas, donde hay gran cantidad de vino, grano y trigo. Los habitantes adoran a Mahoma, pero beben sin embargo vino y son grandísimos borrachos, pues se entregan a la bebida durante el día entero; tienen un vino cocido excelente.

Capítulo 34: De la provincia de Balascia.- Hay caza maravillosa de animales y aves. La provincia produce también trigo muy bueno en grandísima cantidad. Abunda en cebada y asimismo en mijo y panizo. Carece de aceite, pero se hace aceite de nueces y ajonjolí.

Capítulo 36: De la provincia de Chesimur.- Se alimentan de carne y arroz; sin embargo, son muy flacos.

Capítulo 38: De la provincia de Cascar.- …es tributaria del Gran Khan, donde hay muchas viñas muy hermosas y numerosos jardines y huertos de frutales. Abundan en algodón.

Capítulo 45: La ciudad de Sachion y la costumbre de los paganos en la incineración de los cadáveres.- Allí colocan el cadáver embalsamado con muchas especias y cubren el sarcófago con un hermoso paño. Todos los días, mientras permanece el cuerpo en casa, preparan a la hora de yantar una mesa junto a la caja con vino y delicado manjares, que queda puesta el tiempo que podría tardas un hombre vivo en comerlos, pues dicen que el alma del difunto prueba las viandas que están servidas a su nombre.

Capítulo 48: De la provincia de Succuir.- En todos los montes de esta provincia se encuentra ruibarbo en grandísima abundancia, y de allí es transportado por los mercaderes a todas las partes del mundo.

Capítulo 57: De la comida común de los tártaros.- El mantenimiento ordinario de los tártaros es carne y leche, y aquella de animales puros e impuros, pues comen carne de caballo y de perro, y así mismo de algunos reptiles denominados en romance ‘Ratas del Faraón’, que se encuentra en suma abundancia en las llanuras. Beben leche de yegua, que saben preparar de modo que parece vino blanco, que es también muy sabrosa y se llama en su lengua chemius.

Capítulo 58: De su idolatría y plegarias.- Profesan reverencia suma a estos ídolos; cuando van a comer o cenar, untan antes la boca de los dioses con  grasa de la carne cocida; una parte del caldo, es decir, del agua en la que de ha cocido la carne, la derraman fuera de la casa, para que los dioses susodichos reciban su parte. Acabado este ritual se sienta a la mesa.

Capítulo 59: Del valor, la industria y la fortaleza de los tártaros.- Cuando a causa de una campaña es necesario que emprendan largos viajes, de sus cosas no llevan consigo nada salvo las armas, así como una cabaña pequeña en la que se cobijan cuando llueve; cada cual va con dos botas de cuero, en las que guarda la leche que bebe, y una olla pequeña para cocer la carne, que llamamos en nuestro romance ‘pinguatella’. Si alguna vez urge llegar con presteza a un lugar remoto, se abstiene durante diez días de todo alimento cocido, si resulta que por la cocción de la comida se retrasa la marcha. Traen leche consigo a modo de pasta sólida, que ponen en agua en una vasija, y al agitan con un palo hasta que se disuelve, después se la beben. A menudo en lugar de vino o a falta de vino o de agua cortan una vena de sus caballos y chupan su sangre.

Capítulo 62: De las campiñas de Bargi y las últimas islas del aquilón.-  Los habitantes del lugar se llaman «metrich», están sometidos al Gran Kan y siguen las costumbres de los tártaros; son hombres salvajes y se sustentan de la carne de los animales que apresan en la caza, y sobre todo de ciervos, de los que tienen gran cantidad, y que también domestican y en los que cabalgan una vez amaestrados. Carecen de grano y vino. En el verano tienen mucha caza de aves y de fieras salvajes; durante el invierno todos los animales y los pájaros emigran de allí por el frío rigurosísimo de aquella región.

Capítulo 66: De la ciudad de Ciandu y del bosque del rey que está junto a ella y de las fiestas de los tártaros.- En esta provincia comen la carne de los hombres que han sido ejecutados por la justicia pública, pero rehúsan comer la carne de los fallecidos por enfermedad.

