Historia de la olla americana, una precursora de la olla exprés y la cocina al vapor

Carlos AzcoytiaA comienzos del siglo XIX se hizo famoso un invento norteamericano de múltiples utilidades en la cocina y que hoy lo podemos mirar con una sonrisa por lo complicado de su estructura y para qué hablar del diseño porque más nos puede parecer un aparato antiguo de laboratorio de química.

No voy, porque no me gusta estafar a mis lectores, a contar una historia de mentira sobre la cocina al vapor, que los hay que son para llorar de risa y como no saben recurren a los sufridos cuentos chinos, lo digo porque para justificar su invalidez mental achancan a los orientales cualquier invento y eso sí, para sentirse mejor y más ‘sabios’ cara a la galería, dicen que hace ya miles de años que lo descubrieron, como es este caso en concreto, claro está que no aportan nunca una referencia, ni tan siquiera medio fiable, que demuestren esos asertos porque lo mismo esos insensatos, si no saben algo, hasta se lo achacan a los extraterrestres y todo sin ruborizarse.

Pues bien, la primera vez que en occidente se supo de la cocina al vapor fue a comienzos del siglo XIX y en España en concreto, a nivel público, en 1804 cuando el ‘Semanario de Agricultura y Artes dirigido a párrocos’ publicó el mencionado invento norteamericano, así como sus posibilidades gastronómicas y todo gracias a que los franceses ya lo habían adoptado el año anterior con el fin de hacer caldo con los huesos.

ollamericana

Resulta curioso ver en dicha publicación el ‘cacharro’ en cuestión y el manual para saber su funcionamiento y así lo explica:

A. A. Marmita en que se echa el agua.

B. Su cobertera.

C. C. Segunda marmita de hoja de lata agujereada por todas partes como un cribo, en que se meten los huesos molidos.

D. Cobertera para los huesos con su asa.

E. Separación de esta marmita interior en que se meten las legumbres aparte.

F. Asa para levantar el seno en que están las legumbres.

G G G. Pies en que estriva dicha marmita interior”.

En realidad es una olla a presión, quizá la primera de su género a nivel comercial y fuera de laboratorios, o al menos una aproximación a ella, de hecho dice que era ideal para cocer patatas, espárragos u otras legumbres al vapor del agua, de esa forma indicaba que salían o sabían más sabrosas, explicando que se deberían meter en la marmita interior agujereada, echando agua en la exterior, sin que esta llegue a tocar las legumbres, y así se cocerían los vegetales una vez se pusiera al fuego, quedando todo mejor que si se hirviera en el agua.

En otro número, ya hablando de los caldos de hueso, nos da otra receta o forma de utilizar tan gran invento y que se le debe a Cadet de Vaux (para leer dicho trabajo presione aquí) y que dice textualmente: “No se puede hacer mal caldo si se usa de la marmita ú olla americana, dentro de la que se mete otra ollita pequeña de hoja de lata toda agujereada, en que se ponen los huesos y las legumbres con separación en dos senos para que los bañe el agua sin que se esparzan en ella. Metidos los huesos en dicha vasija, los agita el hervor sin levantarlos arriba, se salan y se espuman. Las legumbres también están aisladas aparte, y después de cocidas quedan enteras sin que se deshagan. Hecho el caldo se le quita por encima mucha grasa, que se pudiera regular á tres onzas por libra: en los estados unidos de América la destinan para hacer xabon”.

Para terminar sólo contar la anécdota, sobre el comentario que hacía dicha publicación, me refiero al Semanario, y que no tiene desperdicio: “artículo importante en la economía doméstica que deben saber hacer las mugeres, como otros muchos no menos necesarios en lugar de tantas boberias como aprenden”.

Nota: Cuando hice el trabajo sobre Cadet de Vaux era consciente que los avispados copiones, al leer la bibliografía, se tirarían sobre el citado ‘Semanario de Agricultura’ para así demostrar que sé yo y obvié el dibujo del utensilio, así que después de casi dos años ahora lo publico para que queden en donde les corresponde.

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