Historia de las intoxicaciones por embutidos

Carlos AzcoytiaRepasando mi biblioteca encontré un librito escrito y editado en el año 1854 por Juan F. de Michelena que lleva el original y largo título ‘Adulteración de alimentos, bebidas y medicamentos o método fácil para descubrir los fraudes de los especuladores’, todo un tesoro para poder investigar la alimentación y su manufactura en los comienzos de la Era Industrial, donde se puede apreciar el precio que debieron pagar nuestros antepasados, algunos hasta con su vida, en un mundo cambiante donde los adelantos en la conservación alimenticia iban a años luz de la legislación y donde, también, muchos desaprensivos se aprovecharon para hacerse ricos sin importarles las vidas y el dolor ajeno, lo que nos demuestra que canallas siempre existieron, no es un invento moderno, y donde el castigo debería haber sido el darles de comer aquellos venenos que vendían o, en la actualidad, pagarles con la misma mísera cantidad de dinero que cobran los desheredados, la mayoría de la población, a los corruptos políticos para que comieran sus familias y murieran de hambre, que es lo que se merecen, para terminar, de una vez por todas, con esta cleptocracia donde vivimos.

Juan Francisco Michelena, autor del libro del que tomo la bibliografía como base del presente trabajo, hijo de otro médico llamado Juan Bautista (muerto en febrero de 1851), llegó a ser Doctor en Farmacia de la Real Universidad de La Habana e Individuo Numerario de la Real Sociedad Económica de dicha ciudad; participó en El Repertorio Económico de Medicina, Farmacia y Ciencias Naturales de la Real Aduana de Matanzas; el 24 de junio de 1871 leyó unas memorias en el Casino Español de Matanzas (Cuba).

No se puede decir que el libro de Michelena fuera totalmente original, ya que recurría con frecuencia a otros autores europeos de renombre en ese momento, como podían ser Juan Bautista Chevalier, Kerner o Geisler, entre otros muchos, lo qué lo hace, por lo menos, interesante al recopilar experiencias en distintos lugares, importante para tener una idea de conjunto y no puntual de los fraudes alimenticios en un momento crucial en los cambios alimenticios de la población, sobre todo en Europa, en los albores de la Era Industrial, donde se comenzaron a experimentar nuevas formas de conservación de alimentos y donde nació, gracias a las guerras, los enlatados que tantas vidas salvó y a tantas personas mató en sus comienzos, de los que ya tengo varios trabajos. Sigue leyendo

Historia de una salazón y conservación de carnes que perdura hasta hoy y descubierta en 1797

 

Carlos AzcoytiaUno de los problemas que siempre se le presentó a la humanidad fue el de la conservación de los alimentos, algo que hemos estudiado en múltiples trabajos en nuestro sitio, siendo el método más empleado el de salazonar, el más universalmente empleado en todo el orbe, ya que el cloruro sódico tiene la cualidad de absorber la humedad y con ello evitar el desarrollo de hongos y bacterias que favorecen o son motivo de la putrefacción.

Cayó en mis manos una publicación de finales del siglo XVIII, muy interesante como veremos a continuación, en la que se trataba el tema que nos ocupa y que tenía la particularidad de utilizar un nuevo método que ha llegado hasta nuestros días, me refiero a la utilización de un conservante, hoy conocido como E251, con el que se pretendía que las carnes no estuvieran tan saladas, siendo esta la primera referencia que he encontrado de su empleo. Sigue leyendo

Pequeña historia sobre la caza de ballenas y los salazones de pescados en unas órdenes secretas de Carlos III

 Carlos AzcoytiaEncontré un libro que se publicó cuando dejó de ser secreto de estado, cincuenta y dos años después de promulgarse, que contiene unas ordenanza o instrucciones internas para los distintos ministerios dictadas por orden de Carlos III y que fueron redactadas por el Primer Secretario de Estado, el conde de Floridablanca, José Moñino y Redondo, que arrojan mucha luz sobre la política exterior e interior del gobierno de aquella época.

Estas instrucciones reservadas emanaban de un Decreto de Carlos III, de fecha 8 de julio de 1787, que se hicieron públicas en un libro, ver bibliografía, en el año 1839 con la anuencia del nieto de quien las redactó y en cuyo poder estaba el original, el marqués de Miraflores y conde de Floridablanca. Sigue leyendo

Historia del caviar y del esturión

 Primera publicación en 2003; Ampliación: diciembre 2007; Ampliación: junio de 2010; Ampliación: diciembre 2012: Ampliación enero  2020

Ampliación septiembre de 2015, marzo 2017 y noviembre de 2019 al final del trabajo.

Carlos AzcoytiaPodríamos definir el caviar como un manjar, no digo alimento, producto del snobismo y la ostentación más que algo hecho para paladares privilegiados, es, desde mi perspectiva, una señal inequívoca del distanciamiento social y económico de las clases pudientes que languidecen en sus cárceles doradas de decadencia y fatuidad. Con esto no quiero decir que me parezca algo no apto para paladares sensibles, muy al contrario, es  un alimento rico y sabroso pero magnificado por una sociedad opulenta y elitista que se aburre y que no sabe cómo gastar su dinero o como deslumbrar a sus posibles clientes. Todo en su justa medida está dentro de la normalidad, pero cuando se llega a pagar el peso en oro de algo que nos vamos a comer y que una vez deglutido se convertirá en  mierda, sin casi alimentarnos, me parece una aberración y un insulto para todos aquellos que sobreviven con menos del valor de un sólo huevo del llamado caviar de beluga. Sigue leyendo

Primer reglamento sanitario aplicable al reconocimiento de carnes y pescados en los mercados de Madrid redactado en 1840

Encontré un pequeño libro que casi se podría calificar como unas instrucciones para el desarrollo de las labores de inspección de mercado o una ampliación de las Ordenanzas Municipales, redactadas para ser llevadas a efecto en el ayuntamiento de Madrid, fechada el 11 de marzo de 1840, y donde se amplía el contenido de un bando dictado el 30 de agosto de 1839 donde se dan instrucciones precisas a los inspectores de sanidad para el cumplimiento de su cometido.

Comienza dicho librito con estas palabras: “Entre los grandes objetos que han ocupado y deben ocupar siempre a los gobiernos de las naciones cultas, ninguno hay que deba anteponerse a aquel que tiene por objeto la conservación de la salud pública. Esta es imposible el que pueda conservarse sin la condición precisa de que los alimentos de que el hombre usa, se hallen en aquel estado de integridad física y exacta, que acercándolos más y más a la relación de la organización del hombre los hace más capaces y más accesibles a la digestión y por consiguiente a la reparación de las continuas pérdidas que incesantemente sufren el conjunto de órganos que componen su máquina”. Sigue leyendo