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SEGUNDA PARTE

Capítulo 13: De la solemnidad de sus banquetes.- El protocolo que se guarda en los banquetes del rey es el siguiente. Cuando el soberano por una fiesta u otra causa quiere celebrar un festín en la gran sala, la corte se sienta a la mesa así: en primer lugar, se pone la mesa del rey más elevada que las demás, de manera que el monarca, sentado en la parte septentrional del salón, mire al mediodía; a su izquierda, es decir, junto a él, se sienta la reina mayor, esto es, su primera mujer; a su derecha toman asiento sus hijos y sobrinos y los que descienden de estirpe imperial, pero sus mesas están puestas tan por debajo de la mesa real que sus cabezas sólo llegan a los pies del gran rey; los restantes barones y caballeros son colocados igualmente en mesas todavía más bajas. Según el mismo orden se acomodan a la izquierda las demás reinas y las esposas de los grandes barones; en efecto, el rango que tiene el príncipe o el barón lo poseen también sus mujeres. Todos los nobles que comen en la corte en las fiestas del rey llevan a sus esposas al banquete. Las mesas están dispuestas de suerte que el Gran Kan, desde su sitio, contemple a todos los comensales, pues en tales convites se congrega siempre una gran muchedumbre. Fuera de la sala del trono hay otras cámaras laterales, en las que comen en las fiestas del monarca a veces diez mil hombres, sin contar los que pertenecen a la corte del rey, pues, en estos festejos acuden a la corte muchos feudatarios de tierras y juglares sin cuento y también los que traen joyas y varias y diversas novedades. En mitad de la sala se pone un recipiente de oro lleno de vino o de alguna bebida exquisita, que tiene la capacidad de un tonel o dolium, a uno y otro lado del cual hay cuatro grandes picheles de oro purísimo, un poco más pequeños que aquel recipiente, en las cuales fluye el vino del recipiente mayor; de esos picheles se escancia el vino en unas jarras de oro que se ponen entre cada dos comensales en las mesas de los invitados al banquete real; cada una de ellas es de tal tamaño, que contiene vino para ocho o diez hombres. Todos beben en grandes copas provistas de pie y de asa de oro, que son todas de valor imponderable. Hay también otra cantidad de copas de oro y de plata tan infinita e inapreciable, todas ellas en la corte del rey, que cuantos lo ven quedan pasmados y el que no lo ha visto apenas puede dar crédito a quienes se lo cuentan. Los servidores que atienden al monarca mientras come son grandes barones; sin excepción llevan su boca tapada con un finísimo cendal de seda, para que el aliento del que le sirve no pueda rozar su comida o su bebida. Cuando el rey toma la copa o bebe, todos los que tienen instrumentos musicales, situados ante él, tocan cada uno el suyo y cuantos barones y criados sirven en el salón se hincan de rodillas.

Excusado es referir los manjares que se llevan a la mesa, ya que cada cual puede imaginar por sí mismo que, a tenor de tan fastuosa corte, se prepara una comida opípara y exquisita. Al terminar el banquete se levantan todos los tañedores de laúd y entonan dulces melodías, y los juglares, los histriones y los nigromantes hacen grandes juegos y solaces en presencia del rey y los demás que comen en su corte.

Capítulo 16: De los animales salvajes que en determinadas épocas del año envían los cazadores a la corte.- Durante los tres meses que reside el Gran Khan en Cambalú, es decir, diciembre, enero y febrero, los cazadores de los lugares, por orden del rey, deben dedicarse a la caza en un compás de nueve jornadas en torno a la provincia de Cathay, y presentar a sus amos todos los venados, esto es, ciervos, osos, cabras, jabalíes, gamos y otros tales animales; éstos están obligados, si viven a treinta jornadas o menos de la corte del rey, a enviar las piezas al Gran Kan limpias de entrañas en carretas o en barcos; si distan más de treinta jornadas de la corte, a mandar sólo los cueros curtidos que son menester para las armas.

