A comienzos del siglo XIX se hizo famoso un invento norteamericano de múltiples utilidades en la cocina y que hoy lo podemos mirar con una sonrisa por lo complicado de su estructura y para qué hablar del diseño porque más nos puede parecer un aparato antiguo de laboratorio de química.
No voy, porque no me gusta estafar a mis lectores, a contar una historia de mentira sobre la cocina al vapor, que los hay que son para llorar de risa y como no saben recurren a los sufridos cuentos chinos, lo digo porque para justificar su invalidez mental achancan a los orientales cualquier invento y eso sí, para sentirse mejor y más ‘sabios’ cara a la galería, dicen que hace ya miles de años que lo descubrieron, como es este caso en concreto, claro está que no aportan nunca una referencia, ni tan siquiera medio fiable, que demuestren esos asertos porque lo mismo esos insensatos, si no saben algo, hasta se lo achacan a los extraterrestres y todo sin ruborizarse. Sigue leyendo
Hace años, conversando con un funcionario de Sonora, me contó que en la década de 1970 habían llevado estufas a los indígenas seris para que cocinaran con más facilidad, pero que éstos no las utilizaron por obvias razones, no estaban acostumbrados a usarlas, preferían los fogones al aire libre, y es que habría que recordar que en Sonora hace mucho calor, demasiado. Tanto es así que la broma es que si tienes hambre, rompas un huevo sobre el cofre del auto y se cocinará enseguida.