Pan de pulque de Tlaxcala: El rescate de una tradición

Este ejMartha Delfin Guillauminemplo de Proyecto Académico tiene como fundamento el tratar de dar a conocer al lector acerca de la defensa del patrimonio cultural del pulque[1], y específicamente del tradicional pan de pulque, en el Estado de Tlaxcala, México, en particular, su patrimonio gastronómico tanto en lo tangible como en lo intangible.

Esta defensa se manifiesta en la preocupación de los habitantes agrícolas de Tlaxcala de mantener los cultivos de su cereal, el maíz criollo, y sus semillas básicas; por ejemplo, en la disposición establecida entre varios de los municipios tlaxcaltecas de no utilizar el maíz transgénico como se evidencia en el Ayuntamiento de Benito Juárez de esa entidad. Así mismo, el Gobierno del Estado ha iniciado una campaña de cultivo del agave para volver a producir lo que tanta fama le ha dado a Tlaxcala, es decir, el pulque.

 A través de una estrategia puesta en marcha por el Gobierno del Estado en coordinación con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Tlaxcala se convertirá en pionero en la región al producir maguey in vitro en masa, como una medida para evitar la extinción de esta planta y potenciar su aprovechamiento de manera sustentable.

Este trabajo de laboratorio forma parte de las acciones que impulsa el Gobernador, Mariano González Zarur, para rescatar el maguey pulquero en Tlaxcala y lograr la recuperación de los suelos erosionados de la zona poniente del Estado.

Atilano Contreras Ramos, secretario académico del Instituto de Biología de la UNAM, señaló que -de acuerdo con el proyecto- hay una meta inicial de producción de 300 mil plantas en un año, proceso que iniciará en un mes en laboratorios instalados en el Centro de Alta Tecnología de Educación a Distancia (Cated), ubicado en la Ex Fábrica de San Manuel del municipio de Santa Cruz Tlaxcala.

El representante de la UNAM subrayó que esta alternativa de producción de maguey sin antecedentes en la región, es una respuesta a las dificultades que enfrenta el cultivo del agave de manera tradicional, derivadas de los altos índices de deforestación, el cambio climático y la sobreexplotación para cubrir la demanda de esta especie en el mercado.[2] Sigue leyendo

Historia de los Pames (México) y su gastronomía, un pueblo originario chichimeca

Martha Delfin GuillauminResulta interesante pensar que los términos que ahora se emplean para denominar grandes áreas culturales de México, Mesoamérica y Aridoamérica, fueron acuñados por un antropólogo alemán, Paul Kirchhoff, en la década de 1940. Mesoamérica sería la parte central y meridional del actual territorio mexicano y una porción de Centroamérica. Antes y durante la llegada de los conquistadores españoles, en Mesoamérica se localizaban los pueblos originarios agricultores con impactantes urbes y espacios arquitectónicos, bellos códices y ceramios, textiles, orfebrería, trabajos artísticos de concha, poesía y excelente gastronomía.

En Aridoamérica, el área cultural al norte de Mesoamérica, se hallaban los indígenas seminómadas que se distinguieron por ser excelentes cazadores, pescadores y recolectores. Fueron temidos y respetados por su aguerrido proceder contra la entrada hispana que se efectuó desde mediados del siglo XVI. Se les llamaba chichimecas, nombre usado con sumo desprecio para calificarlos de bárbaros y salvajes; la voz significa, según Powell, “perro sucio e incivil”. Los habitantes de la Gran Chichimeca eran diversos pueblos indígenas entre los que se encontraban los pames, los guamares, los zacatecos y los guachichiles. En particular los pames pertenecen a la familia lingüística otopame. Gonzalo de las Casas, el supuesto autor de la obra Guerra de los chichimecas (1574-1580), informó que la palabra “pame” significaba “no” en su idioma, y que se les dio dicho nombre porque la decían muy frecuentemente, seguramente, pienso yo, porque con ella expresaban su objeción a ser conquistados.[1] Digo supuesto porque investigadores como Alberto Carrillo Cázares sostienen que el sacerdote agustino fray Guillermo de Santa María fue el verdadero autor de dicha obra.[2] En cuanto el término pame, ellos prefieren el etnónimo xi’ui (“indígena”) para autonombrarse. Sigue leyendo

Los dulces poblanos, algo rico

Cuando era niña mi mamá me contaba de los deliciosos dulces de la provincia de Puebla en donde había nacido. Entonces vivíamos en el norte de México, y no obstante que allí comíamos rico pinole, ella solía extrañar, particularmente, los camotes poblanos. Claro, se deleitaba con los jamoncillos, los dulces de leche que se hacen en varias partes del país, pero me decía que los macarrones poblanos eran especiales, lo mismo que las cocadas o las tortitas de Santa Clara.

Para mis hermanos y para mí fue una suerte muy grande que María del Rosario, mi madre se haya criado cuando niña y jovencita en diversos ingenios azucareros como los del Estado de Puebla, en particular, el de Izúcar de Matamoros; en Apatzingán, Michoacán o en San Gabriel, Cosamaloapan, Veracruz, en donde conoció a mi padre. Digo que fue una suerte porque lo mismo sabía hacer tepache de piña, que preparar rompope, una bebida poblana muy rica que lleva un poco de alcohol, “pero del 96”, decía al prepararlo; o deleitarnos con sus chongos zamoranos, unos postres deliciosos michoacanos. Guardaba con mucho celo los recetarios escritos por mi abuela Lucha y aprendió de ella la manera de elaborar sabrosos platillos. Sigue leyendo

Las ordenanzas municipales de 1845 del Departamento de México

Realmente resulta muy interesante para mí el poder leer un libro antiguo, de esos que muchas veces es harto difícil conseguir porque están en el fondo reservado de prestigiosas bibliotecas o porque se encuentran ubicados en las de otros países. Pero ahora, afortunadamente, tengo la Ley sobre Ordenanzas Municipales del Departamento de México del 17 de noviembre de 1845 y me llena de asombro el cúmulo de disposiciones que se encuentran relacionadas con el abasto de alimentos y bebidas para los vecinos de dicho departamento. Sigue leyendo

Una fiesta de Primera Comunión, un buen pretexto para disfrutar de los sabrosos platillos regionales y los dulces poblanos de México

Hace unos días asistimos con mi familia al festejo por la Primera Comunión de mi sobrina Marifer en la ciudad de Puebla. En este tipo de encuentros es común, luego de la misa, ir con la familia e invitados amigos a consumir un rico desayuno o una exquisita comida ofrecida por los padrinos del festejado. Esto explica el porqué fuimos a Atlixco, -el famoso val de Cristo como le decían los religiosos en los primeros años de la conquista y que fue famoso por sus trigales-, en donde viven los padrinos que tienen un restaurante muy reconocido de comida tradicional mexicana. Precisamente, fue con la que nos agasajaron a los concurrentes. Sigue leyendo