Capítulo 18: De la magnífica cacería del Gran Khan.- Dos barones del Gran Khan que son hermanos, uno de los cuales se llama Bayan y el otro Mugan, dirigen la cacería del rey de la manera siguiente.

Cada uno de ellos está al frente de diez mil hombres, que crían grandes perros que llamamos «mastines», por lo que se dicen en lengua tártara cimei, es decir, «encargados de perros grandes». Cuando el Gran Kan quiere recrearse con gran aparato en una cacería, los dos barones susodichos llevan consigo a veinte mil cazadores con una jauría que suma un total de v mil perros. Una vez llegados a la campiña donde se va a celebrar la montería, el gran rey se coloca en el centro con sus barones; uno de los capitanes marcha a la derecha del soberano con sus diez mil hombres, el otro con sus otros x mil a la izquierda. Los cazadores se distinguen todos entre sí porque diez mil van vestidos de rojo y los otros diez mil de color del cielo, que en romance decimos «celeste». Forman un haz larga, situándose uno junto a otro a lo largo del campo, y abarcan de uno a otro cabo un compás de tierra que mide casi una jornada; y cada uno va con sus perros. Cuando están desplegados en el lugar susodicho y avanzan ojeando, sueltan los canes que llevan contra las fieras salvajes, de las que hay allí grandísima abundancia. Por tanto, pocas bestias pueden escapar de sus manos debido al número de la jauría y a la diligencia de los cazadores. Resulta un espectáculo muy placentero de ver a los que gustan de semejantes monterías.

Capítulo 23: De los correos del Gran Khan y de la multitud y el orden de las posadas.- A la salida de la ciudad de Cambalú parten muchos caminos por los que se va a las provincias comarcanas. En todos los caminos reales a cada veinticinco millas se encuentra una posada provista de muchas estancias, donde se alojan los correos del Gran Kan a su pasa por allí; estos mesones se llaman laubi, esto es, «cuadras de caballos». Tales hospederías cuentan con lechos y todo lo preciso para recibir a un viajero; hay también en ellas trescientos o cuatrocientos caballos del monarca, preparados para los mensajeros regios. Lo mismo sucede en todos los caminos reales hasta los últimos confines de las provincias colindantes, así que en total hay alrededor de x mil estancias y hospederías semejantes, y más de doscientos mil caballos dedicados a la posta. Incluso muchos lugares salvajes, donde no existe poblado de hombres, disponen de tales mesones, que están a distancia de treinta y cinco o cuarenta millas el uno del otro, con todos los caballos y guardianes consagrados a este menester. Su manutención y todos sus gastos corren por completo a cuenta de las ciudades y aldeas en cuyo distrito se encuentran; la corte real provee al mantenimiento de los que habitan en las posadas de un despoblado.

Capítulo 24: De la previsión del rey para remediar los tiempos de esterilidad y carestía y de su piedad para con sus súbditos pobres.- Todos los años el Kan despacha mensajeros a las provincias que le están sometidas para indagar si alguna región perdió su cosecha aquel año a causa de la langosta, las orugas, alguna sequía o una peste. Cuando el rey tiene noticia de que alguna comarca o ciudad ha sufrido semejante catástrofe, le condona los tributos de aquel año y hace que se le lleve grano de sus trojes en cantidad suficiente para la comida y la sementera. En los tiempos de gran abundancia compra el rey grano sin tasa, que se conserva en sus silos durante tres o cuatro años con cuidado de que no se pudra. Y se provee al abastecimiento de todo el grano con tal diligencia, que siempre están llenos los alholíes reales, de modo que se pueda subvenir a los menesterosos en las épocas de indigencia. Cuando en tal contingencia se vende el grano del monarca, el comprador paga por cuatro cahíces el mismo precio que pide otro vendedor por un cahíz. Igualmente, cuando hay una epidemia de animales, condona a los que sufren esta plaga el tributo del año, más o menos, según la cuantía de la pérdida, y hace que se les venda algunos de sus rebaños y ganados. En las vías principales de la provincia de Cathay y de las comarcas adyacentes hace el rey plantar árboles a poca distancia unos de otros, para evitar que los viandantes se descarríen del camino recto, pues los guían estos mojones.

Capítulo 25: De la bebida que se hace en la provincia de Cathay en lugar de vino.- En la provincia de Cathay en lugar de vino se elabora una bebida de arroz y de diversas especias, que es muy clara y supera en suavidad al vino, y hace que los que beben de ella se embriaguen con más facilidad.

Capítulo 31: Del gran río de Caromoram.- En la región limítrofe al río crece por doquier jengibre en gran cantidad.

Capítulo 34: De la provincia de Achalech Mangii.- En esta provincia se da en suma abundancia el trigo. También hay arroz en grandísima cantidad.

Capítulo 37: De otra región de la provincia de Thebeth y de una costumbre vergonzosa.- Hay asimismo en esta provincia canela, áloe y otras especias aromáticas en abundancia, que no se traen a nosotros ni se han visto en nuestra tierra..

Capítulo 38: De la provincia de Caindu.- Allí no se da el vino ni crecen las viñas, pero hacen un vino excelente de trigo, arroz y diversas especias. Hay clavo en abundancia extraordinaria, que cogen de unos pequeños arbustos que tienen ramitas chicas; dan una flor blanca y menuda, como es el grano de clavo. Hay también jengibre en gran cantidad, y abunda mucho asimismo la canela y otras muchas especias aromáticas que se importan a nuestras tierras.

Capítulo 39: De la provincia de Carayam.- Se da allí en gran abundancia trigo y arroz, pero no comen pan de trigo porque no es saludable; el pan lo hacen de arroz. Elaboran también de diversas especias una bebida que emborracha con más facilidad que el vino.

En esta ciudad se obtiene de agua de pozo sal en grandísima cantidad, de la que el rey saca pingües ganancias. En la comarca hay un lago que tiene cien millas de circunferencia en la que se pescan grandes y sabrosísimos peces, que los hombres de la región comen de la siguiente manera: en primer lugar, los desmenuzan, después los ponen muy bien adobados en un condimento de muchos ajos y buenísimas especias y acto seguido los comen como se come entre nosotros la carne cocida.

Capítulo 40: De una región de Carayam en la que hay serpientes.- Entonces sobrevienen los cazadores y la rematan, si es que vive todavía; en primer lugar extraen su hiel, que venden a subido precio por su gran valor medicinal, ya que el que sufre la mordedura de un perro rabioso y bebe de ella el precio de un dinero pequeño sana por completo; asimismo, la mujer que se encuentra en los dolores del parto y toma un poco de ella queda fuera de peligro, y el que padece un apostema, si unta el lugar enfermo con ella, se cura perfectamente en pocos días. También se vende la carne de la serpiente, que es de gusto muy sabroso y la comen los hombres con sumo placer.

Capítulo 41: De la provincia de Ardandam.- Se nutren, por lo general, de arroz y de carne. Hacen una bebida excelente de arroz y de especias finas.

Capítulo 45: De la provincia de Bangala.- Se alimentan de carne, arroz y leche. Hay allí grandísima abundancia de algodón, del que hacen muchos tratos. Abunda también en espique, galanga, jengibre, azúcar y otras muchas especias aromáticas. Los bueyes igualan en tamaño a los elefantes.

Capítulo 46: De la provincia de Canziga.- Los habitantes de la tierra se sustentan de carne, leche y arroz. Carecen de vides, pero preparan bebidas con arroz, aromas y especias finas.

Capítulo 50: De las ciudades de Cantafu, Cianglu y Cianoli.- que también forma parte de la provincia de Cathay, donde se hace sal en cantidad infinita; en efecto, la tierra es allí muy salina, y de ella hacen rimeros sobre los cuales arrojan agua; después recogen el agua que escurre al pie del montículo y, poniéndola en un gran caldero, la hacen hervir al fuego largo tiempo; después cuaja en sal bella y blanca.

Capítulo 60: De la ciudad de Tanguy.- Tanguy es una pequeña ciudad a la orilla del mencionado río al cierzo. Todos los años se recoge allí una inmensa cosecha de grano y de arroz, que después es llevada a la corte del Gran Kan a la ciudad de Cambalú; la trasladan desde ese lugar a Cathay por ríos y lagos. El Gran Kan ha mandado hacer muchos y grandes canales en buen número de parajes, para que las naves puedan pasar de un río a otro y llegar a la provincia de Cathay. También puede irse por tierra desde Mangi a Cathay. La corte del Gran Kan se abastece de trigo gracias sobre todo al que se almacena en el puerto de esta ciudad de Calguy.

Capítulo 62: De la ciudad de Thinghinguy y de cómo sus moradores fueron matados por haber dado muerte a un ejército de tártaros.- Los susodichos alanos que habían conquistado la plaza encontraron en ella vino excelente en abundancia, del que bebieron en tanta cantidad que todos se embeodaron.

A la noche, apesantados por el vino, cayeron en tan gran modorra que se durmieron todos hasta el último y no hicieron ninguna vela. Los ciudadanos que los habían recibido de paz, al ver esto, los atacaron mientras dormían y los mataron a todos, de manera que no escapó ninguno.

Capítulo 63: De la ciudad de Singuy.- En los montes de aquella ciudad crece ruibarbo y también jengibre en tanta cantidad, que por un veneciano de plata se pueden comprar ochenta libras de jengibre fresco y buenísimo. Esta ciudad tiene bajo su jurisdicción xvi ciudades de grandes mercaderías y muchos oficios mecánicos, y se hacen por tanto allí muchos paños de seda. Se llama Singuy, es decir «ciudad de la tierra», y otra gran ciudad se llama Quinsay, es decir, «ciudad del cielo». Recibieron este nombre aquellas ciudades porque son las más famosas en las partes de Oriente.

Capítulo 65: De las rentas que recibe el Gran Kan en Quinsay.- De las otras cosas y mercaderías fuera de la sal recibe tributos inmensos e incalculables. En esta provincia hay más azúcar que en las restantes regiones de todo el mundo. Hay también grandísima abundancia de droguería y especia semejantes, y de cada droga recibe el Gran Kan el tres y medio por ciento. Percibe bien grandes ingresos del vino que se hace de arroz y diversas especias, así como de la carne.

Capítulo 67: Del reino de Suguy.- hay allí plenitud de víveres, así como muchísima caza de animales y aves; hay gran número de leones. Crece el jengibre en abundancia infinita, pues por el valor de un grueso veneciano se dan treinta libras de jengibre. Hay también una flor que se asemeja al azafrán; sin embargo, es de otra especie, pero de igual valor que el azafrán. Los habitantes de esta región comen muy gustosos carne humana, con tal que los hombres no hayan fallecido de muerte natural, y piensan que ésta es la mejor carne.

Cuando matan en combate a un enemigo, beben su sangre y comen su carne..

Capítulo 68: De las ciudades de Quelinfu y Unquen.- Hay allí seda, jengibre y galanga en grandísima abundancia. Los hombres y las mujeres son muy hermosos. Hay gallinas que carecen de alas, pero tienen pelo como los gatos y son todas de color negro; ponen huevos excelentes, parecidos a los de nuestras gallinas.

Capítulo 70: De la ciudad de Zaizen y su famosísimo puerto.- Al cabo de esas cinco jornadas se encuentra la ciudad de Zaizen, que es inmensa y tiene un puerto famosísimo al que acuden en cantidad infinita las naves de la India con sus mercancías, pues por una que vaya con pimienta a Alejandría para llevarla de allí a tierra de los cristianos, vienen cien navíos a este puerto. En efecto, es uno de los mayores y mejores del mundo por la cantidad y el volumen de las mercancías que entran en él.

El Gran Khan obtiene enormes rentas de este puerto, pues cada nave le paga de todas sus mercancías el diez por ciento.

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TERCERA PARTE O LIBRO TERCERO

Capítulo 8: De la multitud de las islas de aquella región y sus frutos.- En el mar donde está Ciampagu hay otras muchísimas islas, que contadas con cuidado por los marineros y pilotos de aquella región se ha hallado que son siete mil trescientos veintiocho, la mayor parte de las cuales está poblada por hombres.

En todas las islas susodichas los árboles son de especias, pues allí no crece ningún arbusto que no sea muy aromático y provechoso. Allí hay especias infinitas; hay pimienta blanquísima como la nieve; también hay suma abundancia de la negra. Con todo, los mercaderes de otras partes rara vez aportan por allí, pues pasan un año completo en el mar, ya que van en invierno y vuelven en verano.

Capítulo 10: De la isla de Jana la Grande.- Allí hay extraordinaria abundancia de pimienta, nuez moscada, espique, galanga, cubeba, clavo y otras especias. Acuden a ella muchos mercaderes, ya que obtienen grandes ganancias.

Capítulo 12: De la isla de Pentain.- Después de partir de Laach se navega quinientas millas al mediodía, y se encuentra la isla de Pentain, que es también una región muy salvaje; hay allí bosques de árboles de gran aroma y mucho provecho.

Capítulo 13: De la isla que se llama Jana la Chica.- Asimismo hay abundancia de toda suerte de especias, de las que nunca se ha visto su par aquende el mar.

Capítulo 16: Del reino de Samara.- Hay allí peces muy sabrosos en grandísima cantidad. No crece el trigo, sino que hacen el pan de arroz. No tienen viñas, pero hacen vino de la siguiente manera: hay allí muchos árboles pequeños que se asemejan a las palmas, cada uno de los cuales tiene cuatro ramas por lo general; en una determinada época del año hacen una incisión en las ramas y atan a cada corte una orza, en la que recogen el jugo que rezuma el árbol como se destila el aguardiente. Ese líquido fluye con tan gran abundancia, que entre el día y la noche se llena la orza sujeta a la rama. Una vez vaciadas, vuelven a poner las orzas en las ramas, y así se prolonga esta vendimia muchos días. Después riegan con agua el pie del árbol, cuando ya ha dejado de gotear, y a poco vuelve a manar de nuevo el jugo, aunque no es de tanto valor como el primero. De este líquido hacen uso como vino y cosechan gran cantidad; es de sabor muy agradable y tiene color blanco y tinto, igual que el vino. En esta región hay en gran abundancia nueces de la India, que son grandes y buenísimas. Los habitantes de esta región se sirven como comida de todas las carnes sin distinción.

Capítulo 17: Del reino de Dragoyam.- Una vez muerto, trocean su carne y la cuecen Y, reuniéndose todos sus parientes, la comen con toda su médula. Dicen, en efecto, que si su carne se pudriese y se convirtiese en gusanos, ellos morirían de hambre y el alma del difunto sufriría por esta razón un gravísimo castigo. A los huesos los sepultan en las cavernas de los montes, para que no los puedan tocar ni los hombres ni las bestias. Cuando los habitantes de aquella región capturan a algún extranjero, si no pueden pagar rescate, lo matan y se lo comen.

Capítulo 18: Del reino de Lambri.- Otro reino de la isla susodicha se llama Lambri, en el que hay muchas especias a maravilla. Allí crecen brasiles en grandísima abundancia. Cuando han crecido, los trasplantan y por tres años los dejan en tierra, y después los arrancan con las raíces. Estos brasiles, yo, Marco, los llevé conmigo a Venecia y los hice plantar, pero no lograron brotar porque requieren una tierra muy caliente.

Capítulo 19: Del reino de Farfur.- El sexto reino de aquella isla se llama Farfur, donde nace el mejor alcanfor que se pueda encontrar en parte alguna; se trueca con oro al peso. Hacen pan de arroz y carecen de trigo. Abundan en leche de la que se alimentan por lo general. Tienen vino de los árboles, sobre el que se habló en el reino de Samara. En esta región crecen muchos árboles de gran grosor, que tienen corteza muy, fina; debajo de la corteza hay una harina buenísima en extremo, con la que preparan delicados manjares de los que yo, Marco, comí muchas veces. En los otros dos reinos de la isla no estuve, así que nada diré sobre ellos.

Capítulo 20: De la isla de Recuran.- Hay allí bosques de árboles de sándalo rojo, de nueces de la India y de clavo, y tienen abundancia de brasiles y de diversas clases de especias.

Capítulo 21: De la isla de Angaman.- La otra isla se llama Angaman, y es grande. Su pueblo adora ídolos y vive muy bestialmente. Los hombres son salvajes y cruelísimos. Se alimentan de arroz, leche y carne. No hacen ascos a carne alguna, pues comen carne humana. Sus hombres son muy monstruosos, pues hay unos que tienen cabeza de perro y ojos parecidos a los caninos. Allí se encuentra abundancia de todas las especias. Hay también diversos y variados frutos cerca de las partes marítimas, muy disparejos de los nuestros.

Capítulo 22: De la gran isla de Ceilán.- No tienen grano alguno salvo arroz. Se alimentan de carne, arroz y leche. Tienen abundancia de semillas de ajonjolí, de las que hacen aceite. Tienen los brasiles mejores del mundo, que crecen allí. También tienen vino de los árboles de los que se dijo arriba en el reino de Samara.

Capítulo 24 Del reino de Far y sus costumbres y de la idolatría de sus habitantes.- Cuando se mueren los bueyes, recogen su manteca y con ella untan sus casas. Entre estos idólatras hay unos de otra secta que se llaman gony, que no matan bueyes; pero si perecen de muerte natural o son matados por otros, entonces comen muy a gusto su carne.

Capítulo 28: Del reino de Murfili y de cómo se encuentran en él diamantes.- Sus habitantes se nutren de carne, leche y arroz. En esta provincia se crían los carneros mayores de la tierra. De todos los alimentos hay allí grandísima abundancia.

Capítulo 30: Del reino de Lach.- No se sirven de vino ni de carne; no matan ningún animal.

Son sanos sobremanera, pues usan a menudo como alimento una hierba que los ayuda a maravilla a la digestión. No usan escudillas ni tajadores al comer, sino que ponen su alimento en hojas secas, que son de los manzanos llamados del Paraíso, o sobre otras grandes hojas secas; no comen sobre hojas verdes ni tampoco se sustentan de frutos verdes o de hierbas verdes o de raíces verdes, ya que todo lo que es verde dicen que está animado, por lo que no quieren comerlo, por temor a cometer un gran sacrilegio al matarlo. Tampoco y por la misma razón se atreven a dar muerte a ningún animal grande o pequeño; de ninguna manera cometen pecados contra su ley; duermen sobre el suelo desnudo y queman los cadáveres de los muertos.

Capítulo 31: Del reino de Coilum.- En este reino crecen brasiles grandes como limones, muy buenos. También hay allí pimienta en extrema abundancia, pues los bosques y las campiñas rebosan de pimienta; sin embargo, el arbusto del que nace es doméstico; se coge sólo en junio y julio

Hay gallinas diferentes en todo de las nuestras. Todo lo cría la región aquella diverso de lo que dan las demás regiones, las aves, los animales y las especias, y ello se debe a que es caliente sobremanera. No tienen grano alguno salvo arroz. Hacen vino de azúcar. De los demás alimentos hay abundancia infinita.

Capítulo 35: Del reino de Gozurath.- Cuando apresan en el mar a mercaderes, les dan de beber tamarindo con agua de mar, de resultas de lo cual los negociantes sufren diarrea de inmediato. Hacen esto porque los mercaderes, viendo venir de lejos a los piratas, acostumbran a tragarse las piedras preciosas y las perlas. De esta manera, pues, los piratas cobran todo y no se les puede ocultar nada en absoluto. En esta región hay abundancia de índigo, pimienta y jengibre. Hay también árboles de los que se coge algodón en gran cantidad. El árbol que produce algodón crece por lo general hasta una altura de seis pasos y da fruto durante veinte años, y después de veinte años nada. El algodón que da el árbol vale hasta los doce años para tejer; por encima de los xii años sirve para colchones, tabardos y cosas de este jaez. En este reino hay suma abundancia de un cuero buenísimo, que se curte y prepara de manera excelente.

Capítulo 37: Sobre dos islas, en una de las cuales habitan hombres sin mujeres y en la otra mujeres sin hombres.- Son excelentes pescadores y cogen infinitos peces, que venden frescos y secos a los negociantes; y obtienen grandes ganancias del pescado, y eso que reservan gran cantidad para sí. Se sustentan de leche, carne, pescado y arroz. En este mar hay gran abundancia de ámbar y se pescan en sus aguas muchos y grandes cetáceos.

Capítulo 38: De la isla de Scoiran.- Se hacen allí muchos tratos y sobre todo de pescado. Se alimentan de carne, pescado, leche y arroz. Sus habitantes no tienen grano salvo arroz.

Capítulo 39: De la isla de Madaigaster.- Sus habitantes no comen carne que no sea de camello, ya que descubrieron que era más sana que las demás; en efecto, hay tan incontable multitud de camellos que parecería increíble por el pasmo que causa su número inaudito al que no lo haya visto con sus propios ojos. Abundan también los bosques de sándalos rojos, de los que crecen allí grandes árboles, con los que se hacen muchas negociaciones. Hay infinita cantidad de ámbar, ya que en el mar se pescan a menudo cachalotes y enormes cetáceos de los que se coge el ámbar. Hay leopardos, onzas y leones corpulentos a maravilla. Hay ciervos, gamos y cabras en gran número, y muchísima caza de animales y aves. Las aves de aquella región son muy diferentes de las nuestras.

Capítulo 41: De la isla de Zanzíbar.- Se alimentan de carne, leche, arroz y dátiles. Carecen de viñas, pero hacen un brebaje excelente como bebida ordinaria de arroz, azúcar, dátiles y otras especias. Se hacen allí muy grandes tratos, sobre todo de ámbar y colmillos de elefante, pues hay muchos elefantes y en el mar de aquella isla se pescan grandes cetáceos.

Capítulo 46: De la provincia de Adén.- No nace allí ningún grano sino arroz, y aun éste crece poco, por lo que es necesario que se traiga grano de otras regiones. Hay peces en gran número y muy sabrosos, que en romance llamamos «toninas». Carecen de viñas, pero hacen un vino buenísimo de dátiles, arroz y azúcar. En esta región se crían carneros de corta estatura que carecen de orejas en absoluto ni muestran forma alguna en su lugar, sino que, donde los demás animales tienen orejas, allí tienen ellos dos cuernos pequeños. Los animales de la región, es decir, los caballos, ovejas, bueyes y camellos están acostumbrados a sustentarse de pescado, y ése es su alimento común y cotidiano; en efecto, como la tierra aquella es árida sobremanera a causa del calor, no germina hierbas ni grano, por lo que dan a los animales pescado como pienso. Durante tres meses se hace maravillosa pesquería: en marzo, abril y mayo, de suerte que causa grandísimo pasmo la captura de ese sinfín de peces, que secan y conservan durante todo el año y los dan a los animales; éstos comen tanto el pescado fresco como el seco, aunque están más habituados al seco. Los habitantes de esta región hacen bizcocho de pescado, pues despiezan los peces grandes y los pedazos menudos los humedecen, mezclan y amasan, tal como se hace con la harina cuando se elabora pan de la pasta del grano; después secan al sol aquella mojama, que se conserva muy bien durante el año.

Acaba el libro de micer Marco de Venecia. A Dios gracias.